TerraNova 3: más y mejor

TerraNova, publicada por Fantascy, se ha convertido en tan solo unos años en una marca sinónimo de calidad dentro de la literatura de ciencia ficción en nuestro país. Iba a decir eso de “referente” pero no estoy segura de que al editor y a los involucrados (traductores, editorial) les gustase tal apelativo, cuando pienso sinceramente que no es el objetivo que persiguen. La audacia de Mariano Villareal de habilitar un vehículo para reunir narrativa breve internacional y nacional en un momento en el que pocos apostaban por las antologías, es encomiable pero, además, demuestra una visión muy acertada del mercado.

Las antologías son apetecibles porque permiten una lectura fragmentada: no es necesario leer los relatos de manera lineal y su disfrute se puede intercalar con otras lecturas. En mi caso, que tengo un claro déficit de concentración, son objetos maravillosos que me permiten entrar en otros mundos por espacio de unos minutos, sin pedirme demasiado tiempo a cambio.

A veces he tenido la sensación de que Villareal me había leído el pensamiento a la hora de seleccionar las obras que componen este tercer volumen. “¿Cuáles son algunos de tus autores favoritos, Cristina? Dime unos cuantos y te los reúno en una antología.” Egocentrismo 2.0, lo sé. Voy a intentar explicarme.

China Miéville

Ya es conocida mi querencia por China Miéville. El británico ofrece una rara combinación dentro del género, ya que es capaz de desarrollar ideas sorprendentes, lujosamente trabajadas, con una prosa muy por encima de la media. Me entero hace unos meses que un relato suyo será incluido en TerraNova 3 y, después de pre-comprar el libro en Amazon, es el primer texto que leo. “La Cuerda es el mundo” no es un relato en el sentido tradicional: no hay personajes ni una trama a la que estén adscritos. Se trata más bien de una pieza especulativa, una suerte de introducción a un futuro a medio plazo. Una de las cosas que me gustan de Miéville es la profundidad de sus ideas, enraizadas en una atenta reflexión sobre el destino del ser humano, y las implicaciones sociales y económicas de sus elecciones tecnológicas. Este relato me gusta y mucho, precisamente porque Miéville se evita el lastre de los personajes, la parte de sus historias que no está a la altura del resto, en mi humilde opinión. Teniendo en cuenta que el británico no es un autor fácil de traducir, la labor de Juan Carlos Pavón Pavón es realmente meritoria.

Ken Liu

“Mono no aware” del norteamericano Ken Liu fue el segundo relato que leí, aunque ya lo conocía en su versión en inglés. Me sorprendió gratamente la traducción de María Pilar San Román Navarro, capaz de transmitir el poder evocador del norteamericano con una prosa muy cuidada. Antes de nada, debo confesar que tengo un problema con Liu. Me parece un escritor de buenas ideas, pero éstas no logran emocionarme. El sentimentalismo del que hace gala en sus textos no me llega en absoluto. Ya sé que solemos achacar a la ciencia ficción su frialdad, su incapacidad para conectar con los sentimientos a favor de ideas elaboradas con posos científicos y poder especulativo. Y comprendo que Liu intenta ser un revulsivo, pero hay algo en su manera de abordar los temas que me repele un poco. Y no porque sea poco interesante el abordaje desde culturas asiáticas, eso es un punto a su favor, sino porque es previsible y yo necesito que me sorprendan un poco más. En concreto, este relato es de los que menos me han gustado de la producción de Liu, pero entiendo que pueda gustar a otras sensibilidades menos frígidas que la mía. De cualquier manera, aplaudo su inclusión en la antología, pues creo que el norteamericano es una de las voces más interesantes del género actual, precisamente por ofrecer una alternativa a las historias anglocéntricas.

Confieso que tenía mucha curiosidad por leer “Prolag” de Ricardo Montesinos, un autor que me gustaría que produjera más. Su prosa es muy fluida, sin artificios efectistas, pero repleta de matices sutiles que hacen reflexionar al lector: justo lo que me interesa. He disfrutado mucho con la historia de Montesinos, un monólogo dramático, no solo por el tono sino por recordarme a una pieza escénica. Esta historia se inicia con uno de los mejores comienzos que he leído en mucho tiempo:

Es un poco triste, pero la vida de una persona puede resumirse hasta caber dentro de una caja: un montón de fotos, algunos diplomas, unos cuantos recortes de periódico… Aquí está toda nuestra historia, nuestros triunfos, nuestros fracasos. Todo condensado y clasificado, ordenado por su fecha.

Montesinos consigue, con una narración sobre el determinismo cognoscitivo de la lengua sin pretensiones, todo lo que Liu no consigue, es decir, me engancha, me provoca reacciones emocionales y me incita a la reflexión. Me ofrece, por tanto, todo lo que yo le pido a un buen relato. Creo que es uno de los mejores relatos de la antología.

Jorge Baradit

“La policía del karma” del chileno Jorge Baradit es un viejo conocido. Llevo siguiendo de cerca la trayectoria de este escritor desde que lo descubrí hace un par de años y ya había leído este relato. Baradit siempre logra sorprenderme por la riqueza y originalidad de sus referencias, aunque a veces peque de reiterativo. Lo que me interesa de este autor es su sincretismo temático, su forma autóctona de entender el ciberpunk y de integrarlo con la riqueza cultural chilena y sudamericana.

Jonathan recibió con excitación el gesto de alerta de su comandante. Una vez que diera la señal para comenzar el asalto los intercomunicadores se encenderían, pequeñas dosis de ayahuasca entrarían en sus organismos y la coordinación sería perfecta. Todos serían una sola mente con la mama Tierra como un enjambre de abejas de carne y pólvora.

Precisamente es su capacidad para sorprenderme en cada línea, la fuerza de las imágenes que describe y sus asociaciones de ideas lo que más me atrae de la narrativa del chileno. Solo espero que siga sorprendiéndome por muchos años.

Paolo Bacigalupi

No entiendo por qué no he leído nada de Paolo Bacigalupi hasta ahora. Sé que hay recopilaciones de sus relatos en nuestro idioma y que ha recibido numerosos reconocimientos en los últimos años, pero hasta ahora no me había cruzado con un texto suyo. Admito que me atrajo el poder disfrutar de la magnífica traducción de Manuel de los Reyes, un profesional cuya labor admiro desde que le conocí a través de las redes sociales. “El jugador” es un relato no solo capaz de atrapar en sus redes a una licenciada en Ciencias de la Información como yo, sino a cualquier persona consciente de la influencia de los medios de comunicación. También me gusta el trasfondo histórico y familiar de la narración, mucho más sugerente e interesante que el de otros relatos. Leer “El jugador” ha despertado en mí unas ganas incontrolables de consumir más narrativa de Bacigalupi.

Liu Cixin

“¿Quién cuidará de los dioses?” de Liu Cixin está traducido directamente del mandarín por Javier Altayó, un gran acierto ya que la equiparación de significados es más fluida al no mediar la traducción inglesa. La historia de Cixin se desarrolla como una narración oral, como si un bardo del futuro contara a una audiencia esta tragicomedia en la que podemos percibir hasta la gestualidad de los personajes cuando hablan. Cixin utiliza una prosa sencilla, casi naive, para transmitir poderosas ideas relacionadas con el futuro de la humanidad, su papel en el universo y la forma en que otras civilizaciones pueden percibirla. La especulación exo-humana del autor chino es, a pesar de su componente alienígena, tanto o más humana que la terrestre y, como hacen las buenas historias, deja la puerta abierta a la meditación sobre nuestra propia naturaleza. “¿Quién cuidará de los dioses?” me ha dejado con ansias golosas de leer The Three-Body problem, la primera entrega de la saga de Cixin que se ha traducido al inglés.

Eduardo Vaquerizo

“M34” de Eduardo Vaquerizo es una historia sobrecogedora que habla de la otredad, concretamente de la mirada del monstruo. También es un thriller biopunk situado en un futuro en el que la medicina es capaz de reparar profundos daños físicos. Vaquerizo consigue crear con gran éxito un futuro a medio plazo caracterizado por extraordinarios avances médicos y tecnológicos. Es en la confluencia entre ambos donde se origina el conflicto que genera la trama. Debo reconocer que las páginas finales me recuerdan al final de otro cuento, esta vez de Borges (La casa de Asterión) y uno de mis favoritos por cierto, en el que también se habla de la mirada pesimista del monstruo desde su propio punto de vista. En el relato de Vaquerizo hay dos monstruos, uno humano y otro no, que los convierte en criaturas torturadas y conscientes de su otredad. Como se trata de uno de los temas que más me interesan a nivel personal he disfrutado mucho con las aventuras de la protagonista -Susana del Río-. Creo que el relato tiene implicaciones filosóficas profundas que sería muy largo desgranar pero que lo convierten en uno de mis preferidos de esta antología.

Sofía Rhei

Conozco varias de las obras de Sofía Rhei, algunas de ellas muy íntimamente, y fue una grata sorpresa enterarme de que había ganado un lugar en esta antología a través de la convocatoria abierta. “Ánima” es una historia biopunk asentada también en el futuro no muy lejano, en el que la reproducción humana requiere de complejos procesos y no todo el mundo es fértil. Una de las críticas que se suelen hacer a la ciencia ficción es su torpeza para integrar aspectos humanos en las historias: muchas veces faltan sentimientos y personajes creíbles que sirvan para exponerlos. El relato de Rhei explora este terreno, desde las relaciones de pareja a las paterno-filiales a la manipulación emocional. Creo que la autora ha sido capaz de crear un futuro posible, mucho más aterrador de lo que podría parecer a simple vista, con una prosa fluída y evocadora que engancha y consigue emocionar. Algo nada fácil.

Miguel Santander

“La epopeya de los amantes” de Miguel Santander es un relato suméricamente teslépico, un término acuñado al alimón con su autor. Estructurado en dos partes: la primera narra una antigua leyenda sumeria que sirve de excusa temporal para las aventuras que se describen en la segunda parte. El protagonista es el inventor y hombre de ciencia Nicola Tesla, reivindicado desde hace unos años como uno de los cerebros más brillantes de su época e injustamente olvidado por la historia, y su máquina capaz de viajar en el tiempo. Las aventuras se suceden con mayor aceleración hasta llegar a una conclusión épica, si se me permite la expresión, en el sentido de legendaria, pues se mezclan algunos elementos históricos reales con numerosos fantásticos. ¿Es posible declarar los viajes en el tiempo como ciencia ficción y no como fantasía? Quizás podríamos definirlos como fantaciencia o ciencia fantalizada. Creo que Santander ha mejorado respecto a obras anteriores en lo que respecta a construcción de personajes y se maneja con más soltura en los esqueletos narrativos tradicionales. Es loable que no se quiera encasillar como un escritor de ciencia ficción dura e intente explorar todo tipo de temáticas, como ya lo hizo con La costilla de Dios, su novela divinepunk.

Paul McAuley

“La decisión” de Paul McAuley es un relato ambientado en una Gran Bretaña inundada debido a los efectos devastadores del cambio climático pero que se ha adaptado a una vida en palafitos y pequeñas islas. Después de todo, los británicos son ya islanders. El joven protagonista ve su vida completamente alterada cuando un artefacto alienígena desciende a la superficie terrestre. Raúl García Campos traduce de manera impecable una historia innecesariamente larga. ¿Cómo hace Villareal para rodearse de profesionales de la traducción de esta calidad? ¿A quién le ha vendido el alma? Esta historia propone un escenario muy interesante pero es tan lenta y tan atropellada en ciertos momentos que desconcierta. Es una pena que una idea con tantas posibilidades, simplemente como metáfora de la xenofobia (se me ocurre, por ejemplo, hacia ciertas ideas religiosas venidas de Oriente Medio), no se desarrolle de una manera más eficaz. El protagonista se mantiene siempre bloqueado, inmerso en un inmovilismo que bien pudiera representar un desinterés vestido de tolerancia.

Emilio Bueso

“La próxima vez que se desate la tormenta sobre nosotros” de Emilio Bueso es un relato geriantopunk que nos presenta un mundo distópico en el que la naturaleza reclama la Tierra y se dedica a castigar al ser humano. El relato de Bueso en la antología Mañana Todavía de Fantascy me gustó mucho más que este, cuyo final no he entendido. Probablemente se deba a que no le llego a coger el paso al autor valenciano, que me deja como una sensación de coitus interruptus: parece que lo bueno va a llegar y nunca llega.

El interminable empellón del mundo hecho nevera duró hasta el alba.

A Bueso, en mi humilde opinión, le sienta mejor un estilo más sobrio que el que desarrolla cuando utiliza eslóganes para escribir novelas. También entiendo que él defienda su estilo, y muy bien que hace, porque es difícil desarrollar uno propio. Para mí, el Bueso contenido gana en calidad y hace justicia a sus buenas ideas.

TerraNova 3 es una antología que ha superado, para mí, TerraNova 2, que ya contaba con estupendos autores y obras. Me parece una iniciativa imprescindible en el panorama actual del género en español, porque aúna textos de reconocidos autores internacionales con los de escritores solventes y con nuevos talentos que empiezan a despuntar en las letras españolas. El equipo de Villarreal, desde los traductores a Elías Combarro scout para obras internacionales-, destaca por su profesionalidad y profundo conocimiento de los entresijos de la literatura de ciencia ficción. Deseamos larga vida a este proyecto, y que otros muchos se sumen para seguir apoyando el género que más nos maravilla.

“Lluscuma” del chileno Jorge Baradit: Fantasía que duele

“Chile es una serpiente con pesadillas”, dice Baradit en su novela Lluscuma. Agradezco a mi amigo José Antonio Cordobés de la web Ficción Científica el descubrírmelo. Yo digo que el chileno ha escrito una migraña, uno de esos dolores que se siente como una plancha, pesada y caliente, y que te golpea la cabeza permanentemente. Sé de lo que hablo, estoy diagnosticada. No me extraña que Baradit cayera enfermo escribiendo este libro: la historia se fue desarrollando al ritmo de un capítulo por semana, que era publicado inmediatamente en La Segunda, periódico vespertino chileno. Se trata pues de una idea desarrollada en tiempo real a la vista de los lectores, una fórmula que presupone un trabajo de preparación y documentación gigantesco, y una resistencia física y mental a prueba de estrés. No se puede decir que el autor ahorrara esfuerzos y capacidad de riesgo.

Jorge Baradit

La historia de Lluscuma es la de Fernando Camargo, nieto de un militar de la temible DINA (la Dirección de Inteligencia Nacional bajo la dictadura militar de Pinochet), que recoge los temas que obsesionan al escritor: el karma personal, el sentimiento de culpa, el pasado de Chile, las teorías conspiratorias, la política, las relaciones generacionales de una familia, la tibia frontera entre la locura y la cordura. La bajada a los infiernos del protagonista se produce en primera persona, de manera que el lector desciende con él, acompañándolo en una suerte de alucinación binaria. Los descubrimientos, anticipados pero nunca del todo confirmados, sobre su abuelo hacen que Fernando airee las viejas heridas de la sociedad chilena: las torturas, las desapariciones, la muerte y la mentira.

Si en un primer momento la narración adopta la perspectiva de Camargo, a partir del primer tercio se producen alteraciones en la estructura, y se añade el punto de vista del cabo Valdés (aquel que a mediados de los 70 afirmó haber sido abducido en el desierto de Atacama), así como capítulos exprés que muestran un intercambio de e-mails entre otros personajes. El propio Baradit aparece como un secundario que intercambia mensajes con otros, en un juego inclusivo. Este hecho me parece muy significativo, porque de ese modo el autor se implica de manera personal en una historia en la que mezcla el ciberpunk, el New Weird y la ucronía con las inquietudes socio-políticas que tanto le preocupan.

Ahora es cuando toca decir que Baradit es un escritor “socialmente comprometido”, pero esa expresión parece haber perdido fuerza significativa en los últimos tiempos. ¿Qué demonios es ser “socialmente comprometido”? ¿Escribir manifiestos políticos en algún blog progresista? ¿Twittear frases de filósofos marxistas? ¿Lanzar polémicas declaraciones sobre el Gobierno actual en entrevistas televisivas? ¿Apoyar públicamente a un candidato u a otro? Hay términos que, de tanto usarlos, pierden todo su valor referencial.

Prefiero pensar que Baradit es uno de los representantes más interesantes que ha parido el New Weird en los últimos tiempos. No sé si él se siente en la misma onda que Miéville, John Harrison, Vandermeer y compañía pero, para mí, todos –cada uno con sus particular estilo y afán- forman parte de un movimiento literario que oxigena la realidad en tanto en cuanto la muestra, la expone, la exhibe sin cortapisas. Ahora es cuando alguno me dirá que estoy chiflada, que estábamos hablando del New Weird, no del Realismo. Ya, ya sé. Entiendo vuestra confusión. Pero, para mí, los “nuevos extraños” ofrecen una visión de la realidad mucho más naturalista que los propios realistas, incluidos los elementos fantásticos. Paciencia, que me explico.

La realidad no es solo lo que se puede medir y comprobar. Hay fenómenos que experimentamos todos los días –el déjà vu, el estado de éxtasis no inducido por drogas, la plasticidad del tiempo, las múltiples interpretaciones de un mismo acontecimiento, las coincidencias, los sueños, etc- que siempre se intentan explicar de manera racional. Estos fenómenos son, suceden en términos objetivos, y nuestra subjetividad se encarga de procesarlos de manera que se convierten en experiencias que alteran nuestra ordenada realidad. Para mí, el New Weird consigue narrar esa realidad alternativa, tan real como la empíricamente comprobable, yendo más allá incluso de la mera narración y aportando sensaciones y sentimientos que enriquecen la experiencia lectora.

Creo que Baradit forma parte de una generación que se ha dado cuenta de que la única forma de revelar lo real es “fantaseándolo”, utilizando herramientas procedentes de distintas tradiciones literarias: desde el realismo mágico al weird, pasando por el slipstream o el horror. De esta manera el autor se lanza sin frenos a un cuento repleto de horrores inventados que resultan más fidedignos que la propia realidad. La aventura es arriesgada, más aún cuando elige utilizar el lenguaje como munición para perpetrar el encantamiento, con las expresiones propias del habla chileno de los jóvenes.

Para mí hubiera sido aún mayor acierto evitar la repetición de ciertos conceptos, que hacia el tercio final pierden valor precisamente por estar sobre-representados. Cierto es que cuanto más avanza la trama, más se hunde el protagonista en su propia locura y esas reiteraciones sirven para ponerlo de manifiesto, pero pueden llegar a vaciarse de contenido por esa insistencia. He aquí algunos ejemplos;

Estoy seguro de que Chile es una serpiente enterrada como una semilla también, que si cavamos lo suficiente daremos con su piel seca, respirando.

Soy la S que repta de norte a sur, Chile salió arrastrándose desde el lago Chungará…

Chile es una serpiente con pesadillas.

Quiero saber quién es María Orsic, aprieto la tecla, el suelo es la piel de una serpiente que recorre todo el país, Chile está construido sobre una serpiente dormida, la cordiella de los Andes es su columna vertebral…

Nuestra costa-grieta es una herida ardiente en el costado del planeta que supura lava y espuma, Chile se rasga a corvo de norte a sur por su rompiente como el estómago de los que hay que lanzar al mar. Dormimos junto a una serpiente de fuego agazapada bajo las olas.

 

Alguien comentó una vez que Baradit dice más en un solo párrafo que muchos autores en un libro entero y yo estoy de acuerdo. Sin embargo, a veces la densidad de las descripciones de lugares, conceptos y situaciones ralentiza el desarrollo de la trama. Esto no es un reproche en sí mismo, sino una marca de agua del autor, una pista de su estilo personal de comunicar.

Aunque nunca se lo pregunté directamente – lo entrevisté no hace mucho – creo que es precisamente ese afán de literatura como comunicación integral lo que caracteriza su obra. La cuidada maquetación del libro, las ilustraciones que lo acompañan, la portada, el book-trailer y la música compuesta ex profeso para el lanzamiento refuerzan este punto. Su carrera como diseñador gráfico y sus incursiones en el mundo de la música han influido sin duda en su forma de tejer historias, premiando unas descripciones detalladas y una asociación de ideas que se hace eco del lenguaje persuasivo de la publicidad y la propaganda. Baradit tiene frases que, por sí solas, parecen eslóganes en un intento por comprimir lo que desea expresar en la mínima expresión posible como en:

La misa es una forma de espiritismo.

Las armas pueden ser bellas.

La Tierra es una sartén, la vida una preparación culinaria.

La Luna es una alucinación colectiva.

 

Escribir una novela utilizando este tipo de lenguaje es arriesgado porque se puede caer fácilmente en la arrogancia, en una postura de insolencia fácil que despierta últimamente el favor de cierto tipo de lector. Creo que Baradit precisamente huye de ello por el trasfondo social y político de sus textos, que se enraízan no solo en la tradición fantástica de la literatura iberoamericana sino también en la anglosajona. No me gusta hablar de mestizaje de herencias (tiene una connotación genética y colonialista que intento evitar), pero sí creo que el chileno es un laboratorio que compila e integra elementos artísticos aprendidos, experimentados y percibidos. Se trata de un catalizador de ideas nuevas y antiguas que transcribe en un lenguaje actual y, a la vez, intemporal.

Lluscuma es una de las obras de género más interesantes que he leído últimamente, tanto por su temática como por su estilo. No es una obra apta para el público que busca una gratificación fácil e inmediata, pero sí me parece una novela arriesgada, entretenida y capaz de ofrecer distintos niveles de lectura. Lo mejor, que la leáis y saquéis vuestras propias conclusiones. Y recordad que un relato de Baradit aparecerá en la antología TerraNova 3.

Entrevista al chileno Jorge Baradit: Organizando la locura

En Chile vive, trabaja y escribe un tipo llamado Jorge Baradit. En 2005 la casualidad hizo que su primera obra Ygdrasil llegara a las manos de Ediciones B Chile. Al año siguiente la precuela de aquella historia, titulada Trinidad, ganó el primer premio UPC a la mejor novela corta de ciencia ficción y pasó a ser editada en España en 2007. De esta forma germinó la trayectoria literaria del chileno que, desde entonces, ha publicado Synco (2008), la obra juvenil Kalfukura (2009), CHIL3: Relación del Reyno (2010), la novela gráfica La policía del Karma (2011), y Lluscuma (2012).

El escritor chileno Jorge Baradit

Este diseñador gráfico vinculado al mundo de la publicidad y la comunicación, antiguo integrante de una banda de punk rock, Baradit entiende el lenguaje como una enfermedad de transmisión oral que lo posee y lo convierte en una energía creativa en estado puro. De este modo erige mundos alternativos, como un arquitecto cosmopolita programado por una tradición oral antigua, incrustada en la médula del continente que lo vio nacer, y regurgitado al calor de los tiempos modernos, contradictorios y mareantes. Profundamente comprometido con la realidad social del país que lo parió, Baradit es un ser hiperactivo, una anomalía ocurrente, un demiurgo freelancer, un espíritu terabyte, un jongleur de la vida que nunca cesa de concebir y contar lo concebido, porque no hay nada más sublime que crear algo de la nada. Después de todo, y como dijo el argentino Isidoro Blastein, A lo mejor escribir no sea más que una de las formas de organizar la locura”.

Podéis disfrutar de esta entrevista en el lenguaje de Shakespeare en el magnífico blog Sense of Wonder de Elías Combarro, incansable compañero de fatigas.

“Soy un monstruo en resistencia”

Cristina Jurado: ¿Qué hizo que te engancharas a la ciencia ficción, la fantasía y el terror?

Jorge Baradit: No me interesa lo cotidiano. Hay otros mundos. Mis ojos miran más hacia adentro, ¿para qué intentar replicar lo que ya veo si hay otros mundos, explosiones de supernova y civilizaciones completas intentando salir a empujones por todos lados? Hay universos completos esperando allá afuera a ser descubiertos o sencillamente creados, no me interesa esta realidad descafeinada de borregos que la mente, ese gran fascista, intenta convencernos de habitar. Soy un monstruo en resistencia.

CJ: En tu blog dices: “Hace tiempo que andaba buscando que pescaran esa definición de lo que pretendo: la recuperación de nuestras raíces a la luz de la tecnología, la reinvención, no el parricidio. La tecnología como esa otra forma de magia que nos llega sin ningún esfuerzo desde otros mundos, que a veces se sienten tan lejanos como el mismo Júpiter. No podemos prescindir de Macondo porque estamos en Macondo, la diferencia es que ahora llegó el Wi Fi y la fibra óptica. Mucho psilocibe en el aire, mucha machi, mucho iPod. Un continente completo en estado alterado de consciencia.” ¿Qué es el realismo mágico 2.0?

JB: En Chile se hacen intentos constantes por sacarse de encima el estereotipo y la caricatura de «lo latinoamericano», el mexicano sucio sentado en el suelo de la estación de trenes, la inoperancia de los servicios y la inestabilidad política. Hubo incluso un movimiento literario a fines de los ’90, llamado McOndo que buscaba «dar vuelta la página» sobre el asunto y declararnos fuera del estereotipo, nos gusta vernos más urbanos, más cercanos a New York, menos indígenas, menos «izquierdosos», liberales pero evitando la imaginería popular latinoamericana. Todo es una soberana porquería porque ni somos gringos, ni Santiago es Manhattan, ni podemos esconder a nuestros indios bajo la alfombra. Entonces, quise decir que no es que hayamos superado nuestro mestizaje como una etapa de transición poco deseable, sino que nada se ha superado, todo sigue presente y no hemos salido de Macondo, quizá le hemos puesto fibra óptica y mejorado las carreteras, quizá tengamos cajeros automáticos funcionales y nuestros servicios estén a la altura de cualquier país desarrollado, pero la ayahuasca, las extensiones inexploradas, los pueblos originarios siguen acá, para mayor riqueza de nuestro territorio físico y mental.

CJ: Si como decía William Burroughs, el lenguaje es un virus. ¿Es todo escritor un propagador empedernido?

JB: Prefiero la definición del lenguaje como enfermedad de transmisión oral. Una enfermedad rara porque permite sanar. El lenguaje es un tipo de cirugía. La posibilidad de visualizar las intervenciones de las palabras en nuestro cuerpo mental es atroz. El daño mental que podemos producir con una frase mal ubicada, la inoculación diaria de gérmenes a través de lo que nos decimos, gritamos y susurramos. La completa irresponsabilidad con que manejamos la gramática, la radioactividad a la que nos sometemos cuando abrimos y leemos ciertos libros infecciosos. Un escritor es alguien que fabrica cócteles molotov de 300 páginas que la gente se traga, máquinas de tortura sináptica y órganos infestados de bacterias que manipulamos con irresponsabilidad. No vemos el daño, la fiebre, la hemorragia. Nos inyectamos venenos que nos deforman el alma, la mente, que nos hacen estallar felices el hígado, drogados y alucinados, vemos a dios. Me imagino cómo nos veremos realmente si tuviéramos los instrumentos apropiados. Yo, al menos, apuesto por tentáculos y cabeza muertas colgando de mi zona lumbar, por lo menos.

CJ: Eres publicitario y esa formación hace que seas muy cuidadoso a la hora de diseñar los mensajes creativos que desarrollas. ¿Crees que tu profesión influye en tu obra? ¿de qué manera?

JB: Muchísimo y en los dos aspectos en que manejo su obra: su producción y su difusión. Me manejo como la clásica dupla del diseño: el de los piercings y el de corbata, el creador y el administrador. Son compartimentos estancos que no se filtran. El creador explota y deja las paredes manchadas con sangre y luego entra el administrador y ve qué puede hacer con eso, no hay comercio entre ellos.

Por mi educación en diseño y arquitectura trato de visualizar y hacer visualizar el entorno y lo que ocurre quizá con más interés y detalle que si no la tuviera. Hay interés en el objeto, su textura, su brillo; goce en la consistencia del tipo de metal que atraviesa cierto tipo de órgano, la manera en que se sostiene la estructura ósea del pabellón donde ocurren los eventos. Y como soy escritor me agrada proyectar ese espesor de realidad hacia la gramática, haciendo continuar la materia hacia la poesía, donde se pierde y se hace ininteligible. Mi educación en comunicación también ha resultado imprescindible para sentir esa necesaria responsabilidad de hacer ver, sentir y oler “específicamente” lo que quiero comunicar al lector, ni más, ni menos, ni otra cosa, sino lo que quiero con todo detalle y justeza hacer sentir a quien lee.

Por otra parte, mi educación en las artes visuales me hace sentir con fuerza que la literatura es solo un aspecto de la narración, que existen muchas plataformas desde donde enriquecer el relato: videos, música, ilustraciones, comic, transmedia, redes, gaming. Y que finalmente la gran narración puede surgir de la interacción de todos estos elementos, donde el libro funcione como una parte de un universo que se complementa en base a múltiples estímulos, pero no a la manera en que se practica hoy en cine y gaming, donde hay un elemento central poderoso y satélites que agregan color nada más, me interesa la conformación no de un sistema solar sino de una molécula donde las partes sumadas generen «la obra», suspendida en la iNet y con patas en el mundo físico, en el softworld y en el hardworld.
Una última cuestión tiene que ver con la difusión. Como un obrero de las comunicaciones, me interesa conseguir que lo que hago llegue a la mayor cantidad de gente posible. Considero esa interacción con el lector como parte de la obra. Pero más allá de la simple publicidad, me interesa la creación de comunidades activas en torno a mundos creados, me interesa la inteligencia colaborativa. Mucho de la obra en torno a mis libros ha nacido de la colaboración con músicos, cineastas, ilustradores, ingenieros, programadores, videístas y personas sin oficio artístico que aporta solo por la inspiración que le produce el mundo creado. En la comunidad en torno a lo que hago me gusta que se hable de fantasía, pero también de política, me importa la participación ciudadana. La ciencia ficción es sin duda el género más político de todos, la necesaria creación de un modelo de sociedad para escenificar las historias hace necesario el ejercicio del músculo político del escritor con o sin su participación consciente, y es lugar común decir que la ciencia ficción ha sido el mejor reflejo de la sociedad a lo largo de su historia.
Los libros, son solo un aspecto de la obra toda.

La Policía del Karma

“Mi labor es recoger estos fragmentos radioactivos, estas singularidades y construir un golem con ellos”

CJ: ¿De qué manera afrontas el desarrollo de una historia? Cuéntanos tu proceso de concepción, desarrollo y parto de tus obras

JB: Durante el día la cabeza funciona y produce muchas imágenes basura, la mente genera millones de aproximaciones aleatorias que el consciente desecha o utiliza como palanca para otras ideas o herramientas más «útiles». Hay un nivel en el que la consciencia trabaja para establecer un puente con el mundo donde se eligen velozmente las formas que calzan con lo que estoy construyendo, como quién dispara millones de piezas de rompecabezas por agujeros y solo las que coinciden pasan, son aprobadas y utilizadas para construir la estructura que deviene idea. Pero por debajo de ese puente corre un río de materia prima intocada, de embriones deformes, de fetos no viables, trozos de máquinas, cables y fragmentos de ideas sin sentido. Trabajo con ese low level de la mente. Me gusta coleccionar esos pedazos de esquirlas, experimentos fallidos, prototipos feos.
Además, cuando vivimos, intentamos mantener en un punto ciego todo aquello que ocurre y que el censor interno prefiere ignorar para no volvernos locos, como saber que en pocos años más muchos de los que leen estas líneas estarán bajo tierra y su mente dispersa en la nada, que nuestro planeta viaja a 107.000 kmh junto al sistema solar, seguramente girando como el resumidero de una tina de baño hacia el agujero negro en el centro de nuestra galaxia, que vivimos aferrados a una de las esquirlas de una gran explosión que no termina de expandirse, que tenemos en nuestro interior colonias de virus y bacterias asesinas, toxinas y venenos que no nos destruyen porque un delicado equilibrio las mantiene a raya. En mi país, en el lapso de una semana hubo un terremoto, una ciudad se movió 8 centímetros, una mujer cortó a su marido y lo cocinó en una olla y un rayo mató a cuarenta vacas. Son peaks de realidad, como beats de latidos. Es nuestra responsabilidad trabajar en una cota de realidad baja e ignorar estos hechos o elevar nuestra cota de percepción y trabajar con estos fenómenos, encontrarles lugar, estructura y conexión para relatar otra forma de realidad, una hiperrealidad que no extirpe cada fenómeno extraño para sentirnos más seguros.
Mi labor es recoger estos fragmentos radioactivos, estas singularidades y construir un golem con ellos. Los escribo a mano, los corto, los armo en páginas armadas con cinta adhesiva, los tipeo en laptop y se imprimen como fragmentos en Times cuerpo 12, los recorto y los voy pegando en pliegos de papel en mi pared. Algo empieza a armarse en la oscuridad, hay que tener cojones para andar por esos bosques, a veces. Se vuelve doloroso, no sabes si vas a llegar a puerto, si hay algo realmente ahí, pero siempre aparece el arquetipo, Ariadna, el hilo dorado. Los contenidos maceran en mi cabeza, sueño con ellos, se van buscando y establecen vínculos, comienzan a dialogar y comienzo a cortar y volver a pegar, a ordenar, a volver a cortar. Hay costras de papel en mi pared, a veces sigo escribiendo fuera. Me voy a ver libros de Roberto Matta, el Bosco, Doré. Pasan los días. Organismos unicelulares empiezan a nadar en la pared, copulan, se unen, aparecen pluricelulares, de pronto un crustáceo y al rato tengo un reptil hecho de una lista más o menos ordenada de eventos. Vuelvo a tipear en el laptop en la forma de escaletas, en paralelo desarrollo una historia donde montar-cruzar este reptil. La escaleta debe estar clara, precisa y definida, la novela debe estar escrita antes de tipear la primera palabra. Después, puedo hacer caso omiso del orden y moverme como danzando entre las escaletas, pero el esqueleto está ahí, pero no sabemos si será la Scarleth Johansson o John Merrick, o el hijo de ambos. Eso viene después.

 

CJ: Ygdrasil, Trinidad y Lluscuma conforman un tríptico de una realidad alternativa de Chile, contada del final hacia el principio. ¿Cómo se te ocurrió la idea para esta tríada? ¿Por qué vas contando la historia hacia atrás? ¿Qué tiene este proyecto que ver con Ucroníachile?

JB: «Do I really look like a guy with a plan? You know what I am? I’m a dog chasing cars. I wouldn’t know what to do with one if I caught it! You know, I just… *do* things.»The Joker (Dark knight, 2008).

El crecimiento de lo que hago es rizomático. Hay días en que descubro qué es lo que va a hacer tal o cuál personaje y sospecho que otro trata de sabotear la historia, y lo digo en término efectivos, ocurre así. Las paredes son frágiles e irrumpe un sueño a veces, o el personaje de otra historia, un recuerdo. Tengo que buscarles un lugar como quien interpreta una tirada de tarot. Las cosas simplemente ocurren en la vida, solo cuando se mira hacia atrás se puede ejercer el oficio de historiador e inventar las conexiones, ver que hay un hilo de plata que convierte 20 sucesos aleatorios en una historia en virtud de la paranoia de intuir que están de algún modo entrelazados. El autor tiene que ser un un paranoico con fe, un lector de vísceras, un psíquico que conecta las símbolos del cielo con los de la tierra a medida que lo ametrallan. Descubrir trozos de un cadáver y creer, porque un escritor es un creyente, que hay una manera elegante de relacionar cada parte y levantar una estructura bella con los pedazos, no con los que quiero que haya, sino con los que están. Porque si manejas todas las variables el producto queda feo, predecible, común. El auto-sabotaje, la guerrilla, la carencia y el asalto de factores internos inmanejables es imprescindible. Un médium porque no controla lo que dice, solo lo articula de formas bellas, le da el espacio que las cosas quieren, pone su oficio al servicio de su veneno. Soy un adivino al que lanzan de un avión y lee los paisajes como una tirada de tarot antes de estrellarse contra el suelo.

UcroníaChile fue un sabotaje contra un país enfermo de realismo. La necesidad de romper la represa que contiene las pulsiones de nuestro inconsciente colectivo. Reivindicar la historia y nuestros mitos como algo que le pertenece a la gente, a los escritores, no al ministerio de educación. El ejercicio diario de reconstruir nuestra historia mítica para revitalizar los mitos. Los mitos son los sueños de un pueblo y necesitan un update o se anquilosan en las esquinas de los museos, hay que romperlos, torcerlos, agredirlos. Todo lo que hagamos estará bien porque somos los soñantes de esos sueños y lo que hagamos será lo que debíamos hacer, no podremos hacer ni más ni menos.

Esos materiales quieren comportarse como ellos quieren, ¿quién soy yo para forzarlos a actuar como yo quiera? Eso me viene de la arquitectura. Las artes visuales aún se expresan antes de saber dónde van, solo así abren caminos nuevos. El territorio se expresa a través de su arte. Y es en ese avanzar en la cuerda floja, equilibrándose con estructuras febles en las manos, ciego y sordo, atacado y atacando, que se entra en las espléndidas ciudades. Arrojarse al fondo de uno mismo, sin saber si hay piedras o agua, tan al fondo, que lo que sea que salga de ahí será único no por novedoso, sino por propio; todo lo otros es comodidad, artilugio, comercio y malabarismo.

CJ: En el tráiler promocional de Lluscuma dices que “Chile es una serpiente con pesadillas”. ¿Qué crees tú que sueña Chile?

JB: El primer escudo de Chile fue un volcán. Los chilenos somos así, callados, tranquilos, hasta que la presión se hace insostenibles y estallamos. Desgraciadamente no conocemos muchos estados intermedios. La cordillera de los Andes es la columna vertebral de una serpiente hecha de volcanes. Una serpiente de fuego acostada sobre la grieta planetaria más explosiva de todas. Vivimos al borde del terremoto y el tsunami, serpiente de fuego y agua. La serpiente nos sueña, no existimos todavía como país, nos está pensando.

 

CJ:¿Qué es SYNCO? ¿Por qué convertirla en una novela gráfica? ¿Qué aporta la parte gráfica a una historia?

JB: Soy de los que creen que el asunto es al revés: una palabra vale por mil imágenes. Cuando uno muestra la foto de un árbol todos vemos el mismo; cuando leemos árbol, todos vemos uno diferente. Pero es simplemente divertido intentar hacer parir eso que la literatura permite vivir en la vaguedad. Trabajar en novelas gráficas permite, además, el trabajo colaborativo que abre la mente, la interacción, el esfuerzo, el pie forzado. Es otro tipo de ejercicio, son otros músculos, y a mi no me interesa tener brazo de tenista.
Creo sinceramente que una novela gráfica limita el Universo de cualquier relato, lo concreta, lo define a través de los ojos de alguien específico, lo pre-digiere; es, en ese sentido, egoico, no comparte la decodificación con el lector, se la impone bastante más que en lenguaje escrito, esa herramienta tan pobre que debe hacer maravillas para hacer maravillas. Pero, por otro lado, la novela gráfica es un ejercicio de arte alucinante.

 

CJ: La Policía del Karma trata de un servicio que castiga en el presente por crímenes cometidos en el pasado. ¿Por qué de nuevo el formato de novela gráfica? ¿Cuál es para ti la diferencia entre cómic y novela gráfica?

JB: Siempre las etiquetas son flexibles, no son alambradas, más bien letreros vagos. Una novela gráfica tendería más a la búsqueda de un lenguaje propio (que eso es arte en mayor o menor medida para mí), un hito, una tesis, más que un sendero sin fin, como son regularmente los cómics. Un objeto auto-conclusivo, autónomo, una obra sin cálculo, un gesto que se abandona luego para ir en busca de otra cosa. «Abandonar la obra terminada, ese es el camino del cielo», dice el Tao Te King.

CJ: ¿Te consideras un escritor experimental?

JB: Me considero un artista que hace todo lo posible por estallar para buscar entre los pedazos algo que me ayude a resolver el enigma. Soy un terrorista, un ejército de liberación de algo que está atrapado en el sótano de mi sótano y que necesito conocer. No es la experimentación por la experimentación, es que para buscar el Grial, dice la tradición, los caballeros entraron al bosque de Logres por lugares no conocido, jamás por los senderos trazados.
Para qué hacer algo que ya está hecho, para qué repetir fórmulas, cómo no quemar todas las naves cada vez ¿Hay gloria en algo así?

 

CJ:¿Qué pe parecen las nuevas formas de publicación tales como el crowfunding, la auto-publicación y la co-publicación?

JB: Todas las formas de lucha son válidas, compañera. Del crowdfunding me interesa la inteligencia colaborativa, la posibilidad de convertirlo en un proceso social, un experimento de participación, hive mind, un acto poético realizado por la mente que se construye cuando hay muchas mentes conectadas, la manera como funcionan los cardúmenes de peces o las bandadas de pájaros. Esa cuestión meditativa detrás del gesto y que nos hace uno, como bailar, o cuando éramos bacantes y comíamos jóvenes en el bosque. Perderse y ser océanos de nuevo. Me encantaría que algún día nuestras mentes viajaran por un tipo de ciberespacio y se fundieran en dos, tres o cinco mil mentes líquidas, a veces perdiéndose en multitudes, volviendo a ser uno, o dos, u otro.

 

CJ: ¿Qué artistas (y no me refiero solo a escritores) te inspiran?

JB: Roberto Matta, Jorge Luis Borges, Gottfried Helnwein, C.G. Jung, Trent Reznor, Emanuelle Swedenborg, Coré, Gunther Brüs, David Cronenberg, Antonin Artaud, y mil de monstruos más que viven y se golpean dentro en mi cabeza. Son sombras, son yo mismo en disputa intentando copular uno con el otro, desgarrándose a dentelladas por un pedazo de luz, por una línea en alguna historia. Tienen hambre.

 

“América Latina es pura confusión, el boceto salvaje de un mundo nuevo del que aún no sabemos nada”

CJ: ¿Qué crees que puede aportar al género la ficción especulativa que se está haciendo actualmente en América del Sur y Centroamérica?

JB: América es un continente en formación. No creo que seamos capaces de aportar ciencia ficción como la entienden los europeos. Fue en ese continente donde se produjo la dicotomía religión e iluminismo, fue en Inglaterra y Francia donde la Revolución Industrial levantó la fe en la tecnología como promotora del bienestar humano, la idea del progreso sin fin y el futuro radiante de sociedades libres, sin enfermedades ni ataduras. En la literatura fantástica se puso de un lado a fantasmas y magos, y en otro a aliens y naves espaciales. Se intentó una literatura realista en tanto levantada sobre las bases de la ciencia dura. En América fue la propia Iglesia la que trajo la ciencia, no hubo enfrentamiento. En América existen guerrillas cristianas, las supersticiones son fuertes, la magia opera social y políticamente. Seguimos siendo cultos cargo, la tecnología no es algo que se produce acá, sino que llega en cajas a bordo de grandes pájaros de metal. Mi abuela me daba una pastilla producto de la última tecnología médica pero se persignaba y me encomendaba a la virgen como si me estuviera dando una hostia. América no desecha nada, todo se acumula, nada se destruye, es el patio trasero donde occidente echa su basura, sus productos descontinuados, sus medicamentos fuera de norma, sus experimentos ideológicos y todo se acumula. Acá siguen vivos nuestros pueblos originarios, sus religiones ancestrales, modos de vida de la edad de piedra conviviendo con el high tech más cutting edge, megabytes y ayahuasca, santería y sushi de serpiente. En el zócalo de ciudad de México está la catedral colonial, el templo azteca y el edificio de cristal juntos, las épocas chocan, todo fracasa: la búsqueda de El Dorado fracasa, Almagro y Pizarro fracasan, Fidel Castro fracasa, Salvador Allende fracasa, Las FARC fracasan. América ensaya utopías cada década, lanza su sueño descabellado hacia el futuro y es aplastado una y otra vez, como Alvar Núñez Cabeza de Vaca, como Lope de Aguirre, como Ponce de León, como el Che Guevara muerto en Bolivia.
América vive en la Edad de oro donde los dioses, los héroes y las maravillas viven entre los humanos y el tiempo está suspendido en un eterno presente, nada avanza, todo se acumula. En Europa hay que desenterrar las ciudades que se construyen una arriba de otra, hay que ir a ver a los indígenas a los museos, hay que revisar la tecnología obsoleta en los archivos. Acá una red de computadores Apple de última generación se conectan con routers chinos de mala calidad a una red 10 base T en cascada desde un firewall PC con sistema operativo pirata enlazado a un backup PC 286 lleno de tierra perdido en un closet lleno de cableados de varias generaciones de redes descontinuadas, con cables quemados, cajas de centrales telefónicas en desuso por años, el transformador del télex y el fax aún enchufados a la red eléctrica pero conectados a nada, alambres de teléfonos mimetizados debajo de la cuarta capa de pintura, y así estratos y estratos de tecnología que se parecen a la mente de América, alucinada, en peyote, contemplando a la madre tierra y sus dioses convertidos al cristianismo a través de los GPS.
América es una vorágine de disonancias espacio temporales en ebullición, América Latina es confusión ¿Qué podemos ofrecer? Pura confusión, el boceto salvaje de un mundo nuevo del que aún no sabemos nada. Torbellino de razas, religiones, sectas, ideologías y dudas. Puro caos, desdibujamiento de los límites, irrespeto por las formas, todo un continente joven, desordenado y lleno de libido buscando a dios en las líneas de código de programación.

 

CJ: Eres un comentarista implacable de la realidad social y política de tu país y del continente en el que vives. En tus obras se reflejan tus preocupaciones por los desequilibrios sociales, la corrupción gubernamental y el ansia de poder de las grandes corporaciones ¿De qué manera crees que puede la ciencia ficción y la fantasía abordar esos temas? ¿Defiendes el género especulativo como una forma de denuncia?

JB: No creo en las agendas artísticas. Creo que uno debe entrar tanto en lo que uno es que las implicancias personales y sociales se dan solas. El único criterio posible en el arte hoy es la honestidad, de las más torcidas formas. Cuando comento mi circunstancia es un acto de coherencia, nada más. Vengo de una familia de clase media baja, fui tirapiedras contra Pinochet, vivo y soy testigo de la opresión y la desigualdad en que nada Latinoamérica; me alimento del resentimiento que todos los días las elites que viven en reductos que parecen Suiza arrojan desde sus mesas repletas al resto del país que parece vivir en Ruanda. Nuestras sociedades son ollas a presión, lo que hago es usar el vapor que expulsan para mover máquinas mentales coherentes, nada más. No hay discusión ética-estética en el arte de verdad, creo yo, solo un resultado coherente (ni siquiera la palabra honesto viene lugar, la honestidad es producto de acuerdo, educación y voluntad; yo hablo de ser coherente como lo sería un tiburón con su naturales y su medio).

 

CJ: Háblanos de tus planes futuros, ¿qué será lo próximo que publicarás?

Jorge Baradit: No lo sé. Lo que saldrá este 2014 es un cuento mío en la antología Terranova de Penguin Random House, España. Es un honor haber sido elegido para participar en un proyecto tan prestigioso. Además de eso, estoy cerrando un ciclo físico y mental que me tiene hecho pedazos.

 

Y ahora, solo hay tiempo para un quiz rápido de preguntas y respuestas breves:

 

CJ: ¿Star Wars o Star Trek?

JB: Star Wars, Star Trek se toma demasiado en serio.

CJ: ¿Comida rápida o casera?

JB: Casera, en casa cuidamos lo que entra a nuestros organismos.

CJ: Si tuvieras que ser el personaje de una película ¿cuál elegirías?

JB: Bowman, el astronauta de 2011 que entra al wormhole.

CJ: ¿Puedes decirnos el título del peor libro que hayas leído?

JB: Se me viene a la memoria El Mío Cid, que, créanlo o no, es lectura escolar obligatoria en Chile. Es un crimen hacérselo leer a niños. Está completamente fuera de código, es una tortura.

CJ: ¿Cuál es el mejor libro que has leído?

JB: Ficciones, de Jorge Luis Borges. Lo leería mil veces mil.

CJ: ¿Qué tipo de música sueles escuchar?

JB: Entre las sonatas de Bach, NIN y el harsh electrónico, el ruido de las radio de onda corta.

CJ: Cine 3D ¿sí o no?

JB: El cine es una página en movimiento. Hasta que el 3D no desaparezca como espectáculo en sí mismo y encuentre su real expresión, preferiré el 2D, un arte maduro

CJ: Si tuvieras que elegir poseer un súper-poder ¿cuál elegirías?

JB: Cocinar rico, soy un desastre en la cocina.

Walter y la antología «Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica»

A veces, siento ternura por el blog, aunque sea un sentimiento que se me pase pronto. Es un ser tan centrado en sí mismo y en sus necesidades pero, cuando me hace un favor, no puedo dejar de sentir hacia él orgullo maternal… un fenómeno efímero, afortunadamente. El otro día me presentó a Walter, uno de sus amigos virtuales. Porque yo escribo, queridos ojeadores de letras que leéis estas líneas. Invento historias que algunas almas caritativas leen, más por simpatía que por auténtico interés. Pero el blog cree que ha llegado el momento de lanzar mi carrera profesional y ha puesto a Walter en mi camino.

Walter resulta más antipático que el blog, todo un logro. Es un ser enjuto, encorvado y perpetuamente ceñudo que se pasa el tiempo hablando por el móvil. No entiendo cómo puede pertenecer al círculo de amistades del blog, pero hace mucho tiempo que dejé de preguntarme por sus relaciones sociales… siempre me sorprende con alguna criatura exótica. Walter no deja de ser otro personaje extravagante de los que colecciona el blog. No me hace mucha gracia que se haya convertido en mi agente –me lanzó su tarjeta de visita de muy malos modos mientras discutía acaloradamente por teléfono-. Al menos, ahora me representa un agente. Espero milagros que no llegarán, jugosos contratos que nunca se materializarán, y fama y reconocimiento que jamás me visitarán.

portada

Sospecho que Walter no ha leído ni una línea de mis relatos, ni un capítulo de mi novela. No conoce a “Rem”, ese extraño ser del que hablo en el cuento homónimo recogido en la antología Ellos son el futuro, que la web Ficción Científica ha reunido. Al mando de esta iniciativa está José Antonio Cordobés, ese incansable amante de la ciencia ficción que con mucha ilusión y en su tiempo libre ha creado una red para que los aficionados compartamos nuestra opinión sobre los títulos del género y descarguemos relatos de autores de ambos lados del Atlántico. Hace ya un año que http://www.ficcioncientifica.com se puso en marcha y no cesa de añadir funcionalidades para ayudar a realizar búsquedas de libros y divulgar el género en general. Es un punto de encuentro, un lugar donde cualquier enamorado de la ciencia ficción puede asomarse a las novedades, los clásicos, las antologías y compartir con otros sus ideas sobre cada obra.

Precisamente para celebrar el primer aniversario de su puesta en marcha, José Antonio tuvo la idea de agrupar en un e-book gratuito (disponible en http://www.ficcioncientifica.com/pages/ebook ) los relatos que varios autores habíamos publicado en su web, dada la buena acogida que estaban teniendo entre los internautas. El resultado es precisamente Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica, la antología ya mencionada y que toma prestado su título de un conjunto de micro-relatos de Santiago Eximeno.  Según Eximeno el texto “es un experimento, una ficción mínima fragmentada cyberpunk inspirada por las obras de Jorge Baradit y Francisco Javier Pérez. En el e-book también aparece otro relato suyo “Madre solo hay una”, de la que su autor dice: “Lo escribí porque había tocado antes el tema de la clonación pero no había quedado del todo satisfecho con el resultado. Quería buscar cierta sensibilidad que aparece muchas veces en mis micro-relatos de horror o costumbristas pero que no había utilizado hasta ahora en los de ciencia-ficción. La inspiración, Ken Liu.”

Precisamente el chileno Jorge Baradit es otro de los autores que aparecen en este libro digital de la mano del relato “La conquista mágica de América”. En palabras del autor, este texto “en su momento quiso poner de manifiesto los distintos niveles de realidad que se viven en este territorio. Acá los indígenas están vivos, las culturas originarias y sus cultos, los ritos alucinógenos, la magia urbana florece, el sincretismo cristiano-chamánico-whatever está mezclado con el asfalto. Los rezos católicos y las ceremonias mapuche se transmiten por fibra óptica. La historia de ‘La Conquista de América’ tiene una dimensión mito-poética en mi interior que quería hacer nacer de algún modo. Este texto es un intento por darle forma a una nueva manera de contar la fantasía desde América.”

Hay dos relatos de Juan González Mesa en esta colección. El primero, “El historial del egófago”, es una inquietante historia de terror de la que Juan dice: «Creo sinceramente que he creado un personaje que no es reflejo de un personaje anterior». De su segundo relato “Putas de Tijuana” apunta: “La ciencia ficción a menudo intenta hablar de las grandes preguntas sobre el hombre, pero este es solo un relato acerca de la amistad y de tener las pelotas en su sitio».

Otro de los autores participantes es Miguel Santander que define su cuento “La gran noticia” como “un pequeño experimento que juega con la percepción de un mismo hecho, una rueda de prensa que anuncia algo muy esperado a través de diferentes puntos de vista con distinto grado de información e implicación emocional sobre los hechos en sí. Hay que aclarar, por supuesto, que cualquier parecido entre «La gran noticia» y la realidad, en estos momentos en que todos miramos con lupa las declaraciones de nuestros dirigentes y las cortinas de humo están a la orden del día, es mera coincidencia… o no.”

Nieves Delgado contribuye con dos relatos, “Hacia dentro” y “Dariya”, en la antología. En el primero se hace un guiño especial a Ficción Científica y el segundo hace pensar inevitablemente en Asimov. La autora comenta de ellos que “son especiales porque buscan explorar la naturaleza última del ser humano, la esencia de lo que somos, y mostrar cómo esos límites rozan una y otra vez con el mundo cambiante que nos contiene. No sé si soy escritora, pero desde luego, lo que sí soy es buscadora”.

El relato de Josué Ramos “Presunto, presunto asesino” se debate entre el humor y el terror psicológico, tal y como él mismo señala: “yo quería escribir una pequeña reflexión sobre la “presunción de inocencia”, tan relativa a veces ante la opinión pública; y sobre el excesivo (y, muchas veces, erróneo) empleo que se hace últimamente de la expresión «presunto». He de confesar que el germen para poner en marcha la idea está en unas cuantas viñetas de «Las calles de arena», de Paco Roca (tras leer el relato, no es difícil saber a cuáles me refiero). A partir de ahí me dejé llevar, por absurdo que me pareciera el texto, hasta el resultado final: un relato weird sobre una situación terriblemente absurda en la que la apariencia puede llegar a condenar a una persona, algo que en nuestra sociedad actual no es tan poco común. Es muy diferente a cualquier cosa que haya escrito antes. Aunque no lo parezca, un relato muy realista. Y, tras terminarlo, me dio la sensación de que es un relato que se hizo a sí mismo.”

José Ramón Vázquez es otro de los autores incluidos en la antología. Para él su relato “es una coctelera entre justicieros urbanos como el Castigador o Harry el Sucio, el actual clima de indignación más que justificada contra los auténticos causantes de la crisis (poder financiero apoyado por el poder político) y la omnipresencia de las redes sociales y programas de tele-realidad. Mezclado, agitado y pasado por la batidora aparece “Share Rider”. […] Yo echaba en falta una crítica social irónica y descarnada como las de Womack en «Ambiente» y otros cyberpunk de los 80. En una situación muy parecida a la actual esa gente estaba criticando las políticas de Reagan y Thatcher usando el género. Nosotros, en lugar de ese tipo de historias teníamos zombis, post-apocalipsis y fantasía medieval. Había casi más crítica social en la literatura juvenil que en la de género orientada a adultos. Necesitaba leer algo como “Share Rider”, pero parecía que nadie estaba escribiéndolo. Por eso me puse manos a la obra.”

“El cadáver sin nombre” de Felicidad Martínez es una historia en la que se mezcla la fantasía, la ciencia ficción y el weird. El personaje principal resulta tan cercano y tan forastero al mismo tiempo que es imposible que deje indiferente al lector. De este texto, su autora señala: “creo que yo no soy quien debe decir qué hace especial mi cuento. Eso debe juzgarlo el lector. Sí puedo decir, sin embargo, que para mí la premisa parte de «nada es lo que parece», y que espero haber conseguido el efecto que andaba buscando.”

Manuel Moledo aporta el relato “Último viaje” y, al preguntarle qué destacaría de él, respondió: Si me parece que tiene un punto nuevo en la forma de aunar dos conceptos que había sido ya conceptualizados por algún otro autor:  el uso del entrelazamiento cuántico (que hace posible el «ansible» de Ursula K. Le Guin y al que yo simplemente llamo «comunicación cuántica») y la digitalización de la personalidad (que es usada con todo su jugo en Carbono Alterado de Morgan). Bueno, y la clonación, pero eso está tan usado que ni vale la pena comentarlo. Dos cosas más que me gustan, aunque no creo que hagan el cuento especial. El alegato contra la ejecución como castigo, y la importancia de la edad biológica (nivel de testosterona) en el comportamiento. “

“Adaptación” y “Futuro” son los dos cuentos de Ricardo Manzanaro Arana en esta antología. Los describe como “de corte humorístico, que es un estilo dentro de la ciencia ficción poco frecuente, y en la ciencia ficciónen castellano creo que aún más. Mis autores preferidos de cuentos son Fredric Brown y Robert Sheckley, con lo que te puedes hacer una idea del estilo que sigo. También en muchos de mis cuentos trato el tema sociológico.”

“Rem”, de Cristina Jurado, es más una leyenda weird que un relato. En palabras de su autora “se trata de antropomorfizar el sentimiento de culpa, tan destructivo. Me hubiera gustado escribir algo de ciencia ficción dura, pero cuando José Antonio me pidió un cuento, éste fue el que se me ocurrió. Creo que es más un volcado de emociones propias que una narración en sí, pero es una pieza honesta.” La propia Cristina ha sido la encargada de redactar el prólogo del e-book en el que hace un breve repaso a cada uno de los textos y a sus autores. Y sí, la Cristina Jurado a la que me refiero soy yo misma, pero seguiré refiriéndome a ella en tercera persona para poder despacharme, si creo que se lo merece.

Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica es como una tabla de  tapas de la narrativa breve en español: hay de todos los sabores y con ingredientes distintos para dar gusto a todo tipo de paladares: Ciencia ficción dura, weird, terror, fantasía urbana, ciberpunk, ciencia ficción social… Propuestas frescas de distinta extensión por parte de autores, más conocidos algunos y menos otros, igualmente interesados en apoyar el género que más les gusta en nuestro idioma.

Walter dice que “Rem” (mi cuento) desentona en el conjunto, que debo ser más disciplinada a la hora de escribir y que se acabó eso de regalar relatos. Es increíble cómo puede conversar con dos personas al mismo tiempo (sigue hablando por teléfono) pero si consideramos que lo suyo es más un monólogo que un diálogo, en realidad lo que hace es arrojar palabras por la boca, unas veces dirigiéndose a mí y otras a su interlocutor telefónico.

Me temo que nuestra relación profesional será muy breve. Antes de contratarlo, lo voy a despedir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Latinoamérica a través de la actual Ciencia Ficción

Hoy el blog se hace a un lado para dejar su espacio virtual a un bloguero del otro lado del Atlántico, Luis Cermeño, uno de las mentes detrás de la página milinviernos.com además de bloguero, escritor y divulgador colombiano. Si hace unos meses quisimos presentar una lista con los títulos en español más destacados dentro de la ciencia ficción y fantasía http://wp.me/p1QWpb-4M, hoy queremos complementar ese inventario con los trabajos aparecidos en aquella costa. De otro modo, el catálogo sería un ente incompleto. Agradecemos a Luis su interés y buen hacer, así como a todos los que han colaborado con su sabiduría en este artículo: Luis PestariniMiguel Ángel Fernández DelgadoLuis Saavedra VLaura PonceTanya Tynjälä, Carlos Enrique Saldivar, Sergio Gaut vel HartmanMiguel Angel Fernández Delgado José Joaquín Ramos.

southern neighbors

«He recibido la llamada trasatlántica de un curioso ser que se ha presentado como un blog. El motivo del contacto se debía, como me lo trató de explicar pausadamente, intentando aplacar mi asombro, a su deseo de conocer la acción por estas latitudes del trópico.  Tengo un blog milinviernos.com y sé lo exigente que en ocasiones estos se tornan, a veces insufribles, pero ineluctablemente merecedores de nuestro cariño. Y, sin embargo,  nunca sospeché de la existencia de uno de ellos como entidad viviente, capaz de hacer una llamada y en ella expresar sus deseos de una manera cordial como vehemente.

Aunque consumo regularmente noticias de divulgación científica, no me considero un gran conocedor de los adelantos más revolucionarios.  En esta ocasión, estaba en línea con una Inteligencia, con una vida autónoma, que me manifestaba su deseo por conocer esta parte del mundo, llamada de formas tan distintas: Latinoamérica, por unos; Sudamérica, por otros; Las Américas; por otros. Quería saber sobre las nieves más despiadadas de la cordillera de Los Andes; quería atravesar las selvas más inhóspitas del Amazonas; visitar los campos de batalla del Paraguay que recorrió hace algún siglo Sir Richard Francis Burton; bailar música Salsa; probar yagé; enamorarse en el Orinoco; acceder al código maya en Guatemala; tatuarse con los maras de Honduras;  repetir el periplo de Hunter S. Thompson desde Aruba hasta Río; penetrar los reinos subyacientes a Machu Pichu; divisar un ovni en el Titicaca; cazar una pelea en uno de los salones de barrio que a ritmo de Tango propinan la muerte a gauchos y compadritos.

Me tocó hacerle un llamado a la calma a esta entidad, ya que la excitación a la que lo abandonaba el alto vuelo de su imaginación era evidente. No soy un guía turístico y conozco poco del continente, en el que me encuentro más por el albur del nacimiento que por una vocación latinoamericanista, si algo así existe. El ser insistía en que debía ser yo quien le diera una idea de este continente para una futura expedición, para la cual ya tenía preparada una mochila y una provisión de medicamentos.

Después de un rato de conversación, llegamos al punto común del interés por la ciencia ficción. Para el blog, una buena forma de conocer una región es a través de su ciencia ficción actual.  A ello debí responder que aunque me gusta la ciencia ficción,  la mayor parte que consumo proviene del norte, tengo noticias de varios libros que se publican, pero a menos que estén dispuestos en Internet, es difícil lograr acceder a ellos. Son rumores de amigos de amigos. Gracias a las redes sociales, estamos empezando a conectarnos, tanto escritores, como editores y aficionados al género. Empezamos a romper el aislamiento.

El blog entonces me soltó una carta que hasta entonces tenía tapada. Me confesó que antes de mí se había comunicado con Luis Pestarini, escritor y editor argentino, conocido ante todo por ser el hombre de la revista “Cuásar”. Sobre esta situación de asilamiento en Latinoamérica, y la ignorancia evidente que existe entre los aficionados del género a las cosas que se hacen más allá de las fronteras de cada uno (y muchas veces incluso dentro), le dijo:

América Latina es un territorio extenso, culturalmente muy variado, y poco relacionado internamente en cuanto a la publicación de libros. Lo que hace que lo que es publicado en México por fuera del nicho de los best sellers, difícilmente tenga distribución en Chile o Argentina, situación que se replica en toda la región.

En seguida, me dijo que Pestarini le había ofrecido un panorama de esa Latinoamérica diversa, recolectando algunos títulos junto el mexicano Miguel Ángel Fernández Delgado, autor de la antología “Visiones Periféricas”; el escritor chileno Luis Saavedra V; y Laura Ponce, de ediciones Ayarmanot que publica la “Revista Próxima”. Estos títulos, con su respectivo comentario, son:

Título: Cita en la burbuja

Autor: Alicia Fenieux

Editorial: Editorial Forja (Santiago de Chile)

Segundo libro de cuentos de la serie “Cuentos del 2100”, de la periodista Alicia Fenieux, aborda las formas en que la tecnología afectará el comportamiento social e individual en un futuro cercano, impersonal y frío, escapando a los lugares comunes. Otro de los libros que han trascendido las fronteras de los lectores del género.

Título: Gongue

Autor: Marcelo Cohen

Editorial: Alfaguara (Buenos Aires)

Cohen ha escrito (y traducido) narraciones de ciencia ficción durante los últimos treinta años, pero su obra haescapado al rótulo genérico porque sus planteos son esencialmente lingüísticos y metaficcionales. Gongue pertenece a su serie de relatos ambientados en el Delta Panorámico, un territorio en un futuro indeterminado donde, en las distintas islas, se replican paisajes diferentes. El protagonista es un custodio que debe proteger propiedades de merodeadores, ya que el agua ha subido e inundado los edificios. Lo hace desde el extremo de una montaña de basura, abarcándolo todo con su mirada, otro rasgo característico de Cohen.

Título: Lluscuma

Autor: Jorge Baradit

Editorial: diario La segunda (Santiago de Chile)

Baradit es una de las figuras más populares, no de la ciencia ficción, sino de la nueva narrativa chilena, con libros que han sido verdaderos best-sellers. Lluscuma es una novela publicada en forma semanal, y está basada en un viejo caso Ovni acontecido en 1977 en Chile. El supuesto encuentro, el 25 de abril de 1977, de una patrulla militar chilena con una luz ovalada que baja del cielo y parece tragarse al cabo al mando, para devolverlo 15 minutos más tarde con barba de una semana y su reloj adelantado en 5 días. Los relatos son auto-conclusivos pero siguen una línea argumental general.

Título: Las mellizas del bardo

Autor: Hernán Vanoli

Editorial: Clase Turista (Buenos Aires)

Vanoli ha abordado la ciencia ficción en varios de sus libros, narrando lo cotidiano, con fuerte acento en rasgos argentinos, desde una realidad deteriorada. Las mellizas del bardo es Una novela de carreteras en un mundo post-apocalíptico donde las mujeres ejercen todos los roles habitualmente ejercidos por hombres (camioneras, barrabravas, mecánicas). Es sobre dos chicas que van huyendo. Huyen a sangre y fuego de un negocio mejicaneado, con el botín/víctima del secuestro: el ciborg de un héroe mundial del futbol, Lionel Messi.

Título: Otros seres y otros mundos: estudios en literatura fantástica

Autor: Campo Ricardo Burgos López

Editor: Universidad Sergio Arboleda (Bogotá)

Se trata de una recopilación de artículos y ensayos, aparecidos previamente en publicaciones periódicas o como conferencias. El autor, que ya tiene tiempo estudiando la literatura fantástica, desde los ángulos filosófico y sicológico, que son los que mejor conoce por su formación académica, divide su libro en tres partes. En la primera, ofrece dos estudios sobre literatura fantástica en general, el primero de ellos lo dedica al cine (El Exorcista y El laberinto del fauno); el siguiente, a las ucronías; en la segunda parte, estudia la literatura fantástica colombiana, en particular la de uno de su fundadores, René Rebetez, y un panorama de lo más reciente que se ha publicado; en la tercera parte, dedicado a autores consagrados, ofrece ensayos sobre C. S. Lewis, Borges y un tal Donald L. Wilson, que escribió un libro sobre cómo hacer crecer los senos usando la imaginación, pero que Burgos trata, con una gran dosis de humor y agudeza, como una obra de literatura fantástica.

Título: Los sueños de los últimos días

Autor: Hermann Gil Robles

Editor: Ediciones Andraval (Culiacán, México)

Este thriller ciberpunk es la primera novela de uno de los autores mexicanos jóvenes más prometedores y que ya cuenta con varios premios de cuento en su haber. El protagonista es contratado por una organización secreta que trata de detener una infección que provoca la pérdida de la conciencia, provocada por un grupo de artistas surrealistas. La obra está plagada de imágenes de pinturas.

A este listado, le propuse añadir otro, que hace poco preparó la escritora peruana-finlandesa de ciencia ficción y fantasía Tanya Tynjälä, en su blog de «Amazing Stories: Nuevos trabajos de Ciencia Ficción en Español«. En esta lista se nos consultó a Carlos Enrique Saldivar, joven escritor de CF peruano; Sergio Gaut vel Hartman, escritor y editor argentino; nuevamente al chileno Miguel Angel Fernández Delgado; a José Joaquín Ramos, de Alfa Eridiani; y a mí, experto en destrozarme los nervios con situaciones como la llamada del blog viviente.

Esta es  una lista construida en colectivo, por varias personas que estamos interesadas en lo que sucede a nivel regional con la Ciencia Ficción y tratamos de ver cómo lograr un mayor reconocimiento de éste, y sus autores, para seguir fomentando el género para expresar nuestras realidades únicas desde esta narrativa que se caracteriza por su profundidad y riqueza. Más allá de las certidumbres, nos interesa la reflexión que la Ciencia Ficción pueda originar, precisamente, porque al parecer sociedades como las de Latinoamérica, deben pensar  en el futuro  con la seriedad de un niño en el juego – parafraseando a Nietzsche-  para alcanzar un grado de madurez. Estamos lejos de ser naciones que  se puedan auto-determinar, pero los escritores de CF somos bien conocidos por anticiparnos a cosas que en un principio parecen muy fantásticas o imposibles.

El blog quedó un momento en silencio. Pensé que se había cortado la comunicación. Entonces volvió a aparecer. Dijo que lo esperara. Que le habían quedado más ganas de conocer Latinoamérica y que algún día llegaría a mi casa, con maletas y no me molestara si me pedía hospedaje por unos días.  Las puertas están abiertas, le contesté. Es Ciencia Ficción, todo está permitido.»

El blog… haciendo amigos.