«The Three Body Problem» de Liu Cixin: carta de amor a la ciencia

Esta reseña sale paralelamente con la de Miquel Codony en el blog La Biblioteca de Ilium, la de Josep María Oriol desde el blog Voracilector, y la de Pedro Román desde el blog Leemaslibros. Los cuatro hemos leído The three body problem de una manera cuasi-simultánea y tenemos opiniones muy diferentes respecto a la novela. Sirva este ejercicio para proporcionar un espectro de puntos de referencia a quienes estén interesados en la ciencia ficción que se está realizando actualmente.

The three body problem de Liu Cixin es una de las novelas que suenan con fuerza de cara a las nominaciones de los premios Hugo. Traducida al inglés por el escritor norteamericano Ken Liu y publicada el año pasado, apareció originalmente de forma serializada en 2006, alcanzando una gran popularidad en el mercado chino. Se trata de la primera novela de una trilogía de ciencia ficción que muy pronto estará disponible en inglés en su totalidad, un cambio de paradigma con respecto a la tradición anglocéntrica. Desde hace algún tiempo, las revistas del género acogen en sus páginas más autores procedentes de otras culturas: asiática, sudamericana, africana, etc. El hecho de que un escritor que comienza a ser reputado y conocido como Ken Liu haya firmado la traducción seguro ha ayudado a dar a conocer la novela, aunque Cixin es probablemente el autor chino más conocido fuera de su país.

La trilogía, en sus ediciones originales en chino

Contacto 

The three body problem es un libro sobre contactos inter-especies: la humanidad entra en contacto con los Trisolarans, seres inteligentes que viven en un planeta aquejado por un gran problema, que da título al libro y por el que se conoce a la trilogía en su conjunto. Cixin cuenta una toma de contacto entre humanos y Trisolarans muy alejada de la que estamos acostumbrados a ver: no hay conflicto bélico inmediato, ni siquiera hay voluntad de contacto en un primer momento. El auténtico conflicto surge cuando las acciones de una sola persona, la científica Ye Wenjie -hija de la Revolución Cutural china-, cambian el curso de la historia.

Cixin focaliza la trama sobre Ye y sobre el ingeniero en nanotecnología Wang Miao y, en general, sobre la ciencia. La premisa de la que parte es una de las más atractivas que he leído en mucho tiempo en una novela de ciencia ficción: una oleada de suicidios entre miembros prominentes de la comunidad científica. A partir de un comienzo que bien podría atribuirse a un thriller, se va generando una novela que mezcla la filosofía de la ciencia con el ciberpunk. Wang Miao es el “vehículo” del que se vale Cixin para introducir al resto de personajes, los escenarios y la historia de contacto alienígena. A través de su mirada llegamos hasta Ye, la verdadera protagonista, el elemento sobre el que pivota la historia y que articula el conflicto. El lector aprenderá que hay un movimiento secreto que apoya una invasión de la Tierra por parte de los extraterrestres y que esta organización emplea un extraño videojuego para reclutar a sus miembros. Dentro de dicha organización hay distintas facciones, desde la más moderada a la más extremista, que las instituciones gubernamentales y sus aliados intentarán controlar y/o desactivar.

Una de las cosas que más llama la atención de esta novela es que se hace una referencia constante a los Trisolarans, pero no se revela casi nada de ellos. Tan solo en la parte de la trama que cubre el videojuego, se llega a conocer el desarrollo de su pensamiento científico por proxy, es decir, a través de una simulación que utiliza personajes históricos (científicos casi siempre) y otros fantásticos que parecen sacados de una historia de Lewis Carrol. No soy especialista en juegos inmersivos, pero las situaciones del juego me parecían más surrealistas que típicas de un game. Y, francamente, no veo cómo podría el juego, tal y como está planteado, atraer tanto la atención de un jugador, por mucho que este fuera un científico teórico.

Ilustración escogida para la portada de la traducción al inglés

En cuanto a la estructura, creo que refleja en cierto modo el problema orbital referido en el título. La trama está contada desde tres ángulos: el pasado de Ye, el presente terrestre que se despliega de la mano de Wang y el presente de los Trisolarans. Cada uno de estos ángulos orbita alrededor del otro, con un comportamiento aparentemente aleatorio e imposible de predecir. Por su parte, la mayoría de los personajes carecen de profundidad psicológica, a excepción de la propia Ye y del pintoresco policía Shi Quiang, aunque Cixin consigue armar la historia sin ese elemento. ¿Cómo lo hace? Ofreciendo ideas sorprendentes, giros inesperados en la trama y una forma original de abordar la ciencia ficción.

Videojuegos, casualidades y predicciones

Miquel me pregunta sobre cuáles creo que son las principales virtudes de la novela y porqué no me gustó, a una filósofa aficionada como yo (no sé de dónde sacó eso), la parte del videojuego. Mi respuesta es que, precisamente, el juego parece cualquier cosa menos un juego. Se trata, más bien, de una simulación terracéntrica del mundo de los Trisolarans y probablemente sería equivocado juzgarla desde los parámetros terrestres. Sin embargo, en mi humilde opinión, desde cualquier parámetro el juego es un aburrimiento en el que no se gana nada, ni se conquista nada. Tan solo hay personajes extraños que hablan y hablan y hablan. Proponen ideas interesantes, eso sí, pero se trata de una especie de juego de rol en el que uno debe encontrar la solución a un problema de física orbital. Apasionante, ¿verdad? Quizás, el problema esté en que mis conocimientos de física no son lo suficientemente profundos como para comprender la belleza del problema en todo su esplendor. A pesar de que entiendo su complejidad y la manera en la que gobierna el destino de los Trisolarans, no acierto a comprender por qué Cixin no ha diseñado un videojuego más interesante. La primera regla de un videojuego, a no ser que yo me haya perdido algo ¿no es ser entretenido? Dudo mucho que por muy científico teórico que uno sea pueda entretenerse con un conjunto de escenas oníricas en las que no hay lógica, ni recompensas, ni curso de acción. En cuanto a las referencias a la filosofía de la ciencia que existen en el juego, creo que podría haberse desarrollado de una manera más amena. Es como si uno estuviera en el módulo de realidad virtual de la Enterprise: se siente fake.

El autor chino Liu Cixin

Josep María me pregunta si pienso que Cixin abusa demasiado de las casualidades. No me fijé en las casualidades cuando estaba leyendo la novela, si soy sincera, y sí en que el autor “cuenta” mucho y “muestra” poco. A pesar de los infodumps, que creo que podían haberse resuelto de mejor manera, la novela funciona porque narra una historia con los suficientes elementos de sorpresa y originalidad que consiguen atrapar al lector. De vuelta a las casualidades, el encuentro entre Ye y Evans y su relación posterior es, cuando menos, peculiar. La gente no va al encuentro de otros que han conocido brevemente solo porque les manden una escueta postal. Bueno, a lo mejor en China, sí. También resulta extraño que Evans sea un millonario, porque su padre le deja toda la fortuna familiar –aunque sea el hijo pródigo- y porque muere muy convenientemente en medio de la narración. Y podría seguir, pero a riesgo de contar más detalles de la historia. En resumen, Cixin abusa bastante de las casualidades, sobre todo al final, pero no parece importarle mucho.

Pedro quiere saber cuáles son mis predicciones sobre la historia para los siguientes libros. Después de acudir a mis fuentes de información (véase el blog Sense of Wonder de Elías Combarro), y después de que éstas no soltaran prenda al respecto, supongo que no me queda nada más que elucubrar. En el segundo libro, me gustaría a los Trisolarans camino de la Tierra, contactando de vez en cuando con el gobierno chino y con los principales canales de información, probablemente a través de otra simulación. El secreto de su viaje se haría público y cundiría la alarma social. Ye se convertiría en papisa de un nuevo sistema de creencias y la ciencia pasaría a ser una nueva religión. Para el tercer libro, los Trisolarans llegarían a la Tierra. El problema para Cixin será crear una especie inteligente que nos sorprenda. Una opción lógica sería hacerlos antropomorfos, pero eso también sería la solución más fácil. Otra posibilidad, sería que adoptaran la forma que el interlocutor quisiera, tratándose de seres polimorfos (un poco como los marcianos de Bradbury). También cabe la posibilidad de que no se les muestre nunca. Quizás estén delante de nosotros y no les veamos, después de todo. No sé si Cixin optará por incorporar otras especies inteligentes que hayan interceptado los mensajes de la Tierra. El conflicto se desatará sin duda cuando lleguen y quieran colonizar nuestro planeta. Quiero creer que el autor no optará por la solución más evidente y que nos sorprenderá y, por los pocos datos que tengo, creo que así será.

En resumen, este es un libro que recomiendo a los amantes de la ciencia ficción, sobre todo de la ciencia ficción dura, por sus ideas y su planteamiento alejado de lo que estamos acostumbrados en occidente. Tiene ciertas lagunas, en materia de personajes y estructura, pero creo que esas cuestiones se ven superadas con creces por la desbordante imaginación de Cixin y el buen hacer como traductor de Liu. The three body problem no solo ha conseguido engancharme desde el principio sino que ha logrado que desee leer la siguiente entrega. Al final, lo que me queda claro, es que esta trilogía es una declaración de amor a la ciencia en toda regla.

TerraNova 3: más y mejor

TerraNova, publicada por Fantascy, se ha convertido en tan solo unos años en una marca sinónimo de calidad dentro de la literatura de ciencia ficción en nuestro país. Iba a decir eso de “referente” pero no estoy segura de que al editor y a los involucrados (traductores, editorial) les gustase tal apelativo, cuando pienso sinceramente que no es el objetivo que persiguen. La audacia de Mariano Villareal de habilitar un vehículo para reunir narrativa breve internacional y nacional en un momento en el que pocos apostaban por las antologías, es encomiable pero, además, demuestra una visión muy acertada del mercado.

Las antologías son apetecibles porque permiten una lectura fragmentada: no es necesario leer los relatos de manera lineal y su disfrute se puede intercalar con otras lecturas. En mi caso, que tengo un claro déficit de concentración, son objetos maravillosos que me permiten entrar en otros mundos por espacio de unos minutos, sin pedirme demasiado tiempo a cambio.

A veces he tenido la sensación de que Villareal me había leído el pensamiento a la hora de seleccionar las obras que componen este tercer volumen. “¿Cuáles son algunos de tus autores favoritos, Cristina? Dime unos cuantos y te los reúno en una antología.” Egocentrismo 2.0, lo sé. Voy a intentar explicarme.

China Miéville

Ya es conocida mi querencia por China Miéville. El británico ofrece una rara combinación dentro del género, ya que es capaz de desarrollar ideas sorprendentes, lujosamente trabajadas, con una prosa muy por encima de la media. Me entero hace unos meses que un relato suyo será incluido en TerraNova 3 y, después de pre-comprar el libro en Amazon, es el primer texto que leo. “La Cuerda es el mundo” no es un relato en el sentido tradicional: no hay personajes ni una trama a la que estén adscritos. Se trata más bien de una pieza especulativa, una suerte de introducción a un futuro a medio plazo. Una de las cosas que me gustan de Miéville es la profundidad de sus ideas, enraizadas en una atenta reflexión sobre el destino del ser humano, y las implicaciones sociales y económicas de sus elecciones tecnológicas. Este relato me gusta y mucho, precisamente porque Miéville se evita el lastre de los personajes, la parte de sus historias que no está a la altura del resto, en mi humilde opinión. Teniendo en cuenta que el británico no es un autor fácil de traducir, la labor de Juan Carlos Pavón Pavón es realmente meritoria.

Ken Liu

“Mono no aware” del norteamericano Ken Liu fue el segundo relato que leí, aunque ya lo conocía en su versión en inglés. Me sorprendió gratamente la traducción de María Pilar San Román Navarro, capaz de transmitir el poder evocador del norteamericano con una prosa muy cuidada. Antes de nada, debo confesar que tengo un problema con Liu. Me parece un escritor de buenas ideas, pero éstas no logran emocionarme. El sentimentalismo del que hace gala en sus textos no me llega en absoluto. Ya sé que solemos achacar a la ciencia ficción su frialdad, su incapacidad para conectar con los sentimientos a favor de ideas elaboradas con posos científicos y poder especulativo. Y comprendo que Liu intenta ser un revulsivo, pero hay algo en su manera de abordar los temas que me repele un poco. Y no porque sea poco interesante el abordaje desde culturas asiáticas, eso es un punto a su favor, sino porque es previsible y yo necesito que me sorprendan un poco más. En concreto, este relato es de los que menos me han gustado de la producción de Liu, pero entiendo que pueda gustar a otras sensibilidades menos frígidas que la mía. De cualquier manera, aplaudo su inclusión en la antología, pues creo que el norteamericano es una de las voces más interesantes del género actual, precisamente por ofrecer una alternativa a las historias anglocéntricas.

Confieso que tenía mucha curiosidad por leer “Prolag” de Ricardo Montesinos, un autor que me gustaría que produjera más. Su prosa es muy fluida, sin artificios efectistas, pero repleta de matices sutiles que hacen reflexionar al lector: justo lo que me interesa. He disfrutado mucho con la historia de Montesinos, un monólogo dramático, no solo por el tono sino por recordarme a una pieza escénica. Esta historia se inicia con uno de los mejores comienzos que he leído en mucho tiempo:

Es un poco triste, pero la vida de una persona puede resumirse hasta caber dentro de una caja: un montón de fotos, algunos diplomas, unos cuantos recortes de periódico… Aquí está toda nuestra historia, nuestros triunfos, nuestros fracasos. Todo condensado y clasificado, ordenado por su fecha.

Montesinos consigue, con una narración sobre el determinismo cognoscitivo de la lengua sin pretensiones, todo lo que Liu no consigue, es decir, me engancha, me provoca reacciones emocionales y me incita a la reflexión. Me ofrece, por tanto, todo lo que yo le pido a un buen relato. Creo que es uno de los mejores relatos de la antología.

Jorge Baradit

“La policía del karma” del chileno Jorge Baradit es un viejo conocido. Llevo siguiendo de cerca la trayectoria de este escritor desde que lo descubrí hace un par de años y ya había leído este relato. Baradit siempre logra sorprenderme por la riqueza y originalidad de sus referencias, aunque a veces peque de reiterativo. Lo que me interesa de este autor es su sincretismo temático, su forma autóctona de entender el ciberpunk y de integrarlo con la riqueza cultural chilena y sudamericana.

Jonathan recibió con excitación el gesto de alerta de su comandante. Una vez que diera la señal para comenzar el asalto los intercomunicadores se encenderían, pequeñas dosis de ayahuasca entrarían en sus organismos y la coordinación sería perfecta. Todos serían una sola mente con la mama Tierra como un enjambre de abejas de carne y pólvora.

Precisamente es su capacidad para sorprenderme en cada línea, la fuerza de las imágenes que describe y sus asociaciones de ideas lo que más me atrae de la narrativa del chileno. Solo espero que siga sorprendiéndome por muchos años.

Paolo Bacigalupi

No entiendo por qué no he leído nada de Paolo Bacigalupi hasta ahora. Sé que hay recopilaciones de sus relatos en nuestro idioma y que ha recibido numerosos reconocimientos en los últimos años, pero hasta ahora no me había cruzado con un texto suyo. Admito que me atrajo el poder disfrutar de la magnífica traducción de Manuel de los Reyes, un profesional cuya labor admiro desde que le conocí a través de las redes sociales. “El jugador” es un relato no solo capaz de atrapar en sus redes a una licenciada en Ciencias de la Información como yo, sino a cualquier persona consciente de la influencia de los medios de comunicación. También me gusta el trasfondo histórico y familiar de la narración, mucho más sugerente e interesante que el de otros relatos. Leer “El jugador” ha despertado en mí unas ganas incontrolables de consumir más narrativa de Bacigalupi.

Liu Cixin

“¿Quién cuidará de los dioses?” de Liu Cixin está traducido directamente del mandarín por Javier Altayó, un gran acierto ya que la equiparación de significados es más fluida al no mediar la traducción inglesa. La historia de Cixin se desarrolla como una narración oral, como si un bardo del futuro contara a una audiencia esta tragicomedia en la que podemos percibir hasta la gestualidad de los personajes cuando hablan. Cixin utiliza una prosa sencilla, casi naive, para transmitir poderosas ideas relacionadas con el futuro de la humanidad, su papel en el universo y la forma en que otras civilizaciones pueden percibirla. La especulación exo-humana del autor chino es, a pesar de su componente alienígena, tanto o más humana que la terrestre y, como hacen las buenas historias, deja la puerta abierta a la meditación sobre nuestra propia naturaleza. “¿Quién cuidará de los dioses?” me ha dejado con ansias golosas de leer The Three-Body problem, la primera entrega de la saga de Cixin que se ha traducido al inglés.

Eduardo Vaquerizo

“M34” de Eduardo Vaquerizo es una historia sobrecogedora que habla de la otredad, concretamente de la mirada del monstruo. También es un thriller biopunk situado en un futuro en el que la medicina es capaz de reparar profundos daños físicos. Vaquerizo consigue crear con gran éxito un futuro a medio plazo caracterizado por extraordinarios avances médicos y tecnológicos. Es en la confluencia entre ambos donde se origina el conflicto que genera la trama. Debo reconocer que las páginas finales me recuerdan al final de otro cuento, esta vez de Borges (La casa de Asterión) y uno de mis favoritos por cierto, en el que también se habla de la mirada pesimista del monstruo desde su propio punto de vista. En el relato de Vaquerizo hay dos monstruos, uno humano y otro no, que los convierte en criaturas torturadas y conscientes de su otredad. Como se trata de uno de los temas que más me interesan a nivel personal he disfrutado mucho con las aventuras de la protagonista -Susana del Río-. Creo que el relato tiene implicaciones filosóficas profundas que sería muy largo desgranar pero que lo convierten en uno de mis preferidos de esta antología.

Sofía Rhei

Conozco varias de las obras de Sofía Rhei, algunas de ellas muy íntimamente, y fue una grata sorpresa enterarme de que había ganado un lugar en esta antología a través de la convocatoria abierta. “Ánima” es una historia biopunk asentada también en el futuro no muy lejano, en el que la reproducción humana requiere de complejos procesos y no todo el mundo es fértil. Una de las críticas que se suelen hacer a la ciencia ficción es su torpeza para integrar aspectos humanos en las historias: muchas veces faltan sentimientos y personajes creíbles que sirvan para exponerlos. El relato de Rhei explora este terreno, desde las relaciones de pareja a las paterno-filiales a la manipulación emocional. Creo que la autora ha sido capaz de crear un futuro posible, mucho más aterrador de lo que podría parecer a simple vista, con una prosa fluída y evocadora que engancha y consigue emocionar. Algo nada fácil.

Miguel Santander

“La epopeya de los amantes” de Miguel Santander es un relato suméricamente teslépico, un término acuñado al alimón con su autor. Estructurado en dos partes: la primera narra una antigua leyenda sumeria que sirve de excusa temporal para las aventuras que se describen en la segunda parte. El protagonista es el inventor y hombre de ciencia Nicola Tesla, reivindicado desde hace unos años como uno de los cerebros más brillantes de su época e injustamente olvidado por la historia, y su máquina capaz de viajar en el tiempo. Las aventuras se suceden con mayor aceleración hasta llegar a una conclusión épica, si se me permite la expresión, en el sentido de legendaria, pues se mezclan algunos elementos históricos reales con numerosos fantásticos. ¿Es posible declarar los viajes en el tiempo como ciencia ficción y no como fantasía? Quizás podríamos definirlos como fantaciencia o ciencia fantalizada. Creo que Santander ha mejorado respecto a obras anteriores en lo que respecta a construcción de personajes y se maneja con más soltura en los esqueletos narrativos tradicionales. Es loable que no se quiera encasillar como un escritor de ciencia ficción dura e intente explorar todo tipo de temáticas, como ya lo hizo con La costilla de Dios, su novela divinepunk.

Paul McAuley

“La decisión” de Paul McAuley es un relato ambientado en una Gran Bretaña inundada debido a los efectos devastadores del cambio climático pero que se ha adaptado a una vida en palafitos y pequeñas islas. Después de todo, los británicos son ya islanders. El joven protagonista ve su vida completamente alterada cuando un artefacto alienígena desciende a la superficie terrestre. Raúl García Campos traduce de manera impecable una historia innecesariamente larga. ¿Cómo hace Villareal para rodearse de profesionales de la traducción de esta calidad? ¿A quién le ha vendido el alma? Esta historia propone un escenario muy interesante pero es tan lenta y tan atropellada en ciertos momentos que desconcierta. Es una pena que una idea con tantas posibilidades, simplemente como metáfora de la xenofobia (se me ocurre, por ejemplo, hacia ciertas ideas religiosas venidas de Oriente Medio), no se desarrolle de una manera más eficaz. El protagonista se mantiene siempre bloqueado, inmerso en un inmovilismo que bien pudiera representar un desinterés vestido de tolerancia.

Emilio Bueso

“La próxima vez que se desate la tormenta sobre nosotros” de Emilio Bueso es un relato geriantopunk que nos presenta un mundo distópico en el que la naturaleza reclama la Tierra y se dedica a castigar al ser humano. El relato de Bueso en la antología Mañana Todavía de Fantascy me gustó mucho más que este, cuyo final no he entendido. Probablemente se deba a que no le llego a coger el paso al autor valenciano, que me deja como una sensación de coitus interruptus: parece que lo bueno va a llegar y nunca llega.

El interminable empellón del mundo hecho nevera duró hasta el alba.

A Bueso, en mi humilde opinión, le sienta mejor un estilo más sobrio que el que desarrolla cuando utiliza eslóganes para escribir novelas. También entiendo que él defienda su estilo, y muy bien que hace, porque es difícil desarrollar uno propio. Para mí, el Bueso contenido gana en calidad y hace justicia a sus buenas ideas.

TerraNova 3 es una antología que ha superado, para mí, TerraNova 2, que ya contaba con estupendos autores y obras. Me parece una iniciativa imprescindible en el panorama actual del género en español, porque aúna textos de reconocidos autores internacionales con los de escritores solventes y con nuevos talentos que empiezan a despuntar en las letras españolas. El equipo de Villarreal, desde los traductores a Elías Combarro scout para obras internacionales-, destaca por su profesionalidad y profundo conocimiento de los entresijos de la literatura de ciencia ficción. Deseamos larga vida a este proyecto, y que otros muchos se sumen para seguir apoyando el género que más nos maravilla.