La segunda muerte del padre

(Inicio del cuento incluído en la antología Cuentos desde el Otro Lado, editado por Concepción Perea para Ediciones Nevsky y que se puede adquirir en La Casa del Libro, Cyberdark y Amazon)

 

por Cristina Jurado

 

«Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas.»

Harriet Beecher Stowe

 

La criatura apareció cuando murió su padre y ella se quedó huérfana por segunda vez. En realidad, él había muerto muchas veces antes, cada vez que desaparecía. No recordaba cuántas. Su memoria era un contable falible, llevaba las cuentas como quería, y tenía tendencia a redondear por lo alto cuando se trataba de ausencias.

9788494455568El día antes de su muerte, viajó miles de kilómetros para verlo sin saber cómo iba a hallarlo. Se encontró con él aquella mañana, cuando llegó a una casa que no era la suya, sino la de su padre. No lo reconoció. Se parecía, pero nada tenía que ver con él. Era la misma cara, el mismo cabello rizado, el mismo lunar en la mejilla, los mismos labios carnosos. Pero ahora el pómulo estaba hundido, el pelo casi desaparecido, la piel amarillenta, consumida por el cáncer y la quimioterapia.

Él se alegró de verla. Al menos, eso dijo, y luego se hundió en el sopor de la morfina. Ya no volvió a hablar voluntariamente. Contestaba en monosílabos si se le preguntaba, emitiéndolos en forma de susurro, pero sus palabras se fueron haciendo cada vez más difíciles de entender.

Su respiración era una tortura, tanto para él como para quien lo escuchaba. Le costaba un esfuerzo inhumano atrapar el aire y hacerlo llegar a sus pulmones. El ruido que hacía era insoportable. Ella nunca había oído estertores pre-morten hasta entonces: desconocía la existencia de aquellos gruñidos profundos que maltrataban la garganta porque la obligaban a producir sonidos más animales que humanos.

 

Escucharle respirar era casi como respirar con él. Habían traído una bombona de oxígeno para ayudarle a ventilar, pero cada esfuerzo era un combate que se ganaba segundos después, cuando llegaba la espiración, que era una burla dolorosa a la enfermedad más que un premio.

Le tocó, junto a la mujer de su padre que no era su madre, hacer de enfermera, suministrándole los fármacos que lo aliviaban. Esas eran las instrucciones de los médicos de cuidados paliativos, pero siempre que ella le preguntaba si le dolía algo, él negaba con una mueca. Estaba muy agitado, removiéndose en la cama, cambiando de postura a cada momento, como si quisiera evitar permanecer mucho rato en la misma posición por temor a que la inactividad atrajera a la muerte.

La noche lo aterrorizaba. Tenía problemas para conciliar el sueño desde que empeorara su estado de salud y, a pesar de los somníferos, no paraba de sentarse en la cama o de hablar. Solo dormía a ratos durante el día, cuando la luz inundaba la habitación, y luchaba contra el sueño cuando el sol se ocultaba porque temía no despertarse más. Entonces se estremecía de una manera incontrolable, los brazos trepidando a lo largo del cuerpo, la cabeza temblando, débiles lamentos escapándose de su boca, perseguido por pesadillas atroces, para despertar después con los ojos desorbitados, el terror asomando a las pupilas dilatadas y la respiración atascada.

Murió durante la noche, poco antes de las doce. La oscuridad que tanto temía lo engulló y su pecho dejó de levantarse. Tenía los ojos en blanco, apuntando al techo, pero ya no veían nada. Ella tomó su mano y no le encontró el pulso. Su hermano se despidió y le deseó que marchara tranquilo. Alguien le cerró los ojos y ella se quedó allí sentada, con la mano de su padre entre las suyas, buscando las pulsaciones que sabía no iba a encontrar.

Todo el mundo empezó a llorar. Ella también, pero sus lágrimas no eran de pena sino de rabia. Él era solo un visitante ocasional en su vida y se dio cuenta de que aquella muerte se había producido para ella muchos años atrás. Le parecía injusto, y si buscaba el pulso sin esperanza de hallarlo, era porque en el fondo quería encontrar algo.Se sentía muy niña de nuevo, ansiando el calor del padre, como aquella vez que, viendo una película de terror de noche, buscó su abrazo. Él se rió y le contó el secreto que haría que nunca más se asustase: todo era mentira, la sangre, las lágrimas, los muertos. Ella tenía siete u ocho años, y nunca más volvió a temer aquellos largometrajes. Pero aquello no era película, y él no era un actor de cine que acabara de rodar una escena. Aquella era una muerte, sin cámaras filmando, ni equipos detrás contemplando la escena, ni nadie diciendo “¡corten!” para que el silencio se rompiera. Y ella no era una actriz. Pero el que estaba allí tendido había sido su padre y solo se oían sollozos, quizás los suyos propios.

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Se quedó con la mano del padre, que ya no lo era, entre las suyas. No quería dejarlo solo porque, entonces, se lo llevarían. Vendrían unos señores muy educados y perfectamente trajeados con una caja de madera y lo meterían dentro, y ella saldría de la habitación para que lo vistieran, y tendría que oír cosas como “antes de que se enfríe”, y ver a esos extraños tocándolo. Se metió en el cuarto de baño cuando bajaron la caja al furgón, rumbo a la funeraria. Las paredes latían a su alrededor emitiendo ráfagas de abatimiento que la penetraban sin encontrar resistencia. A pesar de que nadie la acompañaba, no se sentía sola. Notaba una cualidad animal en la energía que la rodeaba, más propia de una cuadra que de un aseo, un olor a madera envejecida, bosta fresca y paja húmeda, un crujido de tablas de fondo que le resultaba amenazante, porque se imponía sin corresponderse con el espacio que ella ocupaba. Aquella sensación la acompañó mientras seguía al furgón en el coche de un familiar cercano.

La última vez que tocó a su padre en el tanatorio, la misma tarde del entierro, el cuerpo llevaba muchas horas acostado en el ataúd a baja temperatura. Tuvo que obligarse a rozar la frente con los labios en algo parecido a un beso. Notó el frío de su piel, que ahora era cartón piedra. Su padre había sido muy moreno, pero ahora su semblante tenía la apariencia dorada y mate de la cera silvestre. La muerte era amarilla, el color que manchaba el cadáver. Por un momento, la escena adquirió una pátina de realidad desteñida, como una fotografía sobreexpuesta a la luz. Aquel extraño barniz se comía los bordes del ataúd, amortiguaba los sollozos del resto de su familia y parecía aumentar el peso del aire en la habitación. Ella se dio cuenta de que no estaba preparada para despedirse porque aquel hombre era un extraño. ¿Cómo demonios se despide a un desconocido?

El tanatorio se asemejaba a la sala de espera de un aeropuerto del que no salía ningún vuelo. La parte que visitaba el público estaba decorada con la intención de parecer una acogedora sala de estar, pero los buenos propósitos se habían quedado en el intento. No había nada acogedor en la tristeza de los concurrentes, real o fingida, por muchos centros de mesa que se colocaran en los rincones. La parte trasera albergaba la cámara frigorífica y el frío lo impregnaba todo. Hasta la oficina donde los reunieron para explicar a la familia las cosas que no podían procesar porque todo daba ya lo mismo, nada importaba, ese no era ya su padre. Aún así, hubo que ponerse de acuerdo, unos cedían y otros concedían, y el quórum al que se llegaba era postizo porque nadie decía lo que realmente pensaba, sino lo que quedaba más elegante.

Hacía mucho frío. Era la temperatura de la conservación funeraria, la meteorología del más allá en el más acá. Donde ya no existía la persona, aunque los demás siguieran empeñados en llamarla así, solo había un conjunto de órganos apagados, en huelga permanente e indefinida, un espacio ocupado por materia que se transformaba de estado. El frío detenía el tiempo o, mejor dicho, lo ralentizaba, para que el cambio se demorase y durante unas horas los familiares vivieran en la ilusión óptica de que el que yacía estaba dormido. “Descase en paz”, les decían, pero no podía descansar lo que no está cansado porque ya no vive. Eran los demás, los de éste lado del frío, los que seguían tratando al que ya no estaba como si fuera uno de ellos, y le aplicaban las mismas leyes y formalidades, y hasta esperaban que a él le pareciera bien. Pero lo cierto es que nadie estaba preparado para aceptar el cambio. Aquél, ya no era su padre, y ella no lo podía llorar, las lágrimas no afloraban.

La revista SuperSonic sale a la venta en Lektu

Hoy tengo que compartir con todos vosotros una gran alegría: por fin está a la venta, a través de la plataforma online Lektu, el primero del que espero sean muchos números de la revista SuperSonic. Portada supersonic1 A un precio muy asequible, solo 2,99 euros, esta revista os acercará a todas las novedades, los relatos y las reseñas más interesantes de la mano de un equipo editorial formado por blogueros, traductores, editores y autores que os mantendrán al tanto de la actualidad en el ámbito de la ciencia ficción, la fantasía y el terror.

La fantástica portada de la ilustradora Marina Vidal sirve de magnífica carta de presentación para unos contenidos que, aunque son en su mayoría en español, también esconden sorpresas en inglés.

Podéis encontrar una entrevista exclusiva al autor y traductor de ciencia ficción Ken Liu, realizada por Elías Combarro, así como un encuentro con los escritores de fantasía épica Joe Abrecrombie y Saladin Ahmed de la mano de una servidora (ambas en inglés y español). Se incluye un artículo en el que Miquel Codony analiza los rasgos más representativos de la fantasía épica, esta que suscribe hace un repaso por las antologías de ciencia ficción en España y Alexander Páez examina el anime japonés Ghost in Shell. Si Leticia Lara profundiza en la obra y el estilo del autor Iain M. Banks, Elías Combarro comenta los mejores relatos de ciencia ficción aparecidos en inglés en el último trimestre, y Xavi del blog Dreams of Elvex descubre los cuentos premiados en el certamen Ignotus. Mariano Villareal expone las iniciativas españolas en materia de género que se están traduciendo al inglés actualmente, mientras Manuel de los Reyes despliega una tribuna abierta para tratar temas relacionados con la traducción y James Womack indaga en la vida del editor de una editorial emergente.

En cuanto a ficción, se incluye el cuento “Monsters” del escritor Lavie Tidhar, que también se ofrece traducido al español, así como el relato “Dancing in the Shadow of the Once” de Rochita Loenen-Ruiz. Marian Womack firma “Black Isle”, la traducción al inglés del relato del mismo título que aparece en la antología Alucinadas. Asimismo, la revista propone una serie de relatos inéditos inscritos en el proyecto “Desahucio en Marte”, coordinado por Santiago Eximeno, con obras del propio Eximeno (“Last Exit for the Lost”), de Ricardo Montesinos (“Números rojos, planeta rojo”), Juanfran Jiménez (“Hutus y Tutsis”) y de nuevo, una servidora (“Hambre”). La tanda de obras de ficción se cierra con la obra ciberpunk “El crujido de la cereza al romperse” de Sofía Rhei y con “Gloria de España”, un relato weird-folckórico de Weldon Penderton. El Nº1 se cierra con una rueda de reseñas de las novedades editoriales, realizadas por el equipo editorial, con la adición de Josep María Oriol (que es también el proveedor de imágenes fotográficas de la web de la revista).

Esperamos que no dejéis pasar esta ocasión y os suméis a la comunidad de SuperSónicos.

OUGH YEAGH!!!

Alucinemos

alucinadas-finalHoy sale a la venta la antología de relatos de ciencia ficción en español escritos por mujeres Alucinadas, de la editorial Palabaristas, disponible como ebook mediante la plataforma de venta online Lektu. Durante las próximas 48 horas el libro podrá adquirirse a través de pago social y, del 30 de noviembre al 6 de diciembre (fecha de inauguración de la MIRCon) podrá comprarse por 1€. A partir del 6 de diciembre, el precio quedará fijado en 1,99€.

El próximo 7 de diciembre, a las 13:00, tendrá lugar la presentación oficial de la antología en el seno de la MIRCon. El evento contará con la presencia de Cristina Macía, de parte de Palabaristas, y de Leti Lara Palomino, como representante del equipo editor. Además, varias autoras participarán en la presentación: Nieves Delgado, Yolanda Espiñeira, Sofía Rhei, Lola Robles y Carme Torras.

Laura Ponce

Laura Ponce

La mejor manera de presentar la antología es dejar que cada una de las escritoras explique qué le llevó a componer cada historia. En este sentido, Laura Ponce nos dijo: «La idea para escribir “La tormenta” se me ocurrió después de ver un documental sobre un río de África que se seca por completo durante buena parte del año, pero cierto día se presenta una tormenta, una gran tormenta, y el cauce seco comienza a inundarse y los peces que se habían mantenido enterrados van saliendo, boqueando, abriéndose paso en el barro. Me pregunté qué pasaría si no fueran sólo peces, y para contarlo quise armar un relato que fuera el relato de un relato de un relato.»

Teresa P. Mira de Echeverría

Teresa P. Mira de Echeverría

Teresa P. Mira de Echevarría explica así el germen de su historia: «En esencia las 9 versiones de la protagonista, cada una relacionada con un animal, son en realidad, los 9 animales con los que yo me siento relacionada o «identificada». Me di cuenta que era como partirme en distintas versiones de mí pero que era necesario reintegrarlas.  Pensando en eso —y con el querido gatito de Schrödinger siempre dándome vueltas por la cabeza—, se me ocurrió que la mente humana, la persona en sí, podrían ser una caja donde lo múltiple se vuelve uno y viceversa, como un microcosmos cuántico. Además está esa cosa zenoniana de moverse en la inmovilidad, el pasaje heraclíteo entre opuestos que siempre me gustó.”

Layla Martínez

Layla Martínez

En palabras de Layla Martínez: “Me obsesionaba la idea de la historia de Croatoan desde que la descubrí, porque siempre me ha llamado la atención el hecho de abandonar la civilización y las historias que giran en torno a eso, desde los ascetas y santos medievales a las actuales. De alguna manera en el relato los que deciden vivir (o se ven obligados a ello) en la colonia subterránea también han abandonado la civilización porque ésta ya no tiene nada más que ofrecer. De alguna manea también se han hecho salvajes e incivilizados”

Marian Womack

Marian Womack

Marian Womack se basó en una experiencia muy personal para escribir su cuento: «Este verano descansamos unos días en Black Isle, y nos alojamos en Pier Cottage. Visitamos las ruinas del castillo, recorrimos el embarcadero, paseamos por la llanura de marea, espiamos a las aves desde los ventanales de la casa. Es un entorno hermosísimo, pero incierto, frágil. En los últimos años, cada vez que hemos vuelto a calzarnos las botas de montaña para salir al campo, un entorno que añoramos desde la gran ciudad, ha sido para volver a escuchar las mismas palabras, casi siempre referidas a la pérdida: del número de aves, del frágil ecosistema, de especies conocidas. Esto está ocurriendo muy rápido, y sólo ahora empezamos a ser conscientes de ello. Creo que se trata de un tema del que necesitamos con urgencia iniciar una conversación, también desde la literatura.»

Yolanda Espiñeira

Yolanda Espiñeira

A la hora de concebir su relato, Yolanda Espiñeira explica: «’El método Schiwoll’ trata de la traición. La traición personal y profesional, que es algo presente en la vida de todo el mundo tarde o temprano, así como los modos en que los humanos transigimos con ella para poder seguir viviendo.  Personalmente, me interesaba tratar este tema, pero el hacerlo en forma de literatura especulativa, me permitió tratar también, aunque tangencialmente, otros temas como el problema de las relaciones entre la mente y el cuerpo, y el estatus de la humanidad como especie.”

Carme Torras

Carme Torras

“Memoria de equipo” de Carme Torras surge de la relación entre la autora y el deporte: “Empecé a jugar a básquet a los ocho años y sigo jugando. La compenetración que llega a alcanzarse dentro de un equipo siempre me ha parecido algo mágico. No es que el equipo sea más que la suma de sus miembros, es que es otra entidad, con memoria y consciencia propias. Un referente de mi relato es la consciencia colectiva descrita en «Más que humano» de Theodore Sturgeon que, trasladada al terreno de básquet y aderezada con las increíbles prestaciones que ofrecerá la tecnología en un futuro próximo, abre un sinfín de posibilidades.”

Nieves Delgado

Nieves Delgado

Sobre su cuento “Casas Rojas”, Nieves Delgado aclara: “Pensé en cuáles serían los límites de «humanidad» que se le impondrían a una máquina, es decir, en qué momento el ser humano se plantearía si una inteligencia artificial es algo más que una máquina. Busqué una situación límite, y se me ocurrió la esclavitud sexual. Porque busco una definición de la cualidad de «humanidad» que sea externa a la propia biología. En realidad, creo que indago en eso que místicamente se conoce como «alma».”

Felicidad Martínez

Felicidad Martínez

Para Felicidad Martínez: «Tres cosas me sirvieron de inspiración para escribir “La plaga”. La chispa fue un artículo científico que me dejó flipando. Desde entonces leo todo lo que cae en mis manos sobre plantas y debo decir que son unos seres vivos muy infravalorados. En segundo lugar, la película Starship Troopers; cada vez que la veo disfruto de esa mala baba, ese humor negro que destila en cada detalle en apariencia trivial. Para mí, el humor no es solo un alivio, sino una sátira. Nada, absolutamente nada en mi relato está puesto porque sí. Todo tiene una intención a la espera de una reacción. Unas veces de forma sutil, otra de manera más evidente. Por último, el relato “Maleficio” de Juan Miguel Aguilera. Un Doom, como el propio título indica, que te tiene enganchado de principio a fin, y no solo por la acción, sino porque además está cargado de pequeños detalles que le dan profundidad y originalidad.»

Lola Robles

Lola Robles

Cuando le preguntamos a Lola Robles, nos contestó: «Al empezar a escribir «Mares que cambian» imaginé un planeta, Jalawdri, donde había cinco sexos y géneros considerados «naturales» en lugar de dos, y donde irían personas de otros mundos para transformar su cuerpo y convertirse en quien siempre habían deseado ser. He intentado adecuar el lenguaje a las personas de ese mundo y a los visitantes. Finalmente creo que he escrito también un relato sobre la necesidad de pertenencia a un lugar, a un grupo, a unos afectos.»

Sofía Rhei

Sofía Rhei

La autora de “Techt” es Sofía Rhei, a la que: “La idea se me ocurrió al ver cómo en los libros estilo «best-seller» el vocabulario es cada vez más reducido y, al mismo tiempo, tras mi experiencia como profesora en la que muchos adolescentes sustituían palabras enteras por signos, contaminados por los SMS. Vi a un chico japonés pulsando teclas de su móvil sin mirarlo, mientras mantenía otra conversación hablando y pensé que las posibilidades de marcación estaban en pañales. Al introducir en los teclados una variable tan frecuente en videojuegos como la marcación simultánea, se multiplican literalmente las posibilidades.”

A propósito de la antología «Alucinadas 2014»

Dos meses después de que se anunciara la convocatoria de Alucinadas 2014: Antología de Relatos de Ciencia Ficción escrita por Mujeres, se han recibido una veintena de obras procedentes de toda la geografía española y latinoamericana. Como consecuencia del gran númerode preguntas planteadas por muchas autoras interesadas, las editoras han decidido comunicar los siguientes puntos:

1)   El equipo editor está formado por servidora, Cristina Jurado, y Leticia Lara, la mano que controla el blog Fantástica Ficción y una de las mentes que, junto la que suscribe, participa en el magazine online El Fantascopio.5cb85-cyborgfemale

2)   Las autoras seleccionadas mantendrán en todo momento los derechos sobre sus obras.

3)   Cuando se pidió que los textos fueran enviados en Word, no se especificó que debían presentarse a doble espacio ni evitando las tipografías creativas. Ahora lo especificamos. Se aconseja, además, utilizar Times Roman, que es fácil de leer y, por favor, a 12 puntos para que las editoras no se dejen la vista en cada página.

4)   Se pueden enviar tantos textos como se deseen aunque, de publicarse, únicamente se incluiría uno por autora. ¡Solo puede quedar uno! Así se ofrece la oportunidad a más escritoras de publicar sus obras.

5)   ¿Vale Steampunk? ¿Vale New Weird? Se especificó que la temática debe limitarse a la ciencia ficción, dejando claro que hay cierta flexibilidad a la hora de interpretar este punto. En caso de duda, enviad vuestro texto y las editoras lo valorarán.

6)   Se ha enviado acuse de recibo a cada una de las autoras que han mandado sus obras.

7)   El plazo de recepción de originales terminael 30 de Septiembre de 2014. Tenéis el verano por delante ¡A qué estáis esperando!

Recordad que 500 euros esperan a la ganadora de la convocatoria. Junto a las 9 seleccionadas, se repartirá los beneficios surgidos de la venta del e-book (menos los gastos asociados a la comercialización). El sello, como ya se explicó, será Palabaristas y la plataforma de venta, Lektu, que ofrece obras digitales sin DRM.

¡En alucinadasantologia@gmail.com esperamos vuestros relatos!

Walter y la antología «Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica»

A veces, siento ternura por el blog, aunque sea un sentimiento que se me pase pronto. Es un ser tan centrado en sí mismo y en sus necesidades pero, cuando me hace un favor, no puedo dejar de sentir hacia él orgullo maternal… un fenómeno efímero, afortunadamente. El otro día me presentó a Walter, uno de sus amigos virtuales. Porque yo escribo, queridos ojeadores de letras que leéis estas líneas. Invento historias que algunas almas caritativas leen, más por simpatía que por auténtico interés. Pero el blog cree que ha llegado el momento de lanzar mi carrera profesional y ha puesto a Walter en mi camino.

Walter resulta más antipático que el blog, todo un logro. Es un ser enjuto, encorvado y perpetuamente ceñudo que se pasa el tiempo hablando por el móvil. No entiendo cómo puede pertenecer al círculo de amistades del blog, pero hace mucho tiempo que dejé de preguntarme por sus relaciones sociales… siempre me sorprende con alguna criatura exótica. Walter no deja de ser otro personaje extravagante de los que colecciona el blog. No me hace mucha gracia que se haya convertido en mi agente –me lanzó su tarjeta de visita de muy malos modos mientras discutía acaloradamente por teléfono-. Al menos, ahora me representa un agente. Espero milagros que no llegarán, jugosos contratos que nunca se materializarán, y fama y reconocimiento que jamás me visitarán.

portada

Sospecho que Walter no ha leído ni una línea de mis relatos, ni un capítulo de mi novela. No conoce a “Rem”, ese extraño ser del que hablo en el cuento homónimo recogido en la antología Ellos son el futuro, que la web Ficción Científica ha reunido. Al mando de esta iniciativa está José Antonio Cordobés, ese incansable amante de la ciencia ficción que con mucha ilusión y en su tiempo libre ha creado una red para que los aficionados compartamos nuestra opinión sobre los títulos del género y descarguemos relatos de autores de ambos lados del Atlántico. Hace ya un año que http://www.ficcioncientifica.com se puso en marcha y no cesa de añadir funcionalidades para ayudar a realizar búsquedas de libros y divulgar el género en general. Es un punto de encuentro, un lugar donde cualquier enamorado de la ciencia ficción puede asomarse a las novedades, los clásicos, las antologías y compartir con otros sus ideas sobre cada obra.

Precisamente para celebrar el primer aniversario de su puesta en marcha, José Antonio tuvo la idea de agrupar en un e-book gratuito (disponible en http://www.ficcioncientifica.com/pages/ebook ) los relatos que varios autores habíamos publicado en su web, dada la buena acogida que estaban teniendo entre los internautas. El resultado es precisamente Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica, la antología ya mencionada y que toma prestado su título de un conjunto de micro-relatos de Santiago Eximeno.  Según Eximeno el texto “es un experimento, una ficción mínima fragmentada cyberpunk inspirada por las obras de Jorge Baradit y Francisco Javier Pérez. En el e-book también aparece otro relato suyo “Madre solo hay una”, de la que su autor dice: “Lo escribí porque había tocado antes el tema de la clonación pero no había quedado del todo satisfecho con el resultado. Quería buscar cierta sensibilidad que aparece muchas veces en mis micro-relatos de horror o costumbristas pero que no había utilizado hasta ahora en los de ciencia-ficción. La inspiración, Ken Liu.”

Precisamente el chileno Jorge Baradit es otro de los autores que aparecen en este libro digital de la mano del relato “La conquista mágica de América”. En palabras del autor, este texto “en su momento quiso poner de manifiesto los distintos niveles de realidad que se viven en este territorio. Acá los indígenas están vivos, las culturas originarias y sus cultos, los ritos alucinógenos, la magia urbana florece, el sincretismo cristiano-chamánico-whatever está mezclado con el asfalto. Los rezos católicos y las ceremonias mapuche se transmiten por fibra óptica. La historia de ‘La Conquista de América’ tiene una dimensión mito-poética en mi interior que quería hacer nacer de algún modo. Este texto es un intento por darle forma a una nueva manera de contar la fantasía desde América.”

Hay dos relatos de Juan González Mesa en esta colección. El primero, “El historial del egófago”, es una inquietante historia de terror de la que Juan dice: «Creo sinceramente que he creado un personaje que no es reflejo de un personaje anterior». De su segundo relato “Putas de Tijuana” apunta: “La ciencia ficción a menudo intenta hablar de las grandes preguntas sobre el hombre, pero este es solo un relato acerca de la amistad y de tener las pelotas en su sitio».

Otro de los autores participantes es Miguel Santander que define su cuento “La gran noticia” como “un pequeño experimento que juega con la percepción de un mismo hecho, una rueda de prensa que anuncia algo muy esperado a través de diferentes puntos de vista con distinto grado de información e implicación emocional sobre los hechos en sí. Hay que aclarar, por supuesto, que cualquier parecido entre «La gran noticia» y la realidad, en estos momentos en que todos miramos con lupa las declaraciones de nuestros dirigentes y las cortinas de humo están a la orden del día, es mera coincidencia… o no.”

Nieves Delgado contribuye con dos relatos, “Hacia dentro” y “Dariya”, en la antología. En el primero se hace un guiño especial a Ficción Científica y el segundo hace pensar inevitablemente en Asimov. La autora comenta de ellos que “son especiales porque buscan explorar la naturaleza última del ser humano, la esencia de lo que somos, y mostrar cómo esos límites rozan una y otra vez con el mundo cambiante que nos contiene. No sé si soy escritora, pero desde luego, lo que sí soy es buscadora”.

El relato de Josué Ramos “Presunto, presunto asesino” se debate entre el humor y el terror psicológico, tal y como él mismo señala: “yo quería escribir una pequeña reflexión sobre la “presunción de inocencia”, tan relativa a veces ante la opinión pública; y sobre el excesivo (y, muchas veces, erróneo) empleo que se hace últimamente de la expresión «presunto». He de confesar que el germen para poner en marcha la idea está en unas cuantas viñetas de «Las calles de arena», de Paco Roca (tras leer el relato, no es difícil saber a cuáles me refiero). A partir de ahí me dejé llevar, por absurdo que me pareciera el texto, hasta el resultado final: un relato weird sobre una situación terriblemente absurda en la que la apariencia puede llegar a condenar a una persona, algo que en nuestra sociedad actual no es tan poco común. Es muy diferente a cualquier cosa que haya escrito antes. Aunque no lo parezca, un relato muy realista. Y, tras terminarlo, me dio la sensación de que es un relato que se hizo a sí mismo.”

José Ramón Vázquez es otro de los autores incluidos en la antología. Para él su relato “es una coctelera entre justicieros urbanos como el Castigador o Harry el Sucio, el actual clima de indignación más que justificada contra los auténticos causantes de la crisis (poder financiero apoyado por el poder político) y la omnipresencia de las redes sociales y programas de tele-realidad. Mezclado, agitado y pasado por la batidora aparece “Share Rider”. […] Yo echaba en falta una crítica social irónica y descarnada como las de Womack en «Ambiente» y otros cyberpunk de los 80. En una situación muy parecida a la actual esa gente estaba criticando las políticas de Reagan y Thatcher usando el género. Nosotros, en lugar de ese tipo de historias teníamos zombis, post-apocalipsis y fantasía medieval. Había casi más crítica social en la literatura juvenil que en la de género orientada a adultos. Necesitaba leer algo como “Share Rider”, pero parecía que nadie estaba escribiéndolo. Por eso me puse manos a la obra.”

“El cadáver sin nombre” de Felicidad Martínez es una historia en la que se mezcla la fantasía, la ciencia ficción y el weird. El personaje principal resulta tan cercano y tan forastero al mismo tiempo que es imposible que deje indiferente al lector. De este texto, su autora señala: “creo que yo no soy quien debe decir qué hace especial mi cuento. Eso debe juzgarlo el lector. Sí puedo decir, sin embargo, que para mí la premisa parte de «nada es lo que parece», y que espero haber conseguido el efecto que andaba buscando.”

Manuel Moledo aporta el relato “Último viaje” y, al preguntarle qué destacaría de él, respondió: Si me parece que tiene un punto nuevo en la forma de aunar dos conceptos que había sido ya conceptualizados por algún otro autor:  el uso del entrelazamiento cuántico (que hace posible el «ansible» de Ursula K. Le Guin y al que yo simplemente llamo «comunicación cuántica») y la digitalización de la personalidad (que es usada con todo su jugo en Carbono Alterado de Morgan). Bueno, y la clonación, pero eso está tan usado que ni vale la pena comentarlo. Dos cosas más que me gustan, aunque no creo que hagan el cuento especial. El alegato contra la ejecución como castigo, y la importancia de la edad biológica (nivel de testosterona) en el comportamiento. “

“Adaptación” y “Futuro” son los dos cuentos de Ricardo Manzanaro Arana en esta antología. Los describe como “de corte humorístico, que es un estilo dentro de la ciencia ficción poco frecuente, y en la ciencia ficciónen castellano creo que aún más. Mis autores preferidos de cuentos son Fredric Brown y Robert Sheckley, con lo que te puedes hacer una idea del estilo que sigo. También en muchos de mis cuentos trato el tema sociológico.”

“Rem”, de Cristina Jurado, es más una leyenda weird que un relato. En palabras de su autora “se trata de antropomorfizar el sentimiento de culpa, tan destructivo. Me hubiera gustado escribir algo de ciencia ficción dura, pero cuando José Antonio me pidió un cuento, éste fue el que se me ocurrió. Creo que es más un volcado de emociones propias que una narración en sí, pero es una pieza honesta.” La propia Cristina ha sido la encargada de redactar el prólogo del e-book en el que hace un breve repaso a cada uno de los textos y a sus autores. Y sí, la Cristina Jurado a la que me refiero soy yo misma, pero seguiré refiriéndome a ella en tercera persona para poder despacharme, si creo que se lo merece.

Ellos son el futuro: Un año de Ficción Científica es como una tabla de  tapas de la narrativa breve en español: hay de todos los sabores y con ingredientes distintos para dar gusto a todo tipo de paladares: Ciencia ficción dura, weird, terror, fantasía urbana, ciberpunk, ciencia ficción social… Propuestas frescas de distinta extensión por parte de autores, más conocidos algunos y menos otros, igualmente interesados en apoyar el género que más les gusta en nuestro idioma.

Walter dice que “Rem” (mi cuento) desentona en el conjunto, que debo ser más disciplinada a la hora de escribir y que se acabó eso de regalar relatos. Es increíble cómo puede conversar con dos personas al mismo tiempo (sigue hablando por teléfono) pero si consideramos que lo suyo es más un monólogo que un diálogo, en realidad lo que hace es arrojar palabras por la boca, unas veces dirigiéndose a mí y otras a su interlocutor telefónico.

Me temo que nuestra relación profesional será muy breve. Antes de contratarlo, lo voy a despedir.