Algernon, ¡cuéntame en español cuentos ingleses! (Segunda parte)

Esta es la continuación de la entrevista que realizamos a Marcheto la mente administradora de Cuentos para Algernon. Como siempre, podéis disfrutarla en inglés en el blog amigo Sense of Wonder de Elías Combarro).

Aliette de Bodard

CJ: Conocí el verano pasado a Aliette de Bodard en París. Resulta que vive (vivía, porque se ha mudado) muy cerca de mi domicilio allí. Me pareció una persona extraordinariamente inteligente, que no solo habla perfectamente francés e inglés (estuvimos charlando en inglés) sino que tiene un buen nivel de español. Me gustaría que me contaras sobre tu interacción con los autores, quiénes te han sorprendido, cómo has conseguido convencerles de que te permitan traducir sus historias y cualquier anécdota que te parezca relevante.

M: Por desgracia, yo no he tenido el placer de conocer personalmente a ninguno de los autores que han aparecido o van a aparecer próximamente en el blog. Todos mis contactos son vía correo electrónico En algunos casos el intercambio se ha reducido a un par de correos; en otros, ha sido algo más extenso. Como te puedes imaginar, de todos aquellos que han aceptado mi propuesta, que por fortuna siguen siendo mayoría, solo puedo decir cosas positivas. En general, todos se han mostrado de lo más amables y colaboradores. Aunque supongo que es inevitable que hacia algunos sienta un agradecimiento o cariño especial por distintos motivos.

Realmente, no he tenido que convencer a nadie. Yo les escribo y les suelto un pequeño rollo contándoles lo de que tengo un blog de carácter no comercial (aquí dejo caer lo de las nominaciones del año pasado a los Ignotus, a ver si así la propuesta les parece un poco más atractiva), donde me gustaría publicar uno de sus cuentos, indicando siempre qué cuento o cuentos son los que me interesan. Si me dicen que sí, perfecto. Si me dicen que no, ni insisto ni intento convencerles, ya que mi capacidad de negociación es nula. Hasta ahora todos han tenido las cosas bastante claras. Como mucho me dicen que tienen que consultarlo con su agente, y en estos casos el final no suele ser feliz.

Únicamente en el caso de una autora que aparecerá en el blog dentro de unos meses hubo una cierta negociación, por llamarlo de algún modo. En la respuesta a mi correo inicial, me dijo que los dos cuentos que le proponía no podían ser, porque su agente consideraba, creo que con razón, que esos dos cuentos eran de los que más posibilidades comerciales tenían y que por lo tanto no podía cedérmelos alegremente; pero ella misma me propuso que eligiera algún otro más de segunda fila (e incluso me envió uno para que lo leyera), porque en ese caso por su parte no habría ningún problema. Y así lo hice.

Ken Liu

Y por empezar por el principio, Ken Liu ha demostrado en todo momento ser encantador (y me tiene alucinada, porque a pesar del desfase horario, siempre responde a los correos y tweets con una celeridad increíble que ya quisiera yo para mí). Si no recuerdo mal, cuando contacté con él ya había ganado algún premio importante, y además en su caso tuve que comentarle mi proyecto cuando simplemente era eso, un mero proyecto sin nada tangible detrás. A pesar de ello, accedió sin ningún problema y sin ninguna condición a cederme su relato. Por eso me hizo muchísima ilusión que “Quedarse atrás” recibiera una nominación para los Ignotus, aunque finalmente no ganara. Porque además, si el primer autor con el que hubiera contactado me hubiera dicho que no, a lo mejor me habría desanimando y todos mis planes para el blog hubieran quedado en agua de borrajas.

Tim Pratt ha sido otro de los autores que más accesible y colaborador se ha mostrado en todo momento. Meses después de que publicara “Otro final del imperio”, él mismo me escribió para decirme que si quería traducir algún otro cuento, que por él encantado. Así que, aunque no hubiera quedado segundo en la encuesta, seguro que hubiera repetido. Porque aunque la emoción que puedo sentir mientras espero la contestación de un nuevo autor tenga su atractivo, la tranquilidad que me da escribir a un autor sabiendo que me va a decir que sí y que me va a dar todo tipo de facilidades todavía tiene un atractivo mayor. Y si a eso le sumamos que Tim tiene una obra breve muy extensa y de una gran calidad, seguro que volveremos a tenerlo por el blog.

Jeffrey Ford

Jeffrey Ford es sin lugar a dudas uno de los principales culpables del nacimiento de Cuentos para Algernon. Cuando leía sus cuentos en inglés siempre pensaba que era increíble y tremendamente injusto que los lectores de habla hispana no pudieran disfrutar de esas pequeñas maravillas, y que alguien debería hacer algo al respecto. Así que cuando finalmente decidí comenzar con el blog, tenía clarísimo que había llegado el momento en que yo misma tal vez pudiera hacer algo. Ford era uno de los dos autores que más ilusión me hacía poder llegar a traducir (por desgracia, en el caso del otro, tan solo conseguí contactar con su agente, que muy amablemente me dijo que no). Intenté ser realista y pensar que un autor multi-premiado y de su categoría difícilmente iba a acceder a cederme uno de sus cuentos en estas condiciones, pero como no tenía nada que perder le escribí. Y creo que una de las mayores alegrías que me ha deparado este blog ha sido la amabilísima contestación de Ford, un sí sin ningún tipo de condición y a cualquiera de los relatos que le había propuesto. Y además es de los autores que me ha contestado a todos y cada uno de los correos que le he enviado, incluso a aquellos que no requerían contestación, y se ha mostrado amabilísimo en todo momento.

Kij Johnson

También con Kij Johnson me llevé una grata sorpresa. Había escuchado una entrevista en la que decía que para ella lo más importante era que la gente leyera su obra. Así que en su caso confiaba en recibir una respuesta positiva, pero pensaba que iba a ser parcialmente positiva, es decir, sí, pero no a “26 monos, además del abismo”, ganador del Premio Mundial de Fantasía, sino a alguno de los otros cuentos que le proponía, menos conocidos. Y no fue así, me dijo que adelante con el que quisiera. Un honor para mí y para el blog. Y algo parecido sucedió con Mary Robinette Kowal, que también me dio su autorización para traducir “Por falta de un clavo”, todo un premio Hugo.

Y en el caso de determinados autores (sobre todo Rose Lemberg, Aliette de Bodard y Zen Cho), además me han ayudado bastante en aspectos concretos de las traducciones. Lo que siempre es un lujo para cualquier traductor y algo que en mi caso agradezco enormemente. Y varios de los escritores que aparecerán durante los próximos meses, incluso me han enviado determinados cuentos suyos que estaba interesada en leer pero que no tenía y que no estaban disponibles online.

Un caso un tanto distinto ha sido el de un autor que tendremos muy pronto en el blog, que escribe bajo pseudónimo y cuya verdadera identidad es totalmente desconocida para el público general. No tiene página web ni dirección de correo de contacto ni twitter ni nada. Lo que sí que tiene es unos cuentos estupendos, por lo que llevaba meses en mi punto de mira. Intenté contactar con él (o ella, que ni eso se sé) escribiendo a la revista donde publica relatos con más asiduidad. Nada, ni me respondieron. Insistí. De nuevo silencio. Lo intenté a través de la editorial donde publica sus novelas (que según su página, está encantada de pasar los mensajes de los lectores a los autores a los que vayan dirigidos). Tampoco nada. Así que llegué a la conclusión de que seguramente le había llegado mi propuesta, pero que no le interesaba lo más mínimo, de ahí que ni siquiera me hubiera respondido. Cuando ya me había olvidado prácticamente del tema, se me ocurrió comentárselo a Jonathan Strahan en un correo que le envié para otro asunto, ya que en su última antología se incluía un cuento que me había gustado bastante del misterioso autor. Pues bueno, algo así como media hora más tarde, tenía el permiso para traducir y publicar ese cuento. Una enorme sorpresa y de lo más agradable, tras todos esos meses de intentos infructuosos. Eso sí, en este caso no he llegado a intercambiar ningún correo con el autor, todo ha sido a través Strahan, al que también le estoy de lo más agradecida por su mediación.

 

Jonathan Strahan

CJ: Por lo que cuentas, y por lo que me han comentado otros profesionales, el oficio de traductor tiene mucho de detective solitario. Hay también un componente aventurero creo yo, y una continua búsqueda de la perfección que a veces debe limitarse para llegar a una aproximación lo más cercana posible al significado y las referencias del original. ¿Cuál ha sido el relato que más te ha costado traducir y por qué?

M: Estoy totalmente de acuerdo en lo que comentas sobre el trabajo de los traductores. Es bastante solitario, pero apasionante. La perfección es imposible, por supuesto, pero al menos ahora gracias a internet disponemos de una herramienta que nos facilita enormemente todo esa labor de investigación que resulta imprescindible.

De los relatos aparecidos en el blog, creo que los dos que más me ha costado traducir han sido “Radiante mañana”, de Jeffrey Ford, y “Las siete pérdidas de Na Re”, de Rose Lemberg. En el primero, además de por todas las referencias culturales que aparecen, porque el texto original rezuma ironía y era fundamental que no se perdiera en mi versión. Y en el segundo, porque aunque estaba escrito en prosa era prácticamente poesía.

 

CJ: Cuentos para Algernon es una iniciativa sencilla pero muy valiente. Traduces relatos de género y los pones a disposición de los lectores, online y de manera gratuita, después de conseguir que sus autores te cedan los derechos. ¿Qué balance haces de la primera antología que salió hace unos meses? ¿Para cuándo la segunda? 

M: La idea del blog se me ocurrió a mí, pero la de la antología se la debo a alguno de los seguidores del blog, aunque no recuerdo exactamente a quién, porque fueron varias personas las que me lo sugirieron. Y la verdad es que me pareció una idea estupenda. Yo tengo un e-book totalmente caótico, con cientos de relatos sueltos que saco de internet y que meto ahí a la espera de poder leerlos en algún momento. Así que pensé que a todo el mundo le resultaría mucho más cómodo tener todos los cuentos agrupados en un único documento, en lugar de tener doce documentos sueltos. Y hasta ahí llegó mi razonamiento.

Por eso me sorprendió enormemente la recepción que tuvo Cuentos para Algernon: Año I. El día del lanzamiento, el blog tuvo su record absoluto de visitas. Y tengo la impresión de que la antología se ha convertido en la carta de presentación del blog para muchas personas. La primera reseña que apareció me pilló totalmente por sorpresa. Tal como digo, para mí la antología era simplemente la reunión de los cuentos publicados hasta ese momento meramente a efectos organizativos, pero no pensaba en ella como en un libro «de verdad», con la entidad suficiente como para que alguien se molestara en escribir una reseña sobre ella. Y cuando empezó a aparecer en diversas listas de lo mejor del 2013, el subidón ya fue total. Y todavía me hace mucha gracia cuando en alguna página veo «Editorial: Cuentos para Algernon».

Cada vez que alguien escribe un comentario en el blog «Cuentos para Algernon», Algernon consigue salir del laberinto

Como tengo bastante claro que las antologías van a tener un carácter anual, Cuentos para Algernon: Año II debería aparecer el próximo mes de octubre, con todos los cuentos publicados durante el segundo año de vida del blog. Si no me surgen imprevistos, mi intención es mantener el ritmo actual de traducción de cuentos, y a ese ritmo el material de un año creo que se ajusta bastante bien a lo que se puede esperar de una antología.

 

CJ: Pregunta obligada: ¿qué opinas de la salud del género en nuestro país? ¿y en el conjunto del mercado hispano-parlante?

M: Uno de los principales inconvenientes de Cuentos para Algernon es que mediatiza enormemente mis lecturas. Durante este último par de años he leído principalmente ficción breve de autores anglosajones y, como soy lectora de todo tipo de géneros, he procurado que lo que iba intercalando no tuviera mucho que ver con la narrativa fantástica. Como consecuencia, llevo una buena temporada leyendo muy pocas obras del género de autores hispanos, por lo que tampoco me siento en condiciones de opinar con suficiente conocimiento de causa.

Ahora bien, teniendo en cuenta que en general los escasos libros que he leído en estos últimos tiempos relacionados más o menos con el género me han dejado más que satisfecho (El libro de los pequeños milagros de Juan Jacinto Muñoz Rengel, Los que duermen de Juan Gómez Bárcena, Porvenir de Iban Zaldua, Frío de Rafael Pinedo y Distorsiones de David Roas, por mencionar aquellos con los que más he disfrutado), y que también he leído algunos relatos que me han parecido interesantes en otras publicaciones como Terra Nova y Presencia Humana, yo diría que la salud del  género no es mala.

Y si me remonto un poco más hacia atrás en mis lecturas, me encuentro con que los autores de algunas de las obras fantásticas que más han gustado estos últimos años se llaman Félix J. Palma, Hipólito G. Navarro, Cristina Fernández Cubas, José María Merino, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Ignacio Padilla, Albert Sánchez Piñol o Rodrigo Fresán, por citar algunos. Así que no creo que tengamos que sentir ningún tipo de complejo. Creo que se escribe narrativa fantástica de calidad, aunque es bastante habitual que se publique fuera de las editoriales más centradas en el género, por lo que hay que estar atentos si no queremos que se nos escape.

Y también tengo la sensación de que a los lectores les interesa lo que escriben los autores hispanos, lo que siempre es una buena señal. Hace unos días, los responsables del recién nacido proyecto Maelstrom anunciaban que tenían casi 200 suscriptores que se habían apuntado para recibir los relatos por correo electrónico. Esa cifra dobla la de suscriptores a los avisos de actualización por correo que, tras año y medio de vida, tiene Cuentos para Algernon. Lo que me parece bastante significativo.

 

CJ: Se habla mucho del fandom en España, de si enriquece de manera positiva el género, de si lo empobrece… claro que también depende de qué se entienda por fandom ¿qué es para ti? ¿crees que incide en general de manera positiva o negativa sobre el género?

M: No creo que pueda dar una definición mejor de fandom que la que dio hace unos meses el responsable del blog Sin Solapas, así que ni lo voy a intentar. En principio, no pienso que el fandom deba influir ni positiva ni negativamente sobre el género. Ahora bien, sí que tengo la sensación de que el andar jugando demasiado con este concepto puede llevar a remarcar en exceso las fronteras del género, impidiendo que aquellos a los que le gusta la literatura fantástica hagan incursiones fuera de ella y, al contrario, que los lectores más generalistas se adentren en ella. Y eso me parece bastante empobrecedor, tanto para unos como para otros. Así que ni me considero fandom ni esta es una de mis estructuras algebraicas favoritas.

 

CJ: Cuentos para Algernon ofrece la posibilidad a todos los amantes de la ciencia ficción, de la fantasía y del terror (y yo añadiría cualquier amante de la Literatura, así con mayúsculas) de disfrutar gratis y desde el confort de su casa en español de historias que, de otro modo, permanecerían desconocidas para gran parte del público que no tiene un dominio del inglés. Internet permite que tu página llegue a todas partes, y tu proyecto es un modelo sin ánimo de lucro. Se trata de una iniciativa diferente que otros están adoptando, con sus propias variaciones, como Maelstrom o Ficción Científica. ¿Hacia dónde crees que caminan este tipo de proyectos? ¿Qué otros te gustaría emprender?

M: Creo que gracias a internet van a seguir apareciendo muchos más nuevos proyectos de este tipo. Eso sí, siempre que entre los legisladores y los grupos de presión no lo fastidien todo. Porque con frecuencia pienso que lo más probable es que Cuentos para Algernon está infringiendo alguna ley. Viendo lo que se está viendo por ahí, seguro que existe alguna normativa ridícula por la que los autores no pueden ceder gratuitamente los derechos de sus cuentos y, en caso de que sí que puedan, estoy convencida de que eso no quita para que alguna organización tipo SGAE tenga derecho legalmente a pedirme que abone alguna cantidad en concepto de derechos de autor. Y si todavía no existe la ley, perfectamente se la pueden inventar mañana. O se sacarán de la manga una legislación que obligará a que todos los blogs se tengan que registrar, para tenernos bien controlados. O a pagar una tasa. O a cualquier otra cosa por el estilo que en mi caso me quitará las ganas de seguir adelante. Aunque bueno, espero equivocarme y que estas ideas sean simplemente el resultado de leer demasiadas obras distópicas.

Pero hasta que llegue ese día en que los controles y trabas burocráticas imposibiliten este tipo de proyectos gratuitos y libres, confío en que sigan apareciendo muchos y de lo más variado. Habrá muchas iniciativas que no cuajen, pero las más interesantes o las que tengan más suerte seguirán adelante, y eso es lo que importa. Gracias a internet, para lanzarte a un proyecto pequeño como es el caso de Cuentos para Algernon, lo único que se necesita es una idea y ganas, y eso está al alcance de cualquiera. El resto, la infraestructura y la información, está ahí para todo aquel que la necesite.

En mi caso particular, ahora mismo no me planteo ningún otro proyecto. Cuentos para Algernon ocupa todo el tiempo libre del que puedo disponer (e incluso más). Por el momento, todos mis esfuerzos se van a centrar en intentar conseguir mantener el nivel de calidad del blog y la periodicidad del mismo. Creo que ese es mejor camino para que cada vez sean más los que lean los cuentos publicados, que es de lo que a fin de cuentas se trata. Eso sí, mantengo mi intención original de no restringir el blog al género estrictamente fantástico, por lo que en algún momento me gustaría empezar a incluir algún relato de carácter más generalista.

Algernon, ¡cuéntame en español cuentos ingleses! (Primera parte)

Cuentos para Algernon no tiene segundas intenciones por ser una iniciativa online y gratuita. Habéis oído bien: es una web a la vista de todos; y es gratuita, no hay que pagar una cuota ni suscribirse para disfrutar de sus contenidos. Ofrece cuidadas traducciones al español de relatos de ciencia ficción, fantasía, weird, y terror de autores de reconocido prestigio.

No se trata solo de escritores que han recibido premios, que han sido alabados por la crítica y aplaudidos por los lectores, sino de creadores con calidad literaria, independientemente de que naveguen en las aguas procelosas del género. Aparte de maximimizar la disponibilidad de los relatos publicándolos en ePub, MOBI, Fb2, PFD o DOC, lo que caracteriza esta página es la elevada calidad de las traducciones que propone, realizadas por el administrador y fundador de la iniciativa, una misteriosa entidad que se hace llamar Marcheto y de la que se desconocesu verdadera identidad. Por sus respuestas, se intuye que puede haber una mujer detrás de ese nombre, pero esto es pura especulación por mi parte, pues bien podría tratarse de una inteligente maniobra de ocultación.

He tenido la oportunidad de mantener una conversación larga y muy interesante con esta entidad, en la que hemos hablado de la salud del género, de su labor en la web, y de sus deseos con respecto al futuro. Espero que disfrutéis de ella lo mismo que yo manteniéndola. (Como siempre, podéis disfrutar de esta entrevista en inglés en el blog amigo Sense of Wonder de Elías Combarro. Por cierto, Cuentos para Algernon es una web indispensable en la blogosfera. Punto.

 

CJ: Me gustaría que te presentaras. Todo el mundo te conoce como Marcheto y muchos no saben quién se esconde detrás de ese nombre. Es cierto que tu blog habla por sí solo y que se sabe que realizas traducciones al español, pero me interesa conocer tu biografía, desde tu formación a tu experiencia profesional.

Marcheto: Efectivamente, la mayoría de los lectores del blog no sabe cuál es mi otra identidad, pero eso es algo totalmente premeditado y mi intención es que siga siendo así en la medida de lo posible, porque para todo lo relacionado con Cuentos para Algernon soy Marcheto, y esa es mi verdadera identidad. La otra, la que se esconde detrás, es la falsa. Me temo que mi biografía no es demasiado apasionante. A título de curiosidad, mencionaré que nací hace ya bastantes años en una provincia que tiene fama de no existir. Tal vez se me pegó algo de esa inseguridad existencial y ahí radique la explicación de que no me baste con una única identidad, sino que necesite dos para quedarme tranquila. No lo sé. En cualquier caso, mi familia se trasladó poco después a una provincia vecina mucho más convencida de su propia existencia. Allí pasé bastantes años, y allí, cuando tenía claro que lo mío eran las ciencias y no las letras, estudié la carrera de matemáticas. Así que por formación supongo que soy matemática, aunque nunca he ejercido como tal. Desde un principio y hasta la actualidad, mi actividad profesional principal (es decir, la que me da de comer) se ha desarrollado en el campo de la informática.

Hace unos años, en un intento por mantener vivo mi inglés con algo que no fueran las típicas clases de toda la vida, me apunté a un curso de traducción. Fue ahí donde descubrí que aquello me gustaba y que no parecía dárseme mal del todo. Y cuando ya llevaba un par de años con mis cursos de traducción, me enteré de que La Factoría de las Ideas necesitaba traductores. Me animé, les escribí y poco después estaba traduciendo libros de rol para ellos. Y de ahí pasé a otro tipo de obras, al  principio también para La Factoría y más adelante para otras editoriales, eso sí, casi siempre pertenecientes al género fantástico. Y en todo momento compaginándolo con mi trabajo como informática y con algunos cursos más de traducción.

 

CJ: Es interesante lo que dices de mantener secreta tu otra identidad. Al principio de Twitter, yo jugaba con la ambigüedad de @dnazproject.com y escribía mis twitts en masculino… a veces lo sigo haciendo, pero me temo que ya todo el mundo me conoce y no sirve de nada. En mi caso se debía a la necesidad de que me tomaran en serio. Pensaba yo que si se creía que era un hombre, tendría menos dificultades ¿Se debe tu ocultamiento de personalidad a una maniobra parecida, o forma parte de una estrategia para dominar el mundo? Una respuesta breve a esta pregunta servirá 🙂 Has mencionado La Factoría de Ideas, editorial para la que trabajas. En los últimos meses se ha debatido en las redes sociales sobre la mediocre calidad de alguna de las obras de esta editorial. ¿Qué opinas al respecto? (Entiendo que no desees responder a esta cuestión, y respetaré tu decisión de no hacerlo, pero tenía que hacerte la pregunta)

M: Pues no se me había ocurrido hasta ahora, pero puede ser que efectivamente todo esto (el blog, el ocultamiento de personalidad, el estar respondiendo a estas preguntas…) forme parte de una maniobra de mi subconsciente encaminada a dominar el mundo. Y ahora que lo pienso, si llegara a dominar el mundo podría traducir y publicar todos los cuentos que me gustan, sin tener que andar cruzando los dedos cada vez que escribo a un autor solicitando su permiso, puesto que todos me tendrían que decir que sí, ¿verdad? Suena francamente interesante…

Aunque bueno, lo que sí que es cierto es que cuando comento a alguien que traduzco literatura de ciencia ficción y fantasía, la reacción más habitual es la sorpresa y una sonrisa un tanto irónica. Como que efectivamente no se lo tomaran muy en serio.

En cuanto a La Factoría, hace ya muchos años que dejé de colaborar con ellos, y mis sentimientos en este caso son totalmente ambivalentes. Por una parte, siento un enorme cariño hacia esta editorial y les estoy muy agradecida, puesto que estoy convencida de que si ellos no me hubieran dado mi primera oportunidad, ni yo hubiera conseguido llegar a traducir profesionalmente ni Cuentos para Algernon existiría. Pero por otra, es cierto que durante el tiempo que colaboré con ellos pude apreciar en alguna ocasión una cierta dejadez en relación a estos temas, por lo que no me sorprende que en ocasiones las traducciones que publican dejen bastante que desear.

 

CJ: ¿Por qué ciencia ficción, fantasía y terror? ¿Qué tienen estos géneros que atrapan de manera irrevocable?

M: En mi caso, creo que mi afición a esos géneros se debe en gran parte a la existencia en el instituto donde estudié de un club de ciencia ficción, organizado por un profesor aficionado al género. Ya por aquel entonces era una lectora voraz, así que por supuesto que me apunté al club, aunque supongo que también lo hubiera hecho si el club hubiera sido de literatura policiaca y ahora a lo mejor estaría traduciendo otro tipo de relatos. Los socios del club nos reuníamos periódicamente y teníamos a nuestra disposición una extensa biblioteca de obras de ciencia ficción. Gracias a ella descubrí y disfruté de un gran número de títulos, sobre todo de los grandes clásicos. Por ejemplo, mi regalo de bienvenida al club fue la edición de Bruguera de “Donde solían cantar los dulces pájaros”, de Kate Wilhelm, que por supuesto todavía conservo. Poco a poco me fui aficionando al género y, supongo que por afinidad, también a la fantasía y al terror. En mi opinión, este tipo de literatura juega con ventaja frente a la literatura realista. Puede ofrecerte todo lo que te ofrece esta última (análisis en profundidad de personajes y de las relaciones entre ellos, calidad literaria…), pero además de todo esto nada le impide darte mucho más, puesto que al no tener que aceptar las imposiciones de nuestra realidad, el abanico de ideas y posibilidades con los que puede jugar crece hasta el infinito. Y, centrándome en la ciencia ficción, que tal vez sea mi género favorito de los tres, la mezcla de calidad literaria, capacidad especulativa y sentido de la maravilla propia de las grandes obras del mismo es algo que rara vez se da fuera de este género. Y esa es la conjunción que espero encontrar cada vez que empiezo una nueva novela o relato de ciencia ficción.

 

CJ: Un buen traductor es una persona muy leída, con un conocimiento bastante amplio del género en el que se mueve. La traducción no solo implica transcribir un texto de un lenguaje a otro, implica realizar elecciones constantemente, elecciones que aportarán matices, profundidad, referencias, sensaciones y sentimientos. Me gustaría conocer tu proceso de trabajo, desde que recibes un encargo hasta que lo entregas. También me gustaría que hablaras de esas «elecciones» que menciono, cómo las abordas, qué te resulta más fácil y difícil. 

M: Si te parece, en lugar de centrarme en mi proceso de trabajo ante un encargo profesional, voy a hablar de cómo encaro las traducciones de los relatos del blog, que es lo que ahora mismo ocupa la mayor parte de mi tiempo dedicado a estos menesteres.

Antes de empezar a traducir un cuento lo releo, porque lo normal es que hayan trascurrido varios meses desde mi última lectura del mismo. Y a partir de ahí me lanzo. Al tratarse de relatos, los traduzco desde el principio hasta el final, eso sí, dejando pendientes para una segunda pasada un montón de decisiones de todo tipo. Una vez terminado ese primer borrador, y ya con un conocimiento más profundo del texto, suelo  tener una idea mucho más definida del estilo que debe tener la traducción, y lo normal es que muchos de los puntos oscuros que estaban pendientes se hayan clarificado al menos de manera parcial. Así que reviso la traducción cotejándola con el texto original con el mayor cuidado posible. En esta revisión intento detectar los errores que haya podido cometer e ir solucionando la mayor parte de los problemas pendientes, así como ajustar el estilo de la traducción para que refleje lo más fielmente posible el del original. Aparte de eso, retoco montones de detalles que me parecen mejorables.

Terminada esta primera revisión, paso a centrarme ya en aquellos puntos que todavía tengo marcados como problemáticos y los trabajo uno a uno. Es en esta fase cuando en ocasiones me veo obligada a recurrir a los autores, pidiendo aclaraciones o incluso consejos (por ejemplo, Zen Cho fue quien me sugirió qué palabras y expresiones malayas de las que aparecían en su cuento «Prudence y el dragón» debía mantener en malayo, cuáles debía traducir y cuáles simplemente debía eliminar).

Una vez solucionados todos esos problemas, dejo reposar el texto al menos un día y luego lo releo de un tirón ya sin el original delante, fijándome sobre todo en aquello que me rechina, que no me parece que suene natural en español, además de en los errores que pueda encontrar, por supuesto. Marco todo esos puntos y vuelvo sobre ellos tras esa lectura. Una vez corregidos, le paso el texto traducido a mi revisor particular, que se lo lee y a su vez me señala tanto errores como detalles que como lector no le han terminado de convencer. Vuelvo a revisar el texto para corregir todo eso y, tras una nueva relectura en la que ya prácticamente no toco nada, el texto queda listo para ser publicado.

En cuanto a las elecciones, un traductor las está haciendo de manera continua y en la mayoría de los casos casi inconscientemente. Rara es la palabra o frase que admite una única traducción. Ni siquiera «table» va a ser siempre «mesa».

Y, aunque se dice que no hay nada imposible de traducir, yo sí que he descartado algún cuento estupendo porque al leerlo en inglés me ha parecido que no podía garantizar que mi versión en español fuera a ser digna del original. En mi caso concreto, se me ocurren tres cosas que me parecen especialmente difíciles: los títulos, los neologismos y el humor.

Los títulos originales en inglés suelen ser bastante sintéticos, estar llenos de referencias culturales que a nosotros se nos escapan, de gerundios incorrectos en español, de juegos de palabras, de frases hechas… Resumiendo, que es muy habitual que una traducción más o menos literal no sea posible o no sea la mejor elección. En el mundo de la traducción profesional, el título definitivo suele ser decisión de la editorial. En mi caso, si no tengo las cosas claras, este es uno de los puntos que me gusta consultar con el autor. Por ejemplo, “Caída de una mariposa”, el título del relato de Aliette de Bodard, fue la sugerencia de la propia autora ante las distintas posibilidades que yo andaba barajando.

Los neologismos es otro de los problemas más habituales en este género. Ante un neologismo, lo primero que hago es investigar si el mismo ha aparecido ya en alguna otra obra. Si así ha sido, intento averiguar si ya se ha traducido y cómo. Y si la traducción existe y me convence, la respeto. Si no es así, pues toca echarle un poco de imaginación para descubrir todo lo que se esconde detrás de ese término e intentar inventar una palabra en español que transmita y refleje eso mismo. En estos casos, de nuevo resulta muy útil poder pedir aclaraciones al autor, un lujo con el que en mi caso estoy pudiendo contar.

Y el humor es bien sabido por todos que es muy difícil de traducir.  Pero sobre este tema prefiero no explayarme. Tengo previsto traducir varios cuentos de humor próximamente y, como empiece a reflexionar sobre las dificultades de la empresa, igual me doy cuenta del fregado en el que me voy a meter y me arrepiento.

(No dejéis de leer la segunda parte de esta entrevista el próximo díá 10 de Mayo)