No hay nada como comenzar el año nuevo estrechando los lazos de la concordia, la amistad, el compañerismo y bla, bla, bla… con los seres que nos rodean, que traducido al lenguaje prosaico del blog significa que nos vamos de pesca. No me ha dejado proponer alternativa alguna. ¡Lógico! Para algo tienen que servir esos meses abonado a “Jara y Sedal”, el barbour pijo, el vadeador impoluto y las botas de goma de caña alta. Del resto de aparejos relacionados con la captura de pescado en río, como lo llama el blog, solo he reconocido las cañas, los cebos y los anzuelos… el resto podría ser instrumental de cirugía anorectal en lo que a mí respecta.
Mientras estábamos sentados -vestidos de verde- en la ribera del charco elegido, empezamos a murmurar para pasar el tiempo sobre un libro que nos auto-regalamos estas Navidades: Terra Nova, Antología de ciencia ficción contemporánea. Publicada en diciembre en nuestro país por la editorial Sportula, esta antología es una rara avis en el panorama nacional de la ciencia ficción, como el carpfishing extremo que diría el blog. El motivo por el que éste y una servidora comenzamos a hablar sobre el libro se debe a un comentario de un amigo bloguero que se lo pasó en grande el pasado 28 de diciembre anunciando la antología Terra Nova 2 con claras referencias marítimo-pescadoras http://sentidodelamaravilla.blogspot.com/2012/12/se-filtran-la-tematica-y-las-posibles.html. Coincido con lo que estáis pensando: el blog y yo somos muy literales.
En 340 páginas, Mariano Villareal y Luis Pestarini han reunido ocho cuentos que intentan ofrecer una visión actualizada de la producción en castellano de un género tan borderline como es la ciencia ficción. No sé si os suenan los editores mencionados, pero para refrescaros la memoria a unos y hacer las introducciones pertinentes al resto, tengo que presentároslos. Villareal tiene a su cargo el portal “Literatura Fantástica” http://literfan.cyberdark.net, un referente imprescindible en nuestro país con toda la información más sobre el sci-fi. Por su parte, Pestaniri dirige la revista y la colección de libros “Cuásar” http://www.edicionescuasar.com.ar/revista_cuasar.html que lleva 25 años intentando ofrecer desde Argentina un espacio para dar a conocer textos enmarcados en los géneros mencionados.
Si tenemos en cuenta las colaboraciones del ilustrador Ángel Benito Gastañaga con una portada de otro mundo y de la labor de Claudia de Bella, Ana Díaz Eiriz y Manuel de los Reyes como traductores, el resultado es una buena captura de textos. A ellos hay que añadir el trabajo de búsqueda de material del propio de los Reyes y de Elías Combarro, quien además se ha ocupado de la promoción internacional de este proyecto.
Ocho para uno y uno para ocho
Los estadounidenses Ken Liu y Ted Chiang son los encargados de abrir y clausurar la antología. El primero, con su internacionalmente reconocido y premiado cuento “El zoo de papel” que nos descubre un mundo de fantasía casera mezclado con la incomprensión generada por el desarraigo y la incomunicación. Se trata de una historia deliciosa, bien armada, que engancha con un anzuelo sugerente y efectivo, y cuyo ritmo fluye como una corriente transparente de sentimientos que nunca caen en la sensiblería barata. Comenzando con este maravilloso regalo literario, el blog y yo teníamos las expectativas muy altas.
Tengo que reconocer que “Deindre”, de la madrileña Lola Robles, no logró conquistar por completo mi atención, quizás porque ya había leído “El Ciclo de Vida de los Objetos de Software” de Chiang, al que me remitía constantemente. Ambos relatos exploran la complejidad de la conciencia artificial pero lo hacen desde historias y perspectivas muy diferentes: en “Deindre” se habla de androides y en el cuento de Chiang, de seres virtuales. La narración y el estilo de Robles no pudieron seducirme por más que intenté zambullirme en la trama. Quizás la culpa fue mía por no leer los relatos en el orden propuesto por los editores. Sospecho que la narración en primera persona, un recurso muy osado, no ayudó demasiado. Sin embargo, al blog le encantó.
El cubano Erick J. Mota firma el tercer cuento de la tanda: “Recuerdos de un país zombi”. Aunque el estilo a veces me pareció un tanto apresurado, tengo que reconocer que la historia es fresca, interesante y socialmente mordaz a pesar de tratar la manida temática zombi. Este autor ha sido todo un descubrimiento, primero por ser capaz de re-utilizar un contenido extenuado en los últimos tiempos y segundo por saber utilizarlo sin estridencias para mostrar los descosidos de la realidad cubana. Nos preguntamos si alguien habrá pensado en esta historia como material para un corto… El blog cree hay madera de guión en “Recuerdos de un país zombi”.
“Enciende una vela solitaria” del tinerfeño Victor Conde es una de esas pocas historias que, después de releer, he seguido sin comprender. No sé si será su factura arriesgada, esas frases monógamas en las que la palabra solitaria se supone que te abre a un mundo de sugerencias. Lo siento, no lo pillo. No entiendo el título, ni la estructura, ni tan siquiera soy lo suficientemente espabilada como para entender la trama. Debe ser mi única y huidiza neurona que se sobrecalienta en estos casos y deja de funcionar como dios manda … no culpo al autor, que conste. Al blog le pareció un gran relato, pero ya sabéis que raramente solemos coincidir: por cierto, el listo es él.
Afortunadamente después aparece “Cuerpos” del madrileño Juanfran Jiménez y me animo. Hacía bastante tiempo que no me reía tanto con un cuento y que no disfrutaba tanto con su redacción. La primera frase ya anuncia algo extraordinario: “El purgatorio era una sala de espera sin revistas”. Simple, claro y sin pretensiones. El protagonista, el indio Padovani es uno de esos canallas que caen bien, incluso si te toca como compañero de celda. La acción te atrapa y no te suelta y el final es sencillamente una perita en dulce que no os voy a desvelar para que lo disfrutéis como se merece. Tiene algo de cómic, o novela gráfica como se llaman ahora, porque la acción trepidante se une a unas descripciones texturizadas sobre los distintos elementos de la historia. Claro que al blog le ha gustado menos, como es natural.
El británico Ian Wantson es el autor de “Un día sin papá” en el que la personalidad digitalizada de un ser querido, ya difunto, es almacenada en la mente de sus familiares. Todo un gran plato para abrir boca si no fuera porque, en mi opinión, no se exploran todas las posibilidades de la historia que parece cogida con alfileres y entretelada. Me dio la impresión de que el final era un poco precipitado y, a posteriori, esa es la sensación que me dejó la totalidad del texto. El blog me recuerda que no sé de lo que estoy hablando la mitad de las veces y que debo bajar la voz para no espantar a los peces.
Cuando llego al relato “Memoria” de la bonaerense Teresa P. Mira de Echevarría creo haber perdido la capacidad de sorpresa. Y de nuevo la magia surge de entre las páginas y empiezo a soñar despierta con un cuento inteligente con sabor a Bradbury. ¿Será que Marte me puede y toda historia que se escenifica allí me tiene ganada desde el principio? ¿Será la apuesta por una trama nada convencional y por un estilo emotivo pero sin estridencias ni pretensiones banas? Lo único que sé es que, a diferencia de al blog que a todo le pone “peros”, a mí me dieron ganas de transportarme al planeta rojo para conocer a Jedediah y a Áyax. Estoy convencida de que viven allí o vivirán, no lo sé con certeza, pero aquel mundo es su hogar y así me lo hizo sentir la autora. Lo anterior es solo una torpe manera de intentar expresar aquí mi admiración por este cuento, como podéis suponer. Yo recomendaría leer “Memoria” a quienes argumentan que la ciencia ficción trata superficialmente los sentimientos. Este relato también sedujo al blog. Es raro que coincidamos… tendré que consultar con un especialista.
Como ya dijimos, cierra la antología “El Ciclo de Vida de los Objetos de Software” de Ted Chiang. En realidad se trata de una novela corta que sirve como un fantástico colofón a una antología bien pensada y gestionada. Uno de sus aciertos es el de alejarse de la primera persona, ofreciendo una cierta distancia que favorece el anclaje de la narración. Quizás haya un exceso de saltos temporales de un año, que bien podría haberse ahorrado Chiang sin dañar la historia. Los seres virtuales del estadounidense se presentan desde una perspectiva original que da mucho juego y brinda la oportunidad de reflexionar sobre las implicaciones legales, éticas, sociales e incluso psicológicas de las conciencias artificiales. Este es el relato que más ha impactado al blog, supongo que porque describe con inquietante fidelidad el hipotético ciclo vital de seres que comparten su misma naturaleza. Sin embargo, dice que no se siente realmente identificado con ellos: le parecen infantiles e inocentes.
Quienes crean que Terra Nova, Antología de ciencia ficción contemporánea es un mero muestrario de ciencia ficción en español se equivocan: se trata de un excelente trabajo de avistamiento, recopilación y gestión de textos ingeniosos que tienen cabida en dicho género pero que también incluyen temáticas fantásticas y algo de terror. Es un auténtico lujo poder contar con iniciativas semejantes en el mercado iberoamericano, algo que debería hacerse más y con mayor frecuencia. El blog cree que este tipo de proyectos es fundamental para apoyar la literatura en general y los géneros que tanto nos gustan en particular, todo ello unido al intercambio de textos y opiniones por parte de los lectores –los blogueros que todos conocemos-.
Llevábamos horas intentado capturar algún ejemplar cuando la caña del blog comenzó a curvarse por el peso de un barbo común. Lo pescó él solito, todo hay que decirlo, aunque a mí me tocó cocinarlo aquella noche.
No sé si el día de pesca ha servido para que mejoremos nuestra relación. Al menos hablamos de literatura sci-fi, por lo que el día no fue en vano… creo…