Matter es la octava obra de la saga de la Cultura de Iain M. Banks y la primera que he leído. Antes, me da vergüenza confesarlo, apenas conocía nada del escocés, tan solo estaba familiarizada con algunos títulos de sus obras, especialmente con una de las últimas, The Hydrogen Sonata, que sonaba con fuerza entre los amantes del género en diversos premios internacionales. Su desaparición hace unos meses me hizo caer en la cuenta de que nunca había disfrutado de ninguna de sus novelas mientras estuvo entre nosotros. Tampoco hubiera cambiado nada que lo hubiera hecho, pero desde entonces, no he dejado de repetirme que debía hacer algo para terminar con mi ignorancia. Gracias a la iniciativa propuesta y organizada por Leti del blog Fantástica Ficción, y compañera de fatigas en El Fantascopio, he tenido la ocasión de leer la ficción de Banks. Nunca es tarde.
Temática escatológica
La novela es, por una parte, un guiño a la fantasía épica que Banks enmarca en la extraordinaria invención que nos regaló, llamada la Cultura. De hecho, hay momentos al inicio de la obra que uno se pregunta si no está leyendo un spin-off de Juego de Tronos, la versión televisiva de Canción de Hielo y Fuego de G.R.R. Martín, no por el estilo sino por la temática. Matter es la historia de cuatro hermanos destinados a una vida para la que no fueron educados. Procedentes de Susarmen, una nación que permanece inmersa en una etapa histórica medieval, conocen la existencia de la Cultura, pero viven sus vidas en unos de los niveles de un Mundo Concha –fuera de la federación-, haciendo lo que a las naciones de estas características se les da mejor: luchar entre ellas.
- Elime, el mayor de los hijos del Rey Hausk “El Conquistador” muere asesinado por lo que nunca llegará a suceder a su padre. En realidad, nunca aparece en la historia y es precisamente su ausencia la que desencadena gran parte de los sucesos de la trama.
- Ferbin, el mediano, desaparece en extrañas circunstancias en el campo de batalla y comienza una vida de proscrito porque es conocedor de un secreto que amenaza su seguridad. Instruido en la política y la diplomacia, desconoce el arte de la guerra. Cuando es enviado a asistir a su padre sobre el terreno se verá sobrepasado por los acontecimientos.
- Oramen, el hermano menor, es una rata de biblioteca destinado a convertirse en erudito. Obligado a adoptar el papel de heredero a la corona en un momento en que aún no ha alcanzado la mayoría de edad y no puede asumir el papel de rey, son precisamente sus conocimientos en historia y literatura los que le dotan de las herramientas necesarias para bregar en las complicadas intrigas palaciegas.
- La hermana, Anaplian, fue elegida en su niñez para viajar a la Cultura y para ser educada en su seno, pasando a engrosar la sección de Circunstancias Especiales en vez de formar parte de la corte ocupando su lugar como princesa.
La novela se abre con la muerte del rey Hausk y la historia se estructura en tres sub-tramas que siguen los pasos de cada uno de sus tres hijos vivos. Si en el caso de Oramen y Ferbin el escenario es medievaloide, en el de Anaplian conocemos a fondo la Cultura, esa federación galáctica utópica y anarquista que, a pesar de su inmensidad, funciona con precisión matemática. Anaplian retorna a Susarmen con motivo de las exequias de su padre y debe adaptarse a volver a vivir en un lugar de horizontes limitados.
Uno de los principales temas abordado por Banks en Matter es el destino del ser humano. Si bien existen una serie de predisposiciones familiares y educacionales que empujan al individuo a tomar un camino en su vida, acontecimientos inesperados pueden cambiar la dirección de esa ruta. Lo que reivindica el autor es que el destino nunca está escrito del todo, solo está bosquejado por las influencias familiares y la presión social, y es la voluntad del individuo el verdadero motor de la experiencia vital.
Sin embargo, y como no puede ser de otra manera tratándose de un escocés con un sentido del humor enormemente autocrítico, uno nunca acaba de tenerlo del todo claro. La intención es evidente, pero siempre queda la duda de que Banks esté jugando en realidad con el lector y, a pesar de que defendiendo al ser humano como capitán de su barco vital, quizás esté riéndose de él, sugiriendo que fuerzas ocultas rigen los destinos de las personas desde un intrincado modelo orquestado por las Mentes de la Cultura.
Banks, el rey de la referencia
Una de los aspectos más atractivos de la obra de este autor es la maestría con la que hace uso constante de la referencia. Ya mencionamos el asombroso parecido del comienzo de la novela con un episodio de Juego de Tronos. ¿Por qué la referencia a la versión televisiva y no a las novelas de G.R.R. Martin? Por su teatralidad visual. La muerte del rey Nerieth Hausk, nada más comenzar la historia, es una escena de manual de cualquier serie de televisión. Si fuera una comedia, hasta podríamos oír las risas enlatadas.
Hay una referencia constante a la relación entre el señor y el sirviente astuto, que me hace pensar inmediatamente en Don Quijote y Sancho Panza. En cada uno de los hilos argumentales en los que se vertebra la historia, los tres hijos del rey Nerieth Hausk inician una andadura personal acompañados por un “escudero”, una entidad que les protege y ayuda: en el caso de Ferbin y Oramen se trata de los sirvientes Choubris Holse y Tove respectivamente, mientras que Anaplian cuenta con el drone Turminder Xuss. Mientras que los descendientes del rey representan al noble educado en los conocimientos más exquisitos de la época, y criado en la comodidad de palacio, el escudero/ayudante representa al sentido común y a la sabiduría popular que surge de la dura vida fuera de la corte. El diálogo entre Ferbin y Holse en uno de los primeros capítulos, es una delicia de inteligencia y melodrama:
“Still,” Ferbin said nitterly, “even if I were alone in knowing what happened, I know it still”.
Choubris scratched behind one ear. “If the whole world thinks differently, sir, is that even wise?”
Hay quienes colocan a la space opera -como dice Félix sobre la novela El uso de las armas en el blog Almohadón de Plumas– en la misma categoría que la literatura épica, una tradición literaria que nacería con las epopeyas griegas, pasando por los cantares de gesta y novelas de caballería de la Edad Media, o a la fantasía de capa y espada del siglo XX. En realidad, siempre nos encontramos con héroes que sufren una profunda transformación personal, a menudo con un final trágico, en el que el resto de los personajes encaja en roles bien definidos según su función en la historia: el ayudante/sirviente/confidente/compañero/amigo; el villano malvado/ambicioso/destructivo; el propio héroe sometido a pruebas/aventuras/desafíos/calamidades. Las andanzas se suceden en este caso en un escenario muy generoso, la Cultura, que permite a Banks utilizar diferentes recursos –escenarios, personajes, épocas históricas- para resaltar ciertos aspectos del argumento.
Una heroína en un universo masculino
En el caso de Matter, aunque las tres tramas cuentan la misma historia desde puntos de vista distintos, la heroína Anaplian destaca por ser el contrapunto a la historia épica que viven sus hermanos. Ella, una mujer que se vería relegada a servir como moneda de cambio en alguna alianza política de su pueblo, desarrolla una carrera interesante e independiente en “Contacto” uno de los departamentos más activos de la Cultura. Armada de conocimiento, mejoras genéticas y herramientas tecnológicas, toma la determinación de retornar a su país. Es decir, es capaz de ejercer sobre su propia existencia un tipo de control que ninguna dama de la corte de Susarmen podría soñar. Por su parte, Ferbin y Oramen no pueden elegir, por su sentido del deber o porque no conocen ninguna opción mejor, y se ven abocados a adoptar papeles que nunca hubieran querido asumir.

Anaplian, uno de los personajes principales de «Matter»
Anaplian es ciudadana de una federación galáctica y utópica, la Cultura, en las que las necesidades básicas están cubiertas y la gente trabaja por el placer de sentirse útil. Hay otras excepciones. Miquel en su reseña sobre la novela El jugador, publicada en el blog La Biblioteca de Ilium, analiza en profundidad cómo un Imperio fuera de la Federación basa su estructura social en la práctica de Azad, un juego sofisticado que vertebra todos los aspectos de la vida.
Sin embargo, Susarmen no es un Imperio, no dispone de una actividad lúdica que dé sentido a su sociedad, ni pertenece a la Cultura. La vida es dura, la tecnología permanece anclada en el pasado, existe el hambre, las enfermedades y la guerra, y cada uno ocupa el puesto que el rígido sistema social le impone. No hay juegos que desvíen la atención de los problemas cotidianos. A pesar de que se conoce la existencia de la Cultura y de otras civilizaciones muy avanzadas, hay un cierto orgullo nacionalista basado en la creencia de que una sociedad limpia de influencias tecnológicas es más libre, como señala en propio rey Nerieth Hausk:
“But they, the people of the Eighth, this Little race of men, they and their like were free to pander to their natures and indulge in their disputes untrammelled. They could do, in effect, and within the limits of their technologies, as they liked! Was that not a fine feeling?”
Las palabras del rey cobran fuerza cuando una amenaza tecnológica muy poderosa pone en peligro la integridad física de Susarmen y del resto de mundos concéntricos del Mundo Concha que lo aloja. Banks reprocha de manera implícita el uso abusivo de la tecnología, más que la carrera tecnológica en sí. La crítica social, inherente a toda la saga, pone de manifiesto las limitaciones de una sociedad medieval rígidamente estructurada en contraste con las libertades que predominan en la Cultura, en la que cualquier ser consciente –sea humanoide o máquina- cuenta con los mismos derechos.
El estilo de Banks es directo y claro, desprovisto de artificios, aunque sabe utilizar el humor como nadie. Sus descripciones son minuciosas sin llegar a aburrir, sus diálogos son ágiles e intuitivos, los escenarios ofrecen un impresionante abanico de contextos y los personajes están bien delimitados, aunque quizás los secundarios puedan confundirse a veces entre sí. Creo que la historia se alarga demasiado en algunos momentos, pero lo achaco al interés del autor por introducir y/o profundizar en aspectos de la Cultura.
Ésta reseña solo pretende ser una pequeña ventana al universo creado por Banks, un inmenso teatro de posibilidades infinitas fruto de su inteligente y fecunda imaginación. Ha sido un placer leer Matter aunque debo confesar que el final me decepcionó, pues una historia escrita con tanto mimo termina de manera bastante convencional, en mi humilde opinión. He aprendido mucho del escocés. Aprecio su maestría a la hora de impulsar la acción en todo momento y a aderezarla con los elementos justos para hacer que el texto sea entretenido y apetitoso. Sin duda, Matter no es lo último que leeré de Banks.
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Muy interesante el post, muy completa la información. Lastima de final, aún así le daré una oportunidad.
Claro que sí, Mónica. Además, uno de los personajes principales es una chica con mucha personalidad, algo raro en las space operas. Gracias por comentar 🙂