Aparte de ser uno de los pocos hombres a los que le sientan bien las faldas – debería decir el kilt escocés-, Alberto Morán Roa http://elreytrasgo.blogspot.com es un escritor de fantasía que combina su pasión por la historia con una imaginación exuberante. Él tiene la culpa de que haya superado mis reticencias iniciales con respecto a la fantasía épica y haya leído El Rey Trasgo: La ciudadela y la montaña http://www.elreytrasgo.com su primera novela publicada en nuestro país por Kelonia. Podéis consultar la reseña que escribí hace unos meses en https://masficcionqueciencia.com/2013/06/13/285/
A lo largo de varias semanas he tenido la oportunidad de conversar con Alberto sobre muchas cosas que nos interesan a los dos, desde reflexionar sobre el oficio de escritor hasta comentar la situación del género fantástico en España. Ha sido una experiencia muy divertida e interesante: la entrevista que vais a leer no es el resultado de un cuestionario remitido y contestado –una opción muy eficaz, que no tiene nada de malo por otro lado- sino el producto de varios intercambios ciber-epistolares en los que se ha ido fraguando un intercambio de ideas, más por su parte que por la mía como podréis comprobar.
El blog y yo queremos agradecer a Alberto su disposición y buen humor a la hora de acometer esta empresa en medio como se hallaba de la promoción de su novela, la producción de la segunda entrega de la saga, su trabajo cotidiano y sus múltiples compromisos.
Señores, pasen y vean.
Cristina Jurado: Suelo acercarme a cada obra desde el punto de vista del escritor. Soy aprendiz de junta-letras y me interesa muchísimo el proceso creativo que se esconde detrás de cada obra literaria. En el caso de El Rey Trasgo, creo que has realizado una intensa y cuidadosa labor de edición, utilizando términos en desuso en nuestro idioma pero terriblemente expresivos y sonoros (se me ocurre «mandoble», por ejemplo). Tengo un amigo, José Luis Merino por más señas (escritor y periodista bilbaíno) que me insta constantemente a que cada frase que yo escriba me haga «temblar». También me azuza para huir de las frases hechas y para apostar por imágenes y comparaciones originales y con fuerza. ¿Cómo afrontas tú el proceso creativo, desde la concepción de ideas hasta que el manuscrito pasa a la imprenta?
Alberto Morán Roa: Me gusta jugar con el poder del lenguaje: construir a través de él no solo mundos sino personalidades, caracteres, emociones. Trato de ser meticuloso y de encontrar la palabra adecuada para cada contenido; sobrecargar el texto o hacerlo retorcido me parece innecesario, ser preciso es mucho más elegante y entretenido para el lector. Sé que aún tengo trabajo por delante en este aspecto -siempre lo tendré-, pero es el modo en el que elijo escribir.
Ese toque algo arcaico es a la vez intencionado y a la vez involuntario: intencionado, porque la ambientación medieval de la novela y el espíritu que rodeaba a ciertos momentos -sobre todo en la trama de la Ciudadela- requerían de ese lenguaje; involuntario, porque eran las palabras con las que el libro pedía ser escrito y viajaban de mi cabeza a la pantalla de un modo muy natural. El hecho de que muchas veces me sorprenda utilizando ese vocabulario también ayuda.
Estoy de acuerdo en parte con tu amigo José Luis: sí creo que hay que perseguir la excelencia, pero creo que hay frases que reclaman más «poder» y otras que simplemente cogen de la mano al lector y lo llevan a través de un diálogo, un escenario o una situación. Las frases hechas son odiosas y mi agente acribilló aquellas que encontró en el manuscrito original -le estoy agradecido por ello, no aportaban nada- y las comparaciones originales son divertidísimas de escribir, pero creo que hay que utilizarlas con moderación y saber darles el momento exacto.
CJ: He leído que los escenarios de El Rey Trasgo salen de la cultura medieval en sus vertientes veneciana y germánica e incluso del Imperio Romano. Esos momentos de la historia de la Humanidad se caracterizaron por las innumerables guerras (¿cuándo no las ha habido?) y cierto oscurantismo en la búsqueda de conocimiento. Reflejas esto muy bien en las referencias militares, que son constantes en tu novela -sobre todo en la parte dedicada a la Ciudadela- y en la parte de la librería de Helmont. ¿Qué crees que tiene la Edad Media que atrae tanto nuestra imaginación?
AMR: Es un tiempo brutal, violento, descarnado, que muestra sin ambages una faceta particularmente primitiva y apasionada del ser humano. Es, en líneas generales, un tiempo de oscuridad, y donde más tinieblas hay es donde más destaca la luz, donde más llama la atención y más admirable resulta la búsqueda de conocimiento, la curiosidad, al igual que valores como la lealtad o la justicia. Por eso escogí este periodo para ambientar El Rey Trasgo: necesitaba tinieblas, necesitaba sombras, no solo literales sino figuradas, para que la luz brillase con más intensidad y los tonos de gris se apreciasen bien. Por otra parte, a título personal me fascina la ambientación medieval europea y devoro historia relacionada con ese periodo.
CJ: Vuelvo sobre el proceso creativo. Una cosa que me interesa enormemente es la construcción de los personajes. Creo que una de las cosas más difíciles es dotar a cada uno de su voz propia para intentar que no todos suenen igual. ¿Cómo afrontas tú esa tarea?
AMR: Casi todos los personajes surgen de una idea básica alrededor de la cual luego crece un pasado, una familia, una historia, unos valores, una personalidad; en definitiva, una voz. No preparo de antemano el perfil de los personajes más allá de las cuatro líneas: me interesa saber qué representan, qué quiero decir a través de ellos, y un esbozo básico del arco que atravesarán, de los cambios que experimentarán a lo largo de la historia. A partir de este núcleo primordial les dejo crecer a través de conversaciones, puntos de vista, su modo de reaccionar, de hablar… Cobran vida propia ante tus ojos, y eso es algo maravilloso.
CJ: Al hilo de lo que comentas ¿qué es para ti lo que hace maravilloso a la fantasía épica a diferencia de otros géneros?
AMR: Me maravilla las opciones que ofrece para dibujar personajes sencillos, fáciles de recordar, y al mismo tiempo con el potenciar de ser muy, muy complejos. Me gusta que otorgue la posibilidad de tejer grandes tramas y de adentrarse en los rincones más íntimos; que permita trabajar desde los acontecimientos más importantes con una perspectiva «a vista de pájaro» y las reacciones personales. Disfruto de la ambientación medieval y europea, la que tradicionalmente más se utiliza en el género, ya que me fascina. Y por último, permite rodear al ser humano de un entorno que aún le es desconocido, en el que todavía hay mucho por descubrir no más allá del planeta sino más allá de las fronteras de cada nación.
CJ: ¿Qué quieres conseguir con El Rey Trasgo?
AMR: Quiero llegar a mucha gente, evidentemente. Quiero que me lean. Mi objetivo original era conseguir una cifra de ventas que justificase la publicación de la segunda parte y parece que ese objetivo ya es tierra conquistada, así que es el momento de fijarse nuevas metas. Me gustaría que gozase de todo el éxito al que pueda aspirar y quiero impulsar ese éxito. ¿Ambición? Puede. Yo más bien lo llamaría deseo, deseo de llegar a muchos lectores, de conocer muchas opiniones, de tocar muchas vidas.
CJ: ¿Cuáles son tus planes de futuro?
AMR: Mis planes de futuro son terminar la segunda parte de la pentalogía -sí, al final será una pentalogía, revelaré los subtítulos de cada parte en breve-. Mi objetivo es que se publique a finales de este año, si todo marcha bien. En 2014 quiero publicar otro libro, un proyecto que aún estoy esbozando. ¡Ah! Y un proyecto más, este vinculado con El Rey Trasgo… pero sin ser una novela. No, de momento no puedo dar más detalles al respecto, aunque os aseguro que puede ser alucinante. Esos son mis planes.
CJ: ¿Tienes previsto tocar embarcarte en otros géneros o te ves a ti mismo como un escritor exclusivamente de fantasía?
AMR: Me interesa el género histórico, aunque me veo a mí mismo escribiendo algo parecido a 300, que podría etiquetarse como fantasía histórica, como delirio histórico empapado en testosterona, si nos queremos poner académicos. También me atrae escribir algo más urbano, aunque estoy convencido de que acabaría introduciendo elementos fantásticos en él. Sí, creo que todo cuanto escriba podrá englobarse en alguno de los sub-géneros de la fantasía: ya he dicho en otras ocasiones que es el género más generoso, así que puede incorporarse a cualquier historia que me llame la atención, a cualquier personaje que idee, a cualquier género que me tiente con sus cantos de sirena. Haya espadas o no, creo que todo aquel que lea algo con mi nombre verá en esas páginas la presencia de la fantasía. Es donde me siento más cómodo. Es mi hogar.
CJ: ¿Tienes novia?
AMR: No, no tengo novia. Tuve una, con quien emprendí una travesía muy larga a través de la calma, de las tormentas y los krakens. Me enseñó más cosas de las que jamás imaginé. Muchas más. Estar soltero me ha dejado en una posición interesante, ya que me ha proporcionado un punto de vista nuevo sobre mi propia relación y las relaciones que me rodean, la mayoría protagonizadas por personas en la tercera década de sus vidas, con todo lo que ello implica. Me ha dado una perspectiva más completa de ese constructo social llamado amor, una visión más agria, más dura, más descreída, pero también más honesta.
CJ:¿Qué te parece el panorama de la fantasía nacional? ¿Cuál es tu opinión sobre las nuevas fórmulas editoriales (crowfunding, auto-publicación, the raise of e-books´ …)?
AMR: Creo que auto-publicación debe ir unida a auto-exigencia de un modo feroz; han de ser inseparables, como uña y carne. La auto-publicación nunca debe ser un atajo para saltarse la labor de edición y corrección, así que si optas por guisártelo y comértelo tú solo, hazlo bien. Asegúrate de que es algo digno de poner en el mercado. “Eso lo dirán los lectores”. No, si subes un libro infumable y lleno de erratas, igual para entonces ya no hay lectores que quieran leerlo, porque estos habrán huido después de que cien mil autores suban sus respectivas obras sin asegurar un mínimo de calidad con el pretexto de “si es buena o no lo dirán los lectores”. Mira tu trabajo con objetividad, somételo a la observación de personas de contrastado criterio. Y si cuarenta editores te han dicho que tu trabajo no es bueno… Pues quizá es que no lo es. Ya lo sé, ya lo sé, a Hemingway le rechazador veintisiete veces y a Rowling, no sé cuántas. No uses dos ejemplos como pretexto para saturar un mercado con una obra mal trabajada.
Revisa tu libro hasta acabar harto de él, cuenta con lectores cero y revisores que sean profesionales, solventes e implacables, asegúrate de que esté bien maquetado. ¿Sabes qué pasa si subes a Amazon un libro sin revisar, mal maquetado y que en cuanto a calidad solo cuenta con el aval de tu familia más cercana? Que estás zancadilleando a otros autores auto-publicados. Así das mala reputación a la auto-publicación y alimentas el injusto mito de que solo es un último recurso para rechazados. No te hagas eso a ti mismo y no se lo hagas a los demás, joder: si vas a auto-publicar, auto-publica bien. Mejor que bien. Haz un trabajo tan bueno que despierte el interés de los lectores, en vez de mitigarlo. Creo en un mercado de la auto-edición de calidad, en el que los autores eligen de motu proprio publicar su obra al margen de la industria, con genuino cariño y dedicación. En España tenemos un buen ejemplo en cuanto a fantasía épica en Abel Murillo: trabaja duro por su obra, mucho, hasta el punto de no tener nada que envidiar a profesionales de la edición. Y auto-publica porque le da la gana. Así, sí.
Creo que el mecenazgo es un método muy interesante, con mucho potencial. Pone mucho poder en manos de los autores. Permite contrastar el genuino interés (es decir, el monetario) por una obra sin estrellarse. Además, creo que el mecenazgo vale para todos: Amanda Palmer escribió un muy interesante post sobre ello, diciendo esencialmente que es un método de financiación abierto a todo el mundo, a toda clase de iniciativas y de perfiles de autor. Ahora bien, creo que la seguridad que otorga el mecenazgo no debería volvernos tan cómodos como para que se deje de apostar. La labor de edición y publicación siempre ha tenido un componente de inversión, de apuesta, de voto de confianza de la casa al autor. No quiero que eso se pierda, quiero que las editoriales puedan seguir diciendo: creo tanto en este producto que voy a poner dinero para darlo a conocer.
¿Estoy diciendo que las editoriales no deban llevar a cabo proyectos de mecenazgo? No. Me parece bien para proyectos puntuales, para obras concretas, para propuestas de naturaleza muy arriesgada o primerizas, para dar unos primeros pasos seguros y no estrellarse antes de empezar, para obras en las que participes varios autores. Pero no creo que deba ser el modus operandi por defecto de una editorial. No creo que el componente de apostar por un autor deba perderse nunca. Espero que esta puta crisis no se lleve eso también.
E-books. Lo mismo que he dicho sobre auto-publicación. Si has subido a Amazon tu pastiche de las 50 sombras de Grey o Juego de Tronos, lleno de erratas porque “lo importante es la historia”, sin maquetar, sin revisar y sin valorar, la estás cagando. Así contribuyes a convertir una plataforma en un moderno gueto estadounidense: muy poblado, con un puñado de individuos prometedores y talentosos, alguno de los cuales consigue llegar al estrellato (momento en el que generalmente abandona el gueto para mudarse a Palm Beach), pero en el que nadie quiere entrar. Contribuye a convertirlo en una alternativa tan atractiva e interesante como cualquier otra editorial. Hazlo como en el escondite: por ti y por todos tus compañeros.
La situación del panorama fantástico se me antoja un reto para los autores españoles. Y me encantan los retos. Durante años pedimos a gritos un foco, una oportunidad para que se nos viese, para que el gran público reparase en nosotros. ¿Querías foco? Toma foco que ni la bat-señal: Random House tiene un sello fantástico, al igual que RBA y Oz, Kelonia y Tyrannousaurus sacan fantástico y parece que las ventas son mejores que nunca. Es la oportunidad de demostrar que se puede cautivar a un gran número de lectores con obras de calidad, respaldadas en casos como el de Fantascy por una maquinaria promocional sin igual. Vamos a ver si somos capaces de llevarnos a esos lectores. Yo, como decía, lo veo como un reto. Y me apasionan.
Eso a nivel de exposición y ventas. A nivel de calidad, creo que la fantasía goza de buena salud en España. ¿Queréis nombres? Daré nombres. Jesús Cañadas tiene una elegancia, una capacidad de caracterizar personajes y una riqueza descriptiva cautivadoras. Guillem López tiene un talento para hilar historias y crear atmósferas que ya quisieran muchos autores al otro lado de la frontera. García-Clairac y Martín Morales están donde están a base de trabajo, talento y capacidad de enganchar a los lectores jóvenes. José Antonio Cotrina dejó el listón muy alto antes de publicar su último libro y por lo que he leído, tras su publicación está utilizando las astillas de dicho listón como mondadientes. Concha Perea ha llamado la atención de un gigante como Random House con su primera obra, que tengo que leer. ¿Queríais apuesta y credenciales? Tomad apuesta y credenciales. ¿Tengo que hablar de Negrete, Aguilera, Palma, Somoza o Gallego a estas alturas de película? Y aún tengo pendientes a plumas de las que he oído hablar muy bien, como Sofía Rhei o Virginia Pérez de la Puente. Me falta tiempo. En cualquier caso, voy a dejarlo ahí para que esto no parezca una entrada de Wikipedia. Pero lo que quiero decir: hay talento. Siempre lo hubo. Ahora hay talento y exposición. Aprovechemos el momento y hagamos algo grande, muy grande, con él.
Una magnifica entrevista. Grande Cristina y grande Alberto.
Gracias, pero realmente es el blog el que ha hecho el trabajo… yo solo pongo el nombre 😉