The Restoration Game de Ken McLeod: una no-reseña

Y me compré The Restoration Game de Ken McLeod, y me lo leí, y me aburrí como una ostra.

Esto que estáis leyendo, es una no-reseña. Mi equipo de investigación -o sea Wikipedia- ha encontrado que una reseña es, y cito: “una evaluación o crítica constructiva negativa que depende de lo que el crítico analice, de objetos tales como una película, un videojuego, una composición musical, un libro; un equipo, como un automóvil, electrodoméstico o computadora; o un evento, como un concierto, una exposición o una pieza teatral.” Desde ya os aviso que lo que vais a leer es una no-reseña, porque nada se va avalorar de manera constructiva.

El blog me está tomando la temperatura. Cree que me consume alguna fiebre asiática porque estoy desvariando. Me río en toda su cara. Es la última vez que leo algo que me haya recomendado. Terminé la novela de Ken McLeod y después me dediqué durante unos días a hornear tartas de manzana. Si queréis saber de qué estoy hablando, pasaros por el blog Sin Solapas, para el que escribí esto: http://sinsolapas.blogspot.ae/2013/01/50-pages-or-death-pastwatch-de-os-card.html

Empecemos a des-reseñar. En primer lugar, esta novela no es de ciencia ficción y me voy a pensar lo del tecno-thriller. No siempre que salen criaturas exo-terrestres estamos ante una obra del sci-fi. En este caso el escritor escocés las coloca en la periferia de la historia y apenas intervienen en la trama. Después se pasa más de 300 páginas contándonos la historia de Lucy Stone, que es la de Krassnia, un diminuto país de la Europa del este que no está en los mapas.

La protagonista es una desarrolladora de videojuegos que se ve inmersa en una historia de espionaje y conspiraciones políticas porque su familia poco más que la tira al agua y le hace ahogadillas la obligará. Sin ningún tipo de preparación, tendrá que tratar de resolver una situación volátil en Krassnia programada por los poderes fácticos (quienes quieran que sean) con los que tendrá que colaborar.  Asistimos al viaje de la heroína desde Edimburgo, su residencia habitual, a la tierra que la vio nacer en medio del continente europeo, durante el cuál los numerosos interrogantes que salpican sus existencia se reproducirán como las cucarachas en el trópico. ¿Quién demonios es su padre? ¿Por qué la relación con su madre es tan fría? ¿Qué suceso de su infancia la mantiene traumatizada?

Agradezco que McLeod respondiera a la primera cuestión, pero no le perdono el tratamiento de las otras dos. Afirmar que las responde, sería no faltar a la verdad en sentido estricto, pero a veces la verdad se deja cosas en el tintero. El autor escocés resuelve el trauma infantil de la protagonista, muchacha pizpireta e intrépida donde las haya, de manera tan pueril que uno cree que nos está tomando el pelo. Yo no soy especialista en enfermedades mentales, pero creo poder decir que el suceso narrado es muy poco creíble. De hecho, me atrevería a decir que es ridículo.

Leo en la biografía del escritor que fue trotskista en sus años mozos y empiezo a conectar los puntos, que diría el santo Jobs. Ahora entiendo por qué Krassnia es un reducto comunista en el tapete europeo y por qué está en pleno proceso de reconversión política. Los personajes secundarios son bastante más interesantes que la protagonista pero zozobran en las aguas turbulentas de una historia que navega entre el espionaje y las teorías conspiratorias sin llegar a ser una buen thriller político.

Todo lo anterior poco o nada tiene que ver con la conexión de Lucy Stone y Krassnia con la periferia ciencia-ficcional que planea sobre la novela. Atención con los spoilers porque, después de dar bastante vueltas sobre el asunto del origen de la protagonista, lo que verdaderamente se plantea al final es cuál es la naturaleza misma de nuestra realidad. ¿Realmente la conocemos tan bien como creemos? No me entendáis mal: la novela se deja leer, no es aburrida o lenta. La prosa es fluida sin llegar a ser espectacular. El problema estriba en que suceden cosas, muchas cosas, cuya importancia en la resolución de la trama es casi nula. El final es tan previsible, que solo te lo permito si te llamas Stephen King y te gustan las cúpulas transparentes (esto es una señora pista).

Apasionante, me dice el blog. Me temo que esta es una de las muchas veces en las que no estaremos de acuerdo. No recomendaría este libro a menos que quieras disfrutar de una lectura ligera enmarcada en una premisa de ciencia-ficción que nunca acabará de desarrollarse.

3 comentarios en “The Restoration Game de Ken McLeod: una no-reseña

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