«El Rey Trasgo» de Alberto Morán Roa

“El trasgo es una criatura mitológica propia de la mitología clásica gallega presente en la tradición de otras culturas del norte de España, como la asturiana, la castellana o lacántabra, y en general en la cultura española. Se le representa como un hombre pequeño y cojo al que se adjudican aquellos ruidos nocturnos que nos despiertan y pequeñas diabluras, como cambiar objetos de sitio. En Asturias, el trasgu recibe diferentes denominaciones según los lugares: conoce trasno, Cornín o Xuan dos Camíos, Gorretín Coloráu o el de la Gorra Encarnada. En otros lugares de Europa también es conocido como gnomosilfokobold.” [Wikipedia]

Tenía doce años cuando me divorcié de mi apéndice. Lo recuerdo perfectamente porque durante los tres días que pasé en el hospital leí La Historia Interminable de Michael Ende. En cuanto terminé El Rey Trasgo: la ciudadela y la montaña del donostiarra Alberto Morán Roa, disponible a través de Kelonia Editorial en libro y e-book, empecé a sentir un ligero cosquilleo en el costado derecho. El apéndice fantasma reclamaba mi atención porque reviví las mismas sensaciones que un día me habitaron en aquel cuarto de hospital donde leía sin parar.

El blog discrepa, como es habitual. Dice que los trabajos de Ende y Morán Roa se parecen como una web a una castaña (es su intento de integrar la frase “como un huevo a una castaña” a su universo digital … sed indulgentes).

Respiro hondo y recurro a la única estrategia válida en estos casos: lo ignoro.

La fuerza de las ausencias

El Rey Trasgo cuenta cuatro historias que bailan juntas a un son de leyenda. Aunque la temática no tenga que ver directamente con la descrita en La Historia Interminable, la fantasía en ambas discurre por senderos aventureros. La magia y los seres fabulosos aparecen en ambas obras, aunque la novela del donostiarra transcurra en tierras donde se respira un aire a steampunk en la lejanía (hay artefactos mecánicos e ingenios ópticos, entre otras cosas).

Morán Roa ha escrito una novela sobre la física de las ausencias: la ausencia de la persona amada del erudito Tobías; la ausencia de esperanza de Lucio, el artista itinerante; la ausencia de cordura del Rey Trasgo; la ausencia de paz de Kaelan, el militar esidiano. Estas cuatro lagunas son fuerzas vitales que conducen una narración cuadricéfala, con flashbacks incluidos, por los senderos de un mundo mítico. En él, los reinos de Ara, Esidia, Thorar se alían para luchar contra el invasor Kara y, tras un periodo de calma, las intrigas políticas y la intervención del rey duende dinamitará los cimientos de la paz aparente.

La robustez de los cuatro protagonistas se ve arropada por unos personajes secundarios memorables (aquí, tengo que hacer mención del catatónico Mirias… una joya a pesar de su estado de hibernación). Hay escasez de mujeres en la historia (la excepción es Naie) pero lejos de reprochárselo al autor, creo que hay que respetar esta estrategia narrativa. Haber incluido alguna para cubrir una cuota imaginaria no hubiera servido a los propósitos argumentales, creo yo.

Se nota que Alberto Morán Roa seduce las palabras. O quizás sea el idioma el que lo enamora a él. Os aseguro que describir con la puntería expresiva con que lo hace este escritor, no es tarea fácil. La riqueza de términos y la precisión con la que están dosificados me parecen una labor titánica y meticulosa. Percibo muchas horas invertidas en tejer estas historias, y eso siempre se agradece.

Solo una de las tramas se vierte en primera persona, la del malogrado Lucio, cuya experiencia en las profundidades montañosas hiere como una talla de sílex. El narrador en tercera persona permite observar la acción desde las alturas de la ciudadela flotante al interior de la montaña del resto de personajes. La alternancia de narradores, actores y tramas aporta dinamismo a la novela, que no cesa de ofrecernos una variedad de escenas en la que abundan las referencias a otras obras fantásticas.

En la rueda de referencias quiero empezar con una que ya mencioné al propio Alberto Morán Roa a través de las redes sociales. Me refiero a Los Cazadores de Dragones, la serie francesa de animación de Arthur Qwak http://www.youtube.com/watch?v=o_wJZMP-YME en la que asistimos a las aventuras de Lian-Chu, Gwizdo y su mascota el dragón de “bolsillo” Hector en un mundo de islas tan flotantes como la ciudadela del donostiarra (no puedo resistirme a comentar que la canción introductoria es interpretada por The Cure ). En El Rey Trasgo hay una historia draconiana, pero seguro que no es la que os imagináis, creedme.

Personalmente veo una importante influencia de Tolkien, sobre todo en la parte en la que se describe el hábitat recóndito poblado por los trasgos: he pensado inmediatamente en la cavernosa morada de Gollum. Es imposible no pensar asimismo en Canción de Hielo y Fuego de G.R.R Martin, con sus épicas batallas, la competitividad entre sus reinos y las traiciones a gran escala.

El final de la novela arremete contra el lector de una forma un tanto brusca, con un cambio de ritmo sorprendente con respecto al resto. No sé si es un efecto buscado o una licencia del autor. Se agradece el anexo dedicado a la lista de personajes, aunque me hubiera gustado contar con un mapa detallado de las tierras que se describen. El propio Albertoha confirmado que el mapa se encuentra en proceso de preparación y estará disponible muy pronto.

La portada es, sencillamente, alucinante y alucinógena. Confieso que siento debilidad por las acuarelas expresionistas. No sé si la ilustración de Barb Hernández es acuarela o no, pero a mí me dio la sensación de que esas manchas de tinta eran capaces de mutar sus formas.

Os recomendamos que visitéis la web de la novela http://www.elreytrasgo.com o su bloghttp://elreytrasgo.blogspot.com que os suministrará todo tipo de  información sobre el autor y la obra (no dejéis de admirar los paisajes de Óscar Pérez inspirados en los escenarios de la historia).

A estas alturas, habréis podido deducir que he disfrutado con la novela y que la recomiendo para quien desee deleitarse con una fantasía ibérica. Digo esto porque, no hace mucho se planteó en las redes sociales un debate sobre la sequía de seres mitológicos nacionales. Creo que el trasgo podría considerarse como uno de esos raros especímenes legendarios que forman parte del folklore del norte peninsular. Me parece una apuesta novedosa y arriesgada por parte de Alberto y creo que va a facilitar el camino a otras obras que pueden nutrirse de referencias similares. Por cierto, el donostiarra está escribiendo la segunda parte, otra buena noticia.

El blog opina que soy pelota.

Le sigo ignorando.

Ahora mi apéndice fantasma intenta comunicarse conmigo. ¿Estaré perdiendo el juicio? O peor aún. ¿Habrá poseído un trasgo al blog?

 

1 comentario en “«El Rey Trasgo» de Alberto Morán Roa

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