Esta entrevista se enmarca dentro de la ronda de reseñas, artículos y entrevistas organizada por el blog Sense of Wonder sobre libros publicados por la editorial Sportula. Podéis encontrar la versión inglesa de esta conversación en http://sentidodelamaravilla.blogspot.ae/2013/05/cristina-jurado-interviews-steve-redwood.html
Dice Steve Redwood que se marchó de su Reino Unido natal a los veinticinco años porque no paraba de llover desde aquel día de 1943 en que nació. Yo estoy segura de que, más que por clima, se largó por la falta de comida decente. Es bien sabido que el afán colonizador de los ingleses se debe a la búsqueda de viandas comestibles y no a su espíritu emprendedor. Cuenta la leyenda urbana que lo rodea que nunca se estableció definitivamente hasta que llegó a España, pero después de haber vivido en Turquía (no la actual, pensad en hace unas décadas) y Arabia Saudita (mismo da antes que ahora) no nos extraña en absoluto que nuestro país le pareciera la isla Barataria. No se le conoce oficio… bueno, los rumores apuntan a que ha sido profesor de inglés pero estas afirmaciones están sin confirmar. Reconoce que no empezó a escribir hasta los 50, probablemente porque su trasero inquieto se lo impidió hasta entonces, pero esta es una hipótesis que está esperando ser testada.
Su primera novela de fantasía y humor Fisher of Devils estuvo nominada en 2003 a la mejor novela por la Sociedad Británica de Fantasía. Un par de años después publicó Who Needs Cleopatra? y en 2010 apareció la antología de relatos Broken Symmetries, que en nuestro país se titula Simetrías Rotas y que edita la editorial Sportula. Sus relatos han sido publicados en revistas y antologías como el Thackery T Lambshead Pocket Guide to Eccentric and Discredited Diseases (finalista del Hugo y el World Fantasy) y The Mammoth Book of Comic Fantasy. Algún espíritu trastornado decidió que España se merecía disfrutar de sus novelas tanto como los propios ingleses. Como consecuencia, El pescador de demonios (editorial El Tercer Nombre) y ¿Quién necesita a Cleopatra? (editorial Ajec) se encuentran disponibles en el idioma de Cervantes, así como una colección de relatos cortos que Redwood ha titulado –atendiendo sin duda, a algún tipo de metáfora- Los pingüinos también se ahogan (editorial Torre de Marfil).
A continuación, reproducimos la conversación con Redwood, que ha sido lo suficientemente kamikaze como para lanzarse a ella sin anestesia.
Cristina Jurado: Me gustaría empezar con una pregunta obvia. ¿De dónde salió el título Simetrías Rotas? (Tengo una teoría, pero es simplemente el producto de mi mente enferma)
Steve Redwood: ¡Dios! ¡Cómo me gustaría acordarme! Estaría encantado de impresionarte diciendo que se refiere a una idea básica de la teoría cuántica, pero me preguntarías “¿puedes concretar?” y entonces quedaría expuesto como un fraude y Carmen Moreno, mi vengativa ex mujer y arpía en su tiempo libre, alardearía paseando mi vergüenza por Facebook o Twitter. Seguramente trataba de frustrar las expectativas del lector o, al menos, doblegar los tropos, distorsionar las simetrías esperadas manteniendo al mismo tiempo una lógica y una consistencia internas e incluso cierta inevitabilidad (espero haberlo conseguido). Recuerdo un lector del relato “María 8” que me llamó furioso quejándose de que, de una excitante historia de ciencia ficción, había pasado a convertirla en un “gofre sin sentido”. Un ejemplo más claro es “La decisión de Circe” en la que, sin cambiar en absoluto el mito, mi objetivo era tirar por la borda la idea de que Scyla fuera un monstruo despiadado y Circe una deidad igualmente cruel. O tenemos “Santuario”, en la que la palabra santuario, así como el concepto de eutanasia, adquieren un significado insólito.
Simetría Rotas suena más impactante que un título mucho más apropiado comoDigresiones Desordenadas e Inconexas de una Mente Desquiciada. Esto… ¿cuál es tu teoría? Suena interesante…
CJ: Muchas de las historias de esta antología son cómicas. Empleas el humor como si fuera un escalpelo para diseccionar la vida cotidiana y siempre encuentras algo inquietante, melancólico o provocador. Creo que tener gracia en cualquier género, pero especialmente en ciencia ficción, es todo un logro hoy en día. ¿Piensas que el humor va bien con tu estilo porque refleja la manera en la que ves el mundo o porque es una potente herramienta a la hora de revelar la verdad?
SR: Lo primero: tiendo a ver la vida desde afuera y -como mucha otra gente- aprecio la cara cómica de las cosas, incluyendo mis propios pensamientos e imperfecciones. Nunca me lanzo a buscar la verdad porque ese camino solo te lleva a la depresión o a fantasías ridículamente escapistas como las religiones, construidas sobre algo menos tangible que una burbuja de aire. Coincido en que es difícil tener gracia en ciencia ficción (a menos que busques cultivar la sátira) y la mayoría de las obras de este estilo son tan exageradas que en realidad tienen que considerarse fantasía, no ciencia ficción : la maravillosa Guía del autoestopista galáctico o Cyberiad de Lem, por ejemplo. No hay muchos Robert Sheckleys. He leído un poco de un super-ventas, Robert Rankin, y lo encontré infantil. Ninguna de mis historias con toques de humor son realmente ciencia ficción (ni siquiera
“Dos piernas, malo”) incluso cuando empleo elementos comunes como los viajes en el tiempo, la clonación o los alienígenas. Si me pongo a pensar sobre esos aspectos seriamente, entonces sí, se convierten en historias de ciencia ficción. Yo diría que hay solo cinco relatos en todo el libro que pertenecen genuinamente a ese género.
CJ: Se dice que los temas recurrentes en la obra literaria de un autor pueden revelar su verdadera naturaleza. ¿Quiere eso decir que eres voyeur, ateo y de izquierdas?
SR: ¡Me has pillado! La única historia en esta colección con un toque autobiográfico es “El honor de Nastassja”, en el que un personaje se pasa el tiempo rebobinando y visionando las escenas eróticas de Nastassja Kinsky en La Mujer Pantera. Esa era la manera en la que una versión más joven de mí (seguro que más de uno se reconocerá) bautizó su primer vídeo (¿recuerdas el Sony Betamax?) para celebrar una escapada temporal de Arabia Saudita. Cuando se me ocurrió la idea para la historia, contaba con la excusa perfecta para hacerlo de nuevo en aras de la exactitud. Me gusta mirar a las mujeres, pero también a los perros, árboles, pastelerías, tortugas y a las nubes. “La edad no la marchitará”, en referencia a la Cleopatra de Shakespeare, supuestamente trata el mismo tema pero llevándolo a un extremo espeluznante, basándome en el caso de John Hinckley Jn. cuando acosaba a Jodie Foster y finalmente, posiblemente para atraer su atención, trató de asesinar al presidente Reagan (¡lástima que fallara!) ¿Qué? Un tipo de izquierdas, ¿yo? Es un buen ejemplo (que la historia sea buena o mala es otra cosa) de la capacidad única de la ciencia ficción para permitirte realzar el potencial de horror de una situación al emplazarla en un extremo imposible en el momento presente.
Ateo ¿yo? Me gustaría dirigirte a mi estudio teológico subvencionado por el Vaticano, El pescador de demonios, que arroja luz sobre las lagunas que deja la Biblia o mi descubrimiento de la solución al enigma de la mujer de Caín (puesto que no había ninguna otra mujer a su alcance, excepto su anciana madre) en ¿Quién necesita a Cleopatra?
¿De izquierdas? ¿Solo porque revelo lo que hacen realmente los ministros del PP en el sótano de la sede del partido cuando dicen que están trabajando en resolver los problemas del país?
No soy un “pensador” en el sentido real de la palabra, no tengo ningún mensaje vital que impartir excepto: “Y Dios dijo: Hágase el Jengibre; y se hizo el Jengibre. Y Dios lo vio y dijo que era bueno: y Dios separó al Jengibre del maldito Ajo y de las malditas Cebollas.” De hecho acabo de notar que no hay mucha variedad de temas en esta colección. Muchas de las historias, por ejemplo “Nariz Trek”, empiezan como una ocurrencia sobre cómo considerar la física fundamental detrás de la nariz de Pinocho, o de examinar expresiones estereotipadas como “valores de la familia’ o “él está hecho de pasta” (en “La Mutación Heisenberg”) o una mujer florero en “María 8”. Si las historias resultantes terminaron siendo humorísticas o todo lo contrario, es una cuestión tipo “gato de Schrodinger” y muy probablemente depende de si, cuando las escribía, me quedé con o sin galletas de jengibre. Sospecho que, más que las temáticas, es la manera en que se las trata lo que puede revelar más sobre un escritor.
CJ: Me sorprendió descubrir muchas referencias a Borges en tus historias, no solo en cuanto a los temas sino además a nivel estructural. Tengo tendencia a pensar que el escritor argentino es poco conocido en el resto del mundo con respecto a España o Latinoamérica. Hay otras muchas referencias a autores diversos como Nabokov (en “El nido”), Kafka (“La Mutación de Heisenberg”) o Terry Pratchett (con las alusiones culturales en todas las historias). Aparte de los mencionados ¿qué tipo de literatura forma parte de tu fuente de inspiración?
SR: A menudo se trata de referencias de pasada, para hacer creer a la gente que soy una persona con cultura. Estudié literatura en la universidad (¡Ah, esos maravillosos años ´60, cuando la “universidad” en el Reino Unido significaba que a uno -si era pobre como yo- el Estado le facilitaba la matrícula, casa, comida y dinero para cervezas, así como acceso a cientos de inteligentes mujeres jóvenes, solo por tumbarme en la cama y leer unos cuantos libros!) Yo, como la mayoría de mis amigos, también he leído una gran variedad de libros fuera del “canon” (¡Dios! Creíamos que la literatura era una lista definitiva de un par de cientos de títulos y ¡punto!) y el advenimiento de las ediciones en tapa blanda significó que pudimos leer a otros europeos ( y también a Borges). La ciencia ficción fue un amor temprano y probablemente he leído algo de casi todo el mundo que era “alguien” en el género anglosajón hasta los años ´80, pero en las dos últimas décadas he leído bastante menos por razones que no viene al caso. (Una razón es el tiempo que he pasado leyendo a autores españoles; adopté la mala costumbre de estudiar el idioma y leer novelas al mismo tiempo de manera que, aunque de hecho puedo leer tan rápido en ambas lenguas, suelo tardar mucho más tiempo en español porque me paro a ponderar las razones por las que se utiliza esa oración subjuntiva, por la elección de una palabra en particular, la historia de esa expresión, etc.)
Pero no escribí nada hasta que tuve casi cincuenta y siempre he tenido una memoria terrible, lo que ahora se ha agravado, por lo que es duro citar cualquier influencia directa. Supongo que varios de los escritores que me han influido, por lo menos indirectamente, incluirían a Charles Dickens, Jonathan Swift, Graham Greene, Mervyn Peake, Evelyn Waugh, Stanislaw Lem, a los escritores franceses ligados a lo absurdo, Arrabal,Calvino… No puedo decir que conozca (o conocía) su trabajo bien, pero su actitud ante la vida parece estar en sintonía con la mía. En ciencia ficción debo haber leído cientos deAsimovs, Simaks, Dicks, Herberts, Silverbergs, Bradburys, Orson Scott Cards,Watsons, Moorcocks, John Varleys, etc, pero no creo que influyeran mis escritos. Incluso los libros que supusieron un efecto KO sobre mí tales como Roadside Picnic de los hermanos Strugatski, Hyperion de Dan Simmons, A Handmaid’s Tale de Margaret Atwood, Interview with the Vampire de Anne Rice, Where Late the Sweet Birds Sangde Kate Wilhelm, las historias cortas de James Tiptree Jr., 1984 de Orwell, probablemente no tuvieron demasiada influencia en lo que escribo. Pero ¿quién sabe? Yo no.
¡Ah! Puede que mi deseo por crear una variedad de narradores con diferentes idiosincrasias y/o insanos venga de Edgar Allen Poe y del poeta victoriano Robert Browning cuyos Dramatic Monologues constituyen un maravilloso tour de force.
CJ: Creo que hay un denominador común en todas las historias: la idea de que lo extraño del mundo está a la vista de todos. Parece como si solo hiciera falta darle un pequeño empujón para revelarlo, independientemente de la nacionalidad lector. ¿Cuáles son las diferencias entre la versión española e inglesa de Simetrías Rotas? ¿Por qué te pareció importante incluir ciertos cambios en la antología para publicarla en nuestro país?
SR: Supongo que el sentido de que “lo extraño del mundo está a la vista” procede del hecho de que he vivido en el extranjero la mayor parte de mi vida. Eso quiere decir que uno mira constantemente a través de una ventana las vidas del otro lado –o quizás estás mirando para afuera en vez de para adentro-. Tú vives en Dubai y seguro que te afecta de la misma manera.
La razón por la que Simetrías rotas no es exactamente igual que Broken Symmetries es simplemente porque algunas historias (en general las más realistas) del libro original ya habían sido publicadas en Los Pingüinos también se ahogan, otras son intraducibles, y las nuevas –incluyendo dos de las más largas- fueron escritas para esta colección.
En las historias en sí no hay verdaderamente demasiadas diferencias, excepto aquellas necesarias para hacerlas más inteligibles. Por ejemplo, mis títulos (juegos de palabras, citas o partes de la historia) causaron a menudo problemas. Un ejemplo es “La venganza es Su perdón” (“Hot Cross Son” en inglés) que contiene unos cinco juegos de palabras o ecos verbales solo en el título, siendo el principal imposible de detectar para un extranjero a menos que coma panecillos ‘hot cross buns’ en Semana Santa (¡qué ricos!) Esos calambures, alusiones escondidas, aliteraciones, inversiones, etc casi se perdieron en la traducción, aunque a veces pueden reemplazarse por su equivalente en la cultura española.
En la misma historia, la inteligente Cristina Macía (sin la cual George RR Martin no existiría en España) trata con mis pecados del cuerpo no de la carne al sustituir filete porcarne, ya que en “carne” no se aprecia esa distinción. En la frase siguiente del relato yo escribo en inglés Well, you couldn’t put it much straighter than that! que se convierte en ¡Más claro, agua! En otras palabras, las diferencias reales entre inglés y español provienen generalmente de las exigencias de la traducción. Una historia como “Fowl Play” en Broken Symmetries es, desafortunadamente, totalmente intraducible debido a los giros deliberados del lenguaje normal (lo extraño es que este relato se tradujo al ruso, aunque un nativo me dijo que era totalmente incomprensible).
En un sentido más general, debido a mi vida en el extranjero, en cuanto al contenido (pero no en cuanto al tono o al estilo) mis historias tiene poco de “inglesadas”: casi no hay referencias directas a la cultura o a las tradiciones británicas. En este libro, solo tres historias tienen lugar en un escenario inglés y únicamente en una -“Vuelta atrás”- es en la que ese escenario y esa cultura adquieren importancia. (Esto último, claro, es verdad en casi toda la fantasía y la ciencia ficción).
Escribí historias como “De Madrid al Infierno” específicamente para España y pensando en español. Tengo suerte de que el humor español esté más cerca del inglés que el francés o italiano, por ejemplo. Todos adoramos a los Monty Python, a Terry Pratchett y a Douglas Adams ¿No es cierto?
CJ: Última pregunta: ¿Crees que hay nombre para tu padecimiento mental o piensas que es el resto del mundo el que se encuentra enfermo?
SR: Cualquier que sea la enfermedad que padezco, creo que la comparto (a escala más modesta) en España con la revista El Jueves y en el Universo con los Grandes Héroes de todos los tiempos mencionados anteriormente, así como con los Monty Python y Rowan Atkinson.