Taxis rosas, Star Trek y literatura en Dubai

Es casi imposible encontrar un taxi libre un viernes a mediodía en Dubai. El fin de semana en los Emiratos Árabes Unidos comienza ese día y termina el sábado, pero es el viernes la jornada santa para los musulmanes y, precisamente a las doce tiene lugar una de sus oraciones. La mayoría de taxistas procede de Pakistán, luego no es extraño que las calles se vacíen de automóviles para transporte público. Por cierto, Dubai es donde vivo actualmente.

El pasado 8 de marzo, viernes como ya os lo habréis imaginado, tuve que salir a la carretera para localizar un taxi que me llevara al hotel donde se celebraba el Emirates Airline Festival of Literature. Una dama con velo rosa se paró en un taxi con el techo de ese mismo color: se trataba de un taxi rosa, un servicio de transporte exclusivo para mujeres que no desean viajar en vehículos conducidos por hombres (o sea, clientela femenina musulmana). Aunque yo soy atea –y a mucha honra- me lancé a cogerlo sin pensarlo. Afortunadamente, el blog no venía conmigo: no hubiera sido aceptado como pasajero.

El Dubai LitFest, como todo el mundo lo conoce,  había comenzado un día antes con las habituales sesiones introductorias y el blablablá institucional de rutina. Planeaba asistir a una sesión llamada “Sci-fi across continents”, con la escritora emiratí Noura al Nomany el norteamericano Alan Dean Foster.

Cuando llegué a la sede del festival, creí encontrarme en una medina modernizada. Proliferaban las abayas negras (de moda entre las mujeres musulmanas), los dishdashas impolutos (las túnica blancas de los varones del Golfo Pérsico), los short acompañados de sandalias con calcetín blanco (uniforme anglosajón), las gafas de sol (accesorio imprescindible) y los libros. Literalmente, qué bien queda este adverbio en una Feria del Libro, había obras por todas partes. Algunas se vendían al fuego lento de las máquinas registradoras, otras se firmaban en las mesas habilitadas para los autores, muchas se hojeaban…

Equipada con el mapa/folleto del programa, me dirigí como si realmente supiera a dónde iba a la sala de la charla. El típico cartel genérico con el logotipo verde pistacho del LitFest informaba de un cambio de última hora. ¡Con lo que me había costado encontrar la sala, ahora la cambiaban! En estos casos lo mejor es preguntar por el nuevo enclave, pero mi técnica favorita es la “persecución disimulada” en la que uno espera a que otra alma cándida se encuentre en la misma situación. Que sea él o ella quien pregunte: uno solo tiene que seguirle los pasos a distancia prudencial. Después de poner en práctica la citada táctica, me siento en la segunda fila. La habitación es pequeña pero dispone al fondo de una “jaula” para los intérpretes (Así se conoce a las cabinas de los profesionales de la traducción, con todos mis respetos… yo solo trascribo palabras que oí a unas señorita de la organización).

La segunda fila es un lugar seguro. En la primera te expones a la saliva expulsada sin intención pero igualmente “bautizadora”, así como al escrutinio indiscriminado por parte de los participantes en la charla (¿por qué lo llamarán charla cuando se trata de monólogos  que se interrumpen los unos a los otros?) Sentarse más lejos es perderse miradas y otros gestos reveladores de los participantes (podríamos llamarlos “charlatanes” puesto que intervienen en una charla ¿no?)

Una chica muy joven con abaya, ojos grises y aparato ortodóntico se sentó a mi lado y sacó una tableta digital que grababa voz y que dispone de una aplicación de última generación para tomar notas. Comparada con mi block rojo de páginas cuadriculadas y mi Bic azul, me sentí un poco ridícula.

Entonces suspiré y me acordé de aquella vez que viajé en avión al lado de un programador informático profesional. Con sus múltiples baterías para ordenador portátil y su teclado flexible, se pasó las ocho horas del vuelo Paris-Chicago aporreando teclas y escribiendo código en verde fosforito sobre fondo negro. Cuando llegó el momento de rellenar el formulario de entrada para USA, me pidió mi bolígrafo porque no llevaba ninguno. Al devolvérmelo, le indiqué que se lo podía quedar a lo que él negó con la cabeza al tiempo que me decía: “No thanks, I´m so digital!”.

En ese momento hizo su entrada Noura al Noman seguida de Alan Dean Foster. Como pasaron por mi lado, Noura me reconoció. Rápidamente me presentó a Foster con un acelerado “Alan, Cristina,… Cristina, Alan” y yo le di la mano al autor y lo saludé. Minutos antes había enviado un mensaje de texto a Noura deseándole buena suerte y que ella me agradeció instándome a formular preguntas difíciles solo a Alan.

Mientras esperábamos que el moderador de la charla se instalara y diera paso a los participantes, vi que Noura cuchicheaba con Alan (nos vamos a ir tuteando, que ya nos han presentado) y que ambos miraban en mi dirección. Pude oír cómo la emiratí le explicaba que soy una escritora española de ciencia ficción. Entonces me sonrojé y me agobié un poco porque el oficio que me estaban adjudicando me quedaba grande… no ¡grandísimo! Alan Dean Foster me miró directamente y dijo esa frase tan popular claramente indicadora de que uno es un ser viajado y cosmopolita: “Ah… ¡española!… “.

El moderador llegó e intercambió varias fórmulas de cortesía con los autores. Luego se dirigió a la audiencia y los presentó. Me enteré entonces que estos dos ya se conocían. Parece ser que Noura escribió a la editorial que publica las novelas e historias cortas de Foster para obtener el permiso para traducir algunas al árabe. La editorial nunca le contestó pero fue el propio escritor quien se puso en contacto con ella para ofrecerle su ayuda y desde entonces se cartean (cartas de verdad, con matasellos y todo). El año pasado Noura se encontraba en Londres visitando a uno de sus hijos cuando se celebraba una convención en la que Alan participaba y se dejó caer por allí. Entonces se conocieron en persona y ella le invitó a venir a LitFest de Dubai.

La verdad es que hacían una extraña pareja: él llevaba una camisa horrorosa de color marrón con manchas naranjas… ¿o era naranja con manchas marrones? Quizás se trataba de un modelo de camuflaje apto para el desierto, aunque la arena de aquí es de color beige. Ella de negro, con su abaya y velo de muselina. Alan llevaba pendiente en la oreja izquierda, que le daba un aire un tanto canalla. Noura iba ligeramente maquillada, aunque el mejor accesorio que la acompañaba eran sus seis hijos sentados en primera fila y sin perder detalle).

En la primera cuestión planteada por el moderador, los escritores  “monologuearon” sobre la diferencia entre ciencia ficción y fantasía. Alan citó a Ray Bradbury”Science fiction is literature about the possible and fantasy is literature about the impossible”. Comenzó en ese momento una digresión sobre conceptos científicamente incorrectos en el género y Foster puso como ejemplo al personaje de Jar Jar de Star Wars, una criatura que supuestamente vive bajo el agua, pero cuyo aspecto físico es totalmente incompatible con dicho hábitat. Noura mencionó a la protagonista de su novela –Ajwan-, otro ser que respira en el agua, y se preguntó si existen obras que sucedan en mundos acuáticos.Alan respondió: Behind de silver sky, pero yo no he podido encontrar ninguna referencia sobre ese libro.

Llegamos a esa parte de toda charla sobre géneros literarios que se precie en la que se aborda el tema de los personajes, más concretamente, cómo dotarles de credibilidad. Alan tomó la palabra y comentó que el género en los años 50 comenzó a cambiar y a orientarse más hacia los personajes. Este hombre parece una enciclopedia bípeda. El coloquio tomó un giro inesperado para abordar la relevancia de investigación previa a la hora de desarrollar una historia. Al hilo de la afición viajera de AlanNoura destacó la importancia de conocer los pueblos de este planeta a la hora de plantearse crear mundos en otros planetas. También se refirió a la necesidad de que las obras de ciencia ficción sirvan para entretener y divertir al lector y no para darle lecciones de moral.

Cuenta la emiratí que fue muy criticada porque en la presentación de Ajwan se contrató a una figurante con ojos azules que se presentó en el evento vestida de la heroína, o sea, con una careta anti-gas. Mucha gente la tachó de escribir historias demasiado occidentalizadas. Noura se defendió argumentando lo obvio: se trataba de una narración sobre una alienígena y ahí no hay consideraciones geo-políticas o religiosas que valgan. ¡Noura 1-intolerantes anónimos 0!

Una de las cosas que más me gusta de las charlas, coloquios, debates, paneles, entrevistas, tertulias, conferencias e incluso mítines son las divagaciones. Alan nos regaló una muy interesante a propósito de las modificaciones genéticas en seres humanos aceptadas socialmente. Se refería el mundo del deporte de alto rendimiento y puso como ejemplo a los jugadores de fútbol americano. Contaba el de Arizona que el peso de quienes practican profesionalmente este deporte ha aumentado extraordinariamente en los últimos 50 años, gracias a una cuidada alimentación y a un programa de ejercicios hecho a medida, de manera que ahora se trata de auténticas moles de carbono orgánico.

Cuando llegó el turno de preguntas, un tipo de tez blanca y pelo rubio se me adelantó y el moderador le dio la palabra para formular una pregunta que no entendí. Quise copiar la transcripción de la chica que estaba mi lado, tan digital y moderna ella, pero sus notas estaban en árabe. La vez siguiente le hice a ambos una pregunta que a mí me preocupa bastante a la hora de escribir: ¿cómo dotar a cada personaje de una voz diferente y que no parezca que eres tú hablando por boca de cada uno de ellos?  Alan dijo que él suele utilizar dialectos o acentos distintos para distinguir la forma de hablar de cada uno de sus personajes. Noura por su parte contestó que crea fichas sobre cada personaje que le ayudan a la hora de hacerlos expresarse de una manera propia.

Una vez levantada la sesión, esperé a que amigos y familiares se acercaran a felicitar a los ponentes. Noura me hizo una leve seña para indicarme que nos veríamos en el hall del hotel. Allí tuve la oportunidad de hablar varios minutos con ella y Alan. Por más que intenté sonsacar al estadounidense, no conseguí que me contara nada sobre la última película de Star Trek, cuya novelización ha terminado justo hace un par de semanas.

Lo que sí me contó es que le mandaron una copia de la cinta con un montón de contraseñas y que pudo visualizarla en el ordenador de su casa mientras la contrastaba con su manuscrito. Intenté utilizar mis encantos personales para averiguar unas migajas, pero no sirvió de nada… mis encantos no parecen funcionar o quizás el contrato que firmó Alan tiene unas clausulas penalizadoras tremendas. Lo que sí compartió conmigo es que trató de resolver una paradoja de la franquicia trekkie sobre una escena de la película en la que se emplea una nave cuando se podría utilizar el tele-transportador. O al revés, no estoy segura de si lo capté en este orden. Me dijo que veremos cosas que no hemos visto nunca, pero esto me sonó a eslogan publicitario (soy Publicitaria… huelo a eslogan y a las cuatro “p” del marketing a kilómetros de distancia).

Hablamos sobre inventar historias con mundos en otros planetas y sobre la necesidad de ser muy riguroso a la hora de ofrecer detalles científicos. Me dijo que escribiera sobre cosas que conozco y que no dejara de hacerlo todos los días porque esa es la llave para estimular el aterrizaje de nuevas ideas. Nos interrumpió un miembro de la organización que instó a Alan acompañarle para participar en otro evento. Nos dimos la mano y fue muy cordial en su despedida. Aproveché la ocasión para agradecer a Noura que nos presentara y la emplacé para vernos posteriormente.

Hay que reconocer que los organizadores del LitFest intentan incluir alguna sesión dedicada a la ciencia ficción y la fantasía para alborozo de los fans de estos géneros que vivimos en los Emiratos Árabes Unidos… cierto que somos cuatro gatos, pero maullamos con mucha clase, eso sí.

El blog se enfadó porque no lo invité a acompañarme. Cualquier motivo le sirve de excusa para enojarse conmigo. Así me gano varios días de miradas airadas y de silencio…