En nuestra última entrada ya contábamos cómo el blog había decidido adoptar una mascota. Hemos esperado unas cuantas semanas para revelar al mundo su identidad… porque adaptarse a nuestra nueva vida con la susodicha mascota no ha sido fácil. No ESTÁ siendo fácil.
Sí. Ya sé que no podéis soportar más la incertidumbre. Su nombre es “Bany”. Estoy segura de que muchos habréis adivinado de qué se trata. Es otra criatura virtual, como el blog… es un banner publicitario. Pero no es un banner cualquiera, no. Es un “pop-up”, lo que se traduce en que aparece y desaparece cuando le da la gana. Ese es el mayor inconveniente. Bueno, ese y el que quiera vendernos continuamente coches-seguros-viajes-quesos-fascículos y cien mil artículos más.
No es fácil intentar hacer una vida normal, no sé… cocinar unos huevos fritos con chorizo por ejemplo, cuando de pronto aparece en medio del aceite “Bany” con una nueva propuesta persuasiva, como dice el blog.
¡Que la galaxia me envíe paciencia a la velocidad de la luz!
Y hablando de traducir, mientras el blog juega al escondite con “Bany”, yo he tenido la suerte de contactar con Silvia Schettin http://www.schettin.com, la traductora que ha vertido al español a un autor tan interesante como China Miéville, uno de los favoritos del blog y del que ya hemos hablado anteriormente http://blogs.libros.com/literatura-ciencia-ficcion/2012/06/04/embassytown-de-mieville-multipunk/.
Silvia nació en Madrid, de padre italiano con un apellido de origen austríaco. Licenciada en Filología Inglesa, estudió Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la capital. Daba clases de inglés cuando le llegó su primer encargo de traducción. Desde entonces, de dedica a ello con ahínco, encadenando cursos sobre el tema con un posgrado de traducción literaria de la Universidad Pompeu Fabra. Dice que lleva año y medio intentando dedicarse a la traducción de forma completa.
Traducir a Miéville: un reto, una pasión
Cristina: China Miéville tiene fama de ser un autor denso y enormemente expresivo. Sus frases encierran varias capas de información y el lector tiene que realizar un verdadero trabajo de interpretación para comprender las múltiples implicaciones de sus textos. Tú has traducido al español su novela La ciudad y la ciudad ¿Cómo afronta un@ traduct@ la tarea de transmitir esa expresividad?
Silvia Schettin: Con paciencia y Trankimazin. En el caso de La ciudad y la ciudad lo que más me costó de la narración, más allá de los neologismos y los creacionismos del autor, es lograr el lenguaje de la ambigüedad que consigue Miéville en la novela, una ambigüedad muy jamesiana que me recuerda al Henry James de Otra vuelta de tuercay de Los amigos de los amigos. Algo pynchonesca también, yo diría. A pesar de que es una novela menos barroca que aquellas ambientadas en el universo de Bas Lag, la sintaxis de sus frases sigue siendo un tanto retorcida con el fin de decir sin revelar, insinuar sin mostrar, y hay que estar atento a elegir consecuentemente las palabras para no dar más información de la que Miéville quiere dar en cada momento. Es esa ambigüedad lo que te hace releer frases enteras para intentar comprender qué hay detrás y lo más difícil es mantener esa sintaxis complicada pero que no sea solipsista sino inteligible.
Por lo general, las pistas suelen estar en el propio texto, pero cuando hay duda siempre se puede consultar con el autor: esa es la gran ventaja de traducir autores vivos, que son el mejor diccionario que existe.
C: En tu labor de traducción: ¿prefieres traducir cuasi-literalmente los neologismos de Miéville u optas por inventar nuevas palabras en español y por qué? ¿Qué proceso sigues? Es decir, en caso de tener que proponer un neologismo en nuestra lengua ¿Quién lo aprueba?¿Qué criterios se siguen?
SS: Depende. Depende de cómo se han formado [los neologismos|, de qué lengua procedan, del contexto en el que se usan y de la función que tengan en la obra. Si la palabra proviniera del inglés antiguo buscaría, por ejemplo, un equivalente buceando en el castellano antiguo (sin caer en un exceso de casticismo, claro), pero en el caso de Miéville muchos de esos compuestos tienen una parte proveniente del latín y hacen la tarea más fácil. Ése fue, por ejemplo, el caso de “grosstopically”, que al final dejé en “topordinariamente”, donde el latín topos ya me da el cincuenta por ciento de la palabra. Yo suelo enviar un informe con las decisiones de traducción de ese tipo y la idea es que lo aprobemos entre todos, o eso me gusta pensar a mí.
Creo que la sonoridad es muy importante en este tipo de palabras, así que si una traducción literal suena bien, no es “ortopédica” y transmite el mismo significado, yo adelante, pero creo que eso no sucede en muchos casos. Muchas veces hay que alejarse de las palabras para ser fiel al significado… e incluso al significante. Lo que no creo es que haya una regla para traducir este tipo de palabras sino que se han de tener en cuenta muchos factores.
C: La pregunta anterior enlaza con esta ¿Cuál es el papel del autor en la traducción? ¿Tenéis contacto y de qué tipo?
SS: En mi caso sí que escribí a Miéville con varias dudas de traducción, muchas de ellas neologismos: confirmar el sentido de una frase, la formación de una palabra o un poco más de contexto sobre una expresión determinada. Miéville no sabe español, por lo que no me va a sugerir si esta u otra palabra son las más adecuadas, pero sí me puede confirmar o desmentir que el proceso que he seguido para traducir un determinado neologismo transmite el mismo significado que él pretendía transmitir o darme pistas sobre su propio proceso. En ese sentido, todos los neologismos tienen el sello “Miéville approved”, pues me encargué de hablarlo con él y tener su visto bueno.
C: ¿Cuáles son los retos de un@ traduct@ a la hora de traducir una obra de ciencia ficción al español?
SS: Los retos de una obra de ciencia ficción tienen mucho en común con cualquier otra obra literaria: por una parte hay que respetar el estilo del autor, sus juegos de palabras y crear la ilusión de que estás leyendo una obra sin mediar. Por otra parte, no es lo mismo una obra de ciencia ficción dura que otra más ligera. En el caso de las primeras, es evidente que el reto principal es utilizar pertinentemente el vocabulario científico, sin calcos del inglés y con precisión terminológica, como ocurriría, por otra parte, con una novela criminal en la que el lenguaje jurídico esté muy presente o una novela sobre agricultores del medio oeste americano. Con ello quiere decir que el lenguaje específico también está presente en otras literaturas.
En cuanto a las caracterísitcas de la ciencia ficción o de la literatura fantástica en general, yo creo que su cualidad intrínseca es el extrañamiento y con eso en mente el traductor tiene que producir el mismo efecto que el original, cuando este radica en el propio lenguaje y no solo en la trama.
C: ¿Cuánto tiempo sueles invertir en traducir una obra y qué proceso sueles seguir para llevarlo a cabo?
SS: El tiempo lo marcan las editoriales. Yo soy particularmente lenta (aunque mi neurosis a la hora de escoger palabras mientras traduzco, como el que busca oro en el río, me ahorra mucho tiempo en el repaso final) y para una novela de 300 páginas dedico tres meses de trabajo. No tengo un método de trabajo pulido más allá de leerme la obra y ponerme a traducir: cuando no sé qué significa una palabra la busco y vuelvo a la carga. Para mí lo más importante es la caza de la palabra exacta, esa que cuando la encuentras te produce una sensación de bienestar equiparable a alcanzar el nirvana: probablemente esa caza sea en lo que más tiempo invierto.
Creo que es un trabajo muy artesanal y que tiene que hacerse despacito, como el que hace pan. Amasar y amasar hasta que este listo para hornear. Lo ideal, también, es dejar que leve durante un tiempo y repasar la traducción después del barbecho, porque es entonces cuando puedes ver cosas que, por estar muy enfrascado en el trabajo, esa cercanía hace que antes te resultaran invisibles. Desde la distancia se ve mucho mejor, pero, claro, los tiempos suelen ser bastante ajustados y no siempre es posible.
Desde aquí queremos agradecer a Silvia por el tiempo que nos dedicó en mitad de un verano de mudanza. Su labor y la de tantos otros profesionales de la traducción está muy poco reconocida porque pocos tienen en cuenta que detrás de una obra escrita en otro idioma y trasladada al nuestro hay muchas, muchas horas de trabajo metódico y silencioso.
Todos tenemos un sueño. O varios. El de Silvia es tan hermoso como simple. Su sueño es dedicarse a la literatura fantástica y vivir de ello. Para eso lucha. Porque no hay nada tan hermoso como luchar por un sueño.
El blog llora de emoción.
Su mascota, el banner pop-up “Bany”, también.
Para que luego digan que los seres virtuales no sienten…