Stross y el rap

Y vino el rap y arrasó con su llegada la frágil armonía de mi hogar. El blog ha decidido que ese género musical es el que mejor lo define y se dedica a inundar la casa con ecos de canciones habladas. Una pequeña dosis no molesta pero, el día entero, agota. Mis martirizados oídos se pasean vestidos con tapones para poder soportar la tracción de tanto ritmo multi-silábico, pero no puedo taparme los ojos. La visión del blog -pantalón descolgado, camiseta XXXL, pañuelo atado a la frente, deportivas con lengüetas hormonadas y andar de mandril- me persigue.

Dice el blog que no somos tan diferentes, yo con mi querencia por la literatura de sci-fi  y él con su interés por el rap. Le pido explicaciones y me señala la novela The Jennifer Morgue del británico Charles Stross. Entramos en esa parte de la conversación en la que ninguno escucha verdaderamente al otro, pero ambos lo pretendemos.

Me suelta el rollo del mestizaje de estilos (¡cómo odio que se utilice la genética como argumento!) y menciona un montón de artistas con nombres de doble sentido. Dejo que se desahogue y comienzo mi exposición strossiana, aunque a los veinte segundos me encuentro hablando sola. El blog se ha largado con el rap a otra parte. Sospecho que no me aguanta.

Estaba yo diciéndole que The Jennifer Morgue, y la trilogía de Stross en la que se inscribe, puede ser considerada también como una obra cuatricolor porque combina ciberpunk, zombis, magia y espionaje cuando me dejó con la palabra en la boca. Él se lo pierde. Esta novela, que hace poco he releído, me ha hecho sonreír en las mismas escenas de siempre. Los que la conocéis sabréis a lo me refiero: Smarts “gadgetizados”, PowerPoint Z y monólogos de villanos con camisa de cuello neru.

El mismo Stross http://www.antipope.org/charlie/blog-static/fiction/faq.html define en su blog la serie que inició con The Atrocitty Archives como una novela multi-referencial en la que la ciencia ficción, el horror victoriano tardío (no utilizaré el nombre de Lovecraft en vano) y los thrillers de espionaje británicos se salpimentaban con su poquito de género Z. Como veis, yo no he inventado nada sino que cito al autor que no tiene reparo alguno en enumerar sus fuentes.

Los puristas de los géneros, los mismos que se echan las manos a la cabeza cuando uno se sale de la fila pero que te bailan el Harlem Shake para demostrar que son modernos, desinhibidos y chupi-guays, no me entenderán.  Porque The Jennifer Morgue, que por cierto aún no se encuentra publicada en español, no es quizá la mejor de las novelas de Stross. Sé que ahora mismo los aficionados estarán pensando en Accelerando y yo, que soy muy sensible a sus necesidades, les recomiendo esta interesante entrada de mi Twitt-amigo Félix García http://elalmohadondeplumas.wordpress.com/2013/03/24/accelerando-ancho-de-banda-y-libertad/ que rebosa enjundia y savoir faire.

Confieso que esta segunda entrega de la saga The Laundry, el servicio más-que-secreto británico para combatir el crimen inhumano –los hombres de negro de toda la vida- no será ninguna obra cumbre de la literatura contemporánea, pero consigue entretener y hacer reír, que ya de por sí tiene mérito. La hace a través de las aventuras ciber-mágicas de Bob Howard, el anti-héroe por excelencia, el geek metido a espía accidental.

En mi opinión, el primer acierto de Stross es precisamente la elección del protagonista, cargado de todos los tics del informático empollón e inseguro, pero cuya falta de presunción le confiere credibilidad. El autor introduce inmediatamente al lector en el libro al colocarlo al mismo nivel que Bob, haciendo que ambos vayan descubriendo la trama al mismo tiempo.

Otro acierto consiste en utilizar fantasía urbana para explicar todo aquello que la ciencia ficción no puede. Las ecuaciones matemáticas como fórmulas mágicas, los programas matemáticos que canibalizan mentes, los demonios-parásitos y mi favorita, los cosmeto-zombis, quedarían totalmente ridículos en una obra de ciencia ficción, o incluso weird. Stross sabe cuándo debe recurrir a la fantasía que todo lo puede y, además, lo hace con soltura y sortea con agudeza los obstáculos.

El tercer éxito del británico es su apuesta por la broma como forma de homenajear el género de espías de sus paisanos y no me refiero a las novelas de John Le Carré sino a las Ian Fleming. La referencia es concretamente con las películas de James Bond, cuyos recursos absurdos –millonarios megalo-maniáticos, bellezas letales y armas de destrucción masiva a gogó- son aprovechados como excusa para armar una historia en las que las aventuras cunden y mucho. Es ahí donde funcionan los personajes secundarios, una prolongación del autor porque parecen saber siempre más que Bob y que los que leemos.

En definitiva The Jennifer Morgue consigue entretener de manera eficaz, tratando al lector casi como si fuera un personaje y haciéndole vivir de la mano de Bob un cadena de situaciones peligrosas y, al mismo tiempo, cómicas.

El blog está de juerga con sus colegas. Veo un mar de gorras de beisbol con la visera coleando, prendas con marcas deportivas descomunales y un tipo con un peine viviendo en su cardado. La música suena a lo lejos. Nadie la escucha aunque todos la corean.

Definitivamente, el rap se ha interpuesto entre el blog y yo. Seguiremos informando.

 

 

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